“Como no se bancan que una mujer tenga razón, y no me pueden dar una piña, hacen lo que hicieron hoy”, fue el comentario “iluminador” y que muy suelta de cuerpo expresó hace pocas horas la expresidenta argentina Cristina Fernández, tras conocerse el fallo del Tribunal de Casación que ratificó la condena de primera instancia por haber cometido actos de corrupción durante su gobierno.
Sería un argumento para quedar de boca abierta, si no fuera porque repite una vez más una de las acostumbradas salidas de manual para ponerse en víctima de la exmandataria argentina que gobernó entre 2007 y 2015, quien para rematarla dijo este miércoles que la decisión de la Cámara Federal de Casación Penal de ratificar su condena en un caso por irregularidades en obras viales es un castigo “por ser mujer”.
“Cuando sos mujer todo te lo hacen 20 veces más difícil y, si por algo me castigan, no solamente es por todo lo que hice sino porque soy mujer también. No se bancan discutir con una mujer y que no puedan tener razón”, afirmó tras conocer el fallo.
Cristina Fernández visitó la localidad de Moreno y participó en un acto acompañada por la intendenta, del Movimiento Evita, y frente a otras 400 mujeres. Allí, se refirió por primera vez a la sentencia en su contra.
“Cuando sos mina, cuando sos mujer, todo te lo hacen 20 veces más difícil. Y si por algo me castigan, no solamente es por todo lo que hice, sino porque soy mujer también y no se bancan discutir con una mujer y que no puedan tener razón. Como no me pueden pegar, viste que cuando discuten y una tiene razón, pum, piña. Como no me pueden dar la piña, hacen las cosas que hacen, como las que hicieron hoy en Comodoro Py”, apuntó la exmandataria, manipuladora de auditorio por excelencia y con grandes dotes histriónicas.
“No importa, chicas. Al lado de lo que han tenido que aguantar miles y miles de mujeres en condiciones horrendas, esto no lo veo como un sacrificio sino como una obligación de alguien que tiene un proyecto de país y un modelo de sociedad”, completó Cristina Kirchner.
Bueno, el intento descarado de entreverar las cosas y atribuir la enorme cantidad de evidencias reunidas en su contra todos estos años nada menos que a una maquinación porque es mujer y no porque participó activamente y se apropió de centenares y miles de millones de dólares en los famosos “retornos” de la obra pública, entre otros delitos, es una muestra clara más de soberbia, enajenación, delirio y mala fe, en su intento por salirse con la suya y mantener alguna aspiración política jugada al fracaso del presidente Javier Milei.
Debe tenerse presente que la Cámara Federal de Casación Penal ratificó la sentencia emitida en diciembre de 2022 por el Tribunal Oral Federal, por la que se condenó a Fernández a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos por el delito de administración fraudulenta, en la causa denominada como “Vialidad”. Igualmente, Fernández puede ahora apelar ante el Supremo Tribunal de Justicia, y como es bien sabido, en Argentina cualquier cosa puede suceder.
Junto a Cristina Fernández, fueron condenados el empresario Lázaro Báez –a seis años de prisión– y otros seis funcionarios de su Administración, todos involucrados en distinto grado de participación y magnitud en la apropiación de fondos públicos, del verdadero saqueo a que fue sometida Argentina durante el régimen kirchnerista y que dejó al país en la miseria, con un endeudamiento monstruoso, el aparato productivo devastado y la economía sometida a una encerrona de inviabilidad de la que hoy se está tratando de salir, aunque quizás no de buena manera.
Ahora, la victimización que recurrentemente ha utilizado Cristina Fernández, en este caso por ser mujer, por supuesto que la primera que no se lo cree es ella, porque está actuando, pero es una clara muestra de desprecio hacia el intelecto de la gente, aunque por supuesto tiene sus fieles seguidores que siempre creerán en su palabra cual si fuera una diosa, o porque todavía se creen que es “de izquierda”, cuando en realidad es una vulgar ladrona. Así, antes de la lectura de la sentencia, más de mil peronistas se congregaron ante las puertas de la Cámara Federal de Casación para denunciar la persecución política que, según ellos, padece la exjefa del Estado argentino, rodeados por decenas de policías pertrechados con escudos y material antidisturbios.
Al comentar esta argumentación, la actual vicepresidenta Victoria Villarruel, sostuvo que “eso no habla de nosotros los argentinos, habla de los dirigentes políticos que impunemente se han llenado los bolsillos con nuestro sufrimiento y miseria. No existe lawfare, ni proscripción, solo justicia”,
“No es gratis habernos robado nuestra dignidad. Pero la mayor condena debe ser la intrascendencia y el olvido hacia lo peor que le pasó a nuestro país: el kirchnerismo”, concluyó la titular del Senado.
Pero sobre todo, es inevitable una reflexión final: más allá de los delirios e intentos de sacarse el sayo a cualquier costo por la expresidenta, la realidad es que el recurso de victimización por ser mujer está muy extendido entre los promotores a ultranza de la ideología de género, al amparo de normas aprobadas bajo la presión, el chantaje de grupos extremistas y de avivados que se apropian de reivindicaciones que en principio parecen justas, por intereses político – ideológicos.
Pero en los hechos lo que han logrado, como en este caso de la expresidenta, es precisamente desvirtuar la esencia del planteo de igualdad y para salvarse por actos propios injustificables, en realidad socavan la causa que dicen defender, la que en realidad les importa poco y nada, porque todo se trata de la ventaja que puedan sacar para acceder y conservar el poder.