“Unión hace la fuerza”: el reclamo por la reparación de los caminos rurales

En el denominado Uruguay profundo, al Este del departamento y en los límites con Tacuarembó y Río Negro, un grupo de productores y vecinos se unió para exigir una mejora en la caminería rural, que se encuentra en condiciones deplorables.
Fernando Ruiz, uno de los miembros del grupo “Unión hace la fuerza”, advierte que el deterioro de estos caminos está afectando seriamente la vida de quienes dependen de ellos para trabajar, estudiar y acceder a servicios básicos.

“Los caminos rurales están destrozados. Cuando llueve, los productores no pueden sacar su producción, las maestras no pueden llegar a las escuelas, y las ambulancias corren el riesgo de quedar varadas”, comenta Ruiz a EL TELEGRAFO con una mezcla de frustración y resignación.
Como contratista de maquinaria vial y profundo conocedor de la región, Ruiz –salteño y que vive en Guichón– ve cómo la falta de mantenimiento impacta en la economía local y en el bienestar de la gente. En muchos tramos no se puede transitar a más de 10 kilómetros por hora por las dificultades que presentan los caminos. Ni que hablar cuando hay tormenta.

Un proyecto demorado

El grupo “Unión hace la fuerza” está integrado por más de cien personas –vecinos, trabajadores y productores– provenientes de la zona: Guichón, Tambores, Piñera, Merinos, Morató, Tiatucurá, Arbolito, Salsipuedes, Piedra Sola, La Pampa.
Los problemas de caminería se suman a los reclamos de Piedra Sola por una policlínica, de Morató por una ambulancia, a la falta de una estación de servicio en Tambores, pueblo limítrofe entre Paysandú y Tacuarembó. Justamente, existe un proyecto para conectar la ruta 26 con la ruta 5 a través de Tambores, Piedra Sola y Estación La Pampa, con una extensión de 50 kilómetros, en uno de los intentos por mejorar la conexión vial entre estas comunidades. Esta iniciativa, al parecer, está encaminada a nivel del Ministerio de Transporte y Obras Públicas.

Alberto Olivera, de Piedra Sola, señala que ese camino que pasa por su pueblo y que lleva a Tambores y también a Arbolito se encuentra “insoportable” e “intransitable”. Presenta “una dificultad enorme para salir”, “rompiendo autos, cortando cubiertas”.
“Hay gente viejita en Piedra Sola, gente enferma que a veces hay que llevarla en ambulancia y es imposible venir por el camino”, dice a EL TELEGRAFO. “Solo uno que tiene que andar todos los días, sabe lo que son esos caminos. El que viene una vez por año capaz que no los ve tan feos”, reflexiona este empleado de un establecimiento que, además de trabajar en un campo, lleva a un hijo a una escuela rural a siete kilómetros de su casa.
Allí cerca, en la estancia San Luis, aunque más conocida por su antiguo nombre –El Tizón–, que pertenece a la familia Donazar, hacen el mismo razonamiento: el camino está “totalmente destrozado”.

Paola Parada, que trabaja en ese establecimiento, suele moverse entre Piedra Sola, Tambores y Tacuarembó. Todos tramos que padece por la inexistencia de mantenimiento. “Mi compañero lo hace dos o tres veces por semana. Rompe el vehículo, todo. Hoy veníamos de Tacuarembó por el camino de Tambores a Piedra Sola, y estaba insoportable”, se lamenta.
A su vez, señala que existe “otro tema”: los días de lluvias y los camiones. “Cuando llueve los camiones no deberían pasar, pero hemos visto que los que cargan ganado entran igual al camino y lo destrozan aun más”.

La economía rural en juego

Ruiz menciona que el deterioro de los caminos se profundizó en la última década. A pesar de los fondos destinados a emergencias por lluvias y promesas de mejoramiento, los progresos no llegan. “Es un peligro constante. Hay puentes como el Puente de Tablas (que suma más de 100 años sobre el río Queguay y que une Piñera con Cuchilla del Fuego), que tiene un cartel que dice ‘no más de 7 toneladas’, pero tenemos camiones que pesan hasta 40 toneladas”, señala. La falta de un acceso seguro y adecuado obliga a los transportistas a tomar rutas alternativas que pueden aumentar la distancia hasta en 150 kilómetros.

La situación se complica aún más en temporadas de cosecha. Ruiz relata el caso de un productor de soja que tuvo que invertir grandes sumas de dinero en la construcción de un camino alternativo, ya que el que debería mantener la Intendencia estaba intransitable. “Ese productor perdió mucho dinero por no poder sacar su cosecha a tiempo. Y no es el único caso”, enfatiza.
El grupo reclama una intervención mínima: reparación de caminos con balastro y bitumen de baja calidad, si no se puede hacer algo más duradero. “No estamos pidiendo carreteras de primer nivel; solo queremos algo transitable que no se convierta en un lodazal cada vez que llueve”, explica Ruiz. Según él, la reparación de estos caminos no costaría más de 5.000 dólares por kilómetro, una cifra que considera razonable y accesible para el presupuesto del gobierno departamental.
Lo mismo piensa Olivera, de Piedra Sola. “Estamos esperando por el proyecto”, afirma en relación al tramo que se prevé reparar entre Tambores y Estación La Pampa. Olivera dice que al menos, mientras ese plan no se concreta, se lleve adelante un arreglo provisorio. “Para que quede por lo menos transitable, para poder sacar un enfermo, sin romper nada. Los vecinos estamos todos con una gran inquietud, queremos que nos den una solución. Es imposible así con el camino”, indica.

Promesas sin cumplir

Ruiz no esconde su desilusión con los partidos políticos, incluidos aquellos que una vez apoyó. “No me importa el partido, quiero que las promesas se cumplan y que se tomen en cuenta las necesidades del campo”, afirma.
El problema, dice, no es solo la falta de recursos, sino también la falta de interés en los pequeños pueblos y caminos rurales que no cuentan con gran cantidad de votantes. “Se olvida que estos caminos también conectan a quienes trabajan la tierra, a las familias que viven aquí. Somos pocos en el campo, pero también somos Uruguay”, agrega.

El grupo “Unión hace la fuerza” no solo exige mejoras, sino que también propone soluciones. Ruiz sugiere que se reutilicen las antiguas estructuras de puentes ferroviarios que fueron abandonadas para reemplazar los puentes deteriorados. También planteó a las autoridades locales redirigir algunas rutas para que sean más accesibles y seguras.

Ruiz subraya que el abandono de la infraestructura rural pone en riesgo no solo la productividad, sino también el tejido social de la campaña uruguaya. “Sin caminos transitables, la gente se va del campo. Las escuelas rurales cierran, las pequeñas localidades desaparecen. Es hora de que se reconozca que el campo también necesita inversión y atención”, concluye.
Con la unión y la fuerza de vecinos y productores, este grupo espera ser escuchado. “Solo pedimos algo básico: caminos en condiciones decentes para vivir y trabajar en el campo”, sostiene Ruiz.