A solo diez días de las elecciones nacionales escuchábamos recientemente a un dirigente capitalino del Frente Amplio señalar que en sus recorridas por los barrios, tanto en Montevideo como en el Interior, se ha encontrado con un alto porcentaje de gente no solo desinformada respecto a las propuestas de los respectivos candidatos de todos los partidos, así como del contenido y significado de los plebiscitos que se promueven, sino que también desconocen que hay elecciones o en su defecto, qué es lo que se elige en las urnas el día 27 de octubre.
Es decir, pese a que se supone que estamos hipercomunicados, con el mundo al alcance de la mano en cuanto a la información al instante, un alto porcentaje de uruguayos no tiene conocimiento de qué es lo que se juega el último domingo de octubre, porque no le interesa, está en otra cosa, no quiere saber o simplemente deja que se encargue de eso en el mejor de los casos el partido político por el que profesa alguna simpatía o el que esté en las antípodas del candidato que menos quiere que llegue al gobierno.
Esa es la realidad de una buena parte del electorado, del que generalmente no está muy interesado en política y tal vez decida su voto en el mismo cuarto secreto, con poco convencimiento de lo que hace pero a la vez no muy preocupado, porque siente que igualmente no le va a cambiar la vida el resultado de las elecciones de octubre y noviembre, eventualmente.
Una triste realidad, porque es síntoma de un descreimiento general del ciudadano en el sistema político, lo que ha venido creciendo desde el fin de la dictadura, a mediados de la década de 1980, cuando en general todos los partidos o la mayor parte de ellos eran opositores al régimen dictatorial, y lo que los mantenía unidos en sintonía con la ciudadanía era precisamente esa postura prodemocrática que fue un grito al unísono durante el histórico acto en el Obelisco de Montevideo.
Pero luego, a medida que se fue reingresando en el período democrático, los partidos fueron marcando sus legítimas diferencias, porque son partidos diferentes y a la vez últimamente familias ideológicas con mayor o menor sintonía entre partidos que conforman bloques, lo que a la vez se materializa en plenitud cuando se convoca al balotaje y el ciudadano elige de acuerdo a su visión de la realidad, aunque su candidato haya quedado afuera de la segunda convocatoria, y opta por quien está más cerca de su visión o en su defecto, vota contra aquel que no quiere que llegue a la Presidencia.
Mientras tanto, los dirigentes partidarios están en otra cosa ya desde hace varias elecciones, y lejos de ir generando instancias que permitan revertir el descreimiento que hace caer en tela de juicio a la democracia, se ingresa en un círculo de mezquindades, enredos, acusaciones, contra acusaciones, desmentidos o no tanto, que tienden a ensuciar la campaña a medida que se cerca el día de la elección.
Lo que no ha cambiado en este contexto es la sistemática postura de los sindicatos integrados al Pit Cnt de ensuciar la campaña con posturas radicales –generalmente acompañadas de paros– para atacar al gobierno de turno –de los partidos tradicionales, naturalmente– atribuyendo a sus políticas la causa de todos los problemas que se viven en el país y sobre todo los de los trabajadores, pero sobre lo que hacía un absoluto silencio y quietud cuando gobernaba la izquierda.
En esta oportunidad la protagonista es Fenapes, la Federación Nacional de Profesores de Educación Secundaria, muy poco preocupada por las faltas a clases de sus dirigentes, pero sí convocando a un paro en procura de incidir en la opinión pública en contra de los partidos de la coalición de gobierno.
Así, realizó entre este martes y miércoles un paro de 48 horas bajo la consigna de “Todo paro es político”, y además, los docentes ocuparon algunos centros educativos y realizaron una movilización. Ante esto, distintos referentes del oficialismo salieron al cruce y expresaron su preocupación por los estudiantes que perdieron dos días de clase y por la manifestación a pocos días de las elecciones.
En este contexto, el ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira, dijo que este tipo de paros “son parte de un pacto antidemocrático entre el Frente Amplio y los sindicatos”.
“Para entender bien lo que está pasando hay que prestar atención a las bases programáticas que el FA presentó al inicio de esta campaña electoral”, afirmó el ministro y dijo que es “un documento que incluye una serie de cosas que el FA se compromete a hacer en el caso de ser gobierno”.
Da Silveira afirmó que el Frente Amplio se compromete a “tomar como políticamente vinculante las decisiones que salgan del Congreso Nacional de Educación” y alertó que, ante esto, “el (eventual) gobierno del Frente Amplio va a obedecer las conclusiones y propuestas que salgan” de allí.
“A menos de dos semanas de las elecciones, los sindicatos de la enseñanza hacen un paro de dos días que ellos mismo definen como un paro político. Es un paro contra el gobierno. Es un paro que tiene el objetivo de complicarle la vida al gobierno a menos de dos semanas de las elecciones, para intentar de ese modo favorecer al Frente Amplio”, afirmó.
“Lo que todos los uruguayos tenemos que tener claro es que si el Frente Amplio llega a ganar las elecciones, a la educación no la va manejar el gobierno, la van a manejar los sindicatos”, aseguró el ministro de Educación.
Pero la distorsión no termina allí, sino que también el candidato colorado Andrés Ojeda acusó a un asesor del candidato frenteamplista Yamandú Orsi de estar detrás de una campaña de difamación contra su persona. Ojeda, a través de X, acusó al consultor político Mario Riorda de estar detrás de la campaña difundida en las redes, quien se encuentra asesorando a Yamandú Orsi. “Es un acto de cobardía, no debate, pero su asesor, Mario Riorda, inunda las redes de campaña sucia y fake news contra mí”, escribió.
Además, en el Centro de Transparencia Publicitaria de Google se puede observar que, entre los anuncios que la empresa Quarq pautó para Uruguay, hay un documental en el que aparece Riorda en la miniatura. Este video, así como las otras piezas audiovisuales, fueron eliminados posteriormente a la denuncia pública de Ojeda.
Respecto a este mismo tema, el expresidente de la República y dirigente colorado Julio María Sanguinetti sostuvo que “aparece gente notoriamente vinculada al Frente”. A su entender, pues, “no alcanza con que salgan a negar e insultar. Tienen que aclarar en serio. El deber de aclarar, porque la democracia lo exige”, increpó el exsecretario general del PC.
Mientras tanto, el candidato frenteamplista manifestó, algunas horas después de la denuncia de Ojeda, que “si hay campaña sucia la tiene que combatir. Que haga lo que quiera, estamos en campaña”, puntualizó Orsi.
Tiempo atrás, pero ya en el inicio de la campaña, también se intentó involucrar a Orsi por denuncia de la exdirigente nacionalista Romina Celeste por supuesta perversión de menores, lo que finalmente fue probado que era mentira, pero quedó igualmente flotando una denuncia que se indica tenía como objetivo socavar la confianza del potencial electorado del candidato de izquierda.
Estos elementos, entre varios muchos otros que han tenido menor interés mediático, son precisamente parte de la espuma que rodean una elección, y que contribuyen precisamente, además de expectativas insatisfechas, a que el ciudadano de a pie cada vez más perciba que los dirigentes políticos solo están en lo suyo, muy lejos de hacer algo tangible, más allá de su repetida retórica, por generar las respuestas que viene esperando desde hace tanto tiempo. → Leer más