Innecesario. Es lo mejor que podría decirse del artículo adictivo a la ley de medios aprobado en el Senado, sobre “deberes” de periodistas y medios audiovisuales para asegurar el derecho a la información de los ciudadanos.
No implica ningún tipo de garantía para que el ciudadano goce de una total libertad de expresión y ejerza sin límites su derecho a buscar, difundir y recibir información, pero sí en cambio resulta un nada sutil empujón hacia la autocensura. Haya o no sanciones explícitas; siempre habrá fiscalizaciones de rutina y burócratas fisgones con el índice en ristre; y alguna reglamentación. Es más que un saludo a la bandera.
Las garantías están –la Constitución, el Art.19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y el art. 13 de la Convención Americana–, y con ello es suficiente. El ciudadano no necesita que el poder político le dé una protección extra y menos en materia de libertad de expresión, la única libertad que el pueblo no puede delegar ni a la que debe renunciar so pena de perder su soberanía y acabar con la democracia. Puede manejarse solo; está capacitado para decidir cómo se informa, a cada minuto y por qué medios o vías, de la misma forma que lo está para elegir sus representantes, eso sí, cada 4 o 5 años.
Lo malo del artículo es que marca una tendencia o trasunta ideas paternalistas, tutoriales, por no decir autoritarias, muy peligrosas.
Pero lo peor y más seguro es que afectará y mucho la buena imagen externa que tiene el Uruguay. Me temo que The Economist lo habrá de pensar dos veces ahora con este “articulito” que queda ahí escrito. Y conste que, aparte de todo el esfuerzo que hacen aquellos que se regocijan ensuciando al país afuera, es un asunto difícil de explicar. Y no vale el argumento de que fue producto de una transacción para conseguir votos esquivos. Tampoco lo justifica que la nueva ley sea mejor que la existente.
A fines del siglo pasado la Comisión Mundial para la Libertad de Prensa, con vistas al nuevo milenio, convocó a 20 expertos –periodistas, académicos– para editar un “manual” sobre “variedades modernas de limitaciones a la prensa”. Hubo acuerdo en que todas las leyes que restringen la libertad de prensa y el derecho a la información en su primer artículo dicen que es para defenderlos y asegurarlos. Coincidieron asimismo en que una de las amenazas mayores es la exigencia, que de eso sea trata, de que los periodistas y medios deben dar información veraz, oportuna, imparcial, plural, tantán, tantán y tantán.
Veamos el adictivo: “(Del derecho de los ciudadanos).- Los ciudadanos tienen el derecho a recibir una comunicación política de manera completa, imparcial, seria, rigurosa, plural y equilibrada. Los servicios de difusión regulados por la presente ley tienen el deber de brindar a los ciudadanos información, análisis, opiniones, comentarios y valoraciones de manera completa, imparcial, seria, rigurosa, plural y equilibrada entre los actores políticos y respecto a los mismos”…
¿Cómo lo explicas? ¿Quién decide lo de completa y tantán, tantán y tantán?
Se exime de esta obligación a políticos, sindicatos y varios sectores privilegiados más, entre ellos los periodistas de prensa escrita que podemos decir lo que queramos, y mentir y desinformar a gusto y gana si se nos antoja.
¿Y los ciudadanos?: que se rijan por lo que se les dice, o se autoriza a decirles o se recomienda cómo decírselos.
Diputados y Presidencia próximas etapas.
→ Leer más