“Date una oportunidad” es el lema elegido este año para Octubre Rosa, el mes de lucha contra el cáncer de mama. Es la oportunidad de prevenir e incluir hábitos saludables, cuando la estadística sigue tan dura y tan cruel como hace treinta años, en que se resolvió comenzar con la primera campaña de difusión sobre esta problemática en nuestro país, en 1993.
Todos los días, cinco mujeres reciben el diagnóstico de cáncer de mama. Y todos los días, dos mujeres mueren por esta causa. Son unas 700 por año y una de cada once uruguayas podría desarrollarlo a lo largo de su vida.
No obstante, las organizaciones de la sociedad civil alzan su voz en favor del autocuidado y enfatizan la necesidad de diagnosticar la enfermedad lo más temprano posible.
También la legislación ha avanzado en este aspecto. En nuestro país, las mujeres trabajadoras tienen derecho a un día de licencia especial al año, con goce de sueldo para estudios de mamografías y la exoneración de tasas moderadoras.
En los últimos años, también se ha obtenido la cobertura gratuita para colocación de expansores y próstesis mamarias a las pacientes con mastectomía por cáncer de mama o cirugía reductora por riesgo, entre otros. Es que el impacto sicológico y emocional va por el camino de una ansiedad que crece. Por eso, es crucial facilitar los elementos necesarios y abordar al mismo tiempo el aspecto médico de la enfermedad y también de la salud mental.
Al día de hoy, el cáncer de mama sigue siendo el más frecuente y la principal causa de muerte por cáncer en la mujer. Aunque hay variaciones a nivel global, Uruguay se ubica entre los países con tasas más elevadas.
No obstante, los avances en la captación son resultado de las campañas realizadas y de la obligatoriedad de los análisis necesarios para su detección en el carné de salud. Y aunque ha mejorado, en el Interior rural hay un déficit en cuanto a controles que no se ha logrado revertir.
En líneas generales, Uruguay mantiene una estadística que ubica por encima del 70% a los diagnósticos en estadíos trempranos y menos del 10% con enfermedad metastásica. Si bien el riesgo aumenta con la edad o por antecedentes familiares directos, es una enfermedad que no está exenta de mitos y creencias que, a menudo, actúan como barreras para una actuación con mayor rapidez. De hecho, el registro nacional del cáncer ha observado un 25% de los casos en mujeres con menos de 50 años y un grupo especial cuya franja etaria se ubica entre 40 y 44 años con mayor incidencia y mortalidad. Durante la pandemia hubo una disminución del 22% de las mamografías, pero fue menor en proporción a otros países que mantuvieron aislamiento obligatorio.
Es que en el continente latinoamericano el panorama tampoco es alentador. A nivel regional se ubica como la segunda causa de muerte y el 70 por ciento de las mujeres latinoamericanas llegan tarde al diagnóstico. Y también, en general, el problema se encuentra en la salud pública.
En este mes las actividades se suman para llamar a la prevención. Sin embargo, es necesario enfocar el mensaje durante el año y llegar a las mujeres que viven en los territorios un poco más allá de las ciudades.
El cáncer de mama ha sido el que más desarrollo e investigación ha llevado en los últimos años y si bien hay casos en que puede significar mantener un tratamiento durante años, lo positivo es que se puede preservar la vida del paciente, que en definitiva es lo más importante.
Y la investigación clínica ha marcado un jalón relevante, con una evolución en la capacitación de los equipos médicos que, a su vez, entrenan a las pacientes y recomiendan recibir el apoyo de instituciones.
La lucha debe ser frontal porque se lleva a lo mejor de nuestra sociedad. A ellas: madres, hermanas, mujeres todas que se encuentran en su vida afectiva y productiva. Y las estadísticas pueden mejorar con la prevención y la responsabilidad de cada una, así como del sistema sanitario.
Si por un momento pensáramos en estos mismos guarismos pero aplicados a otras patologías, probablemente estaríamos en campañas continuas y en alertas permanentes.
Pero, dadas las características de nuestro país, las enfermedades no transmisibles encabezan la lista de las causas de morbimortalidad.
“Date una oportunidad” es una consigna que apura. Octubre es un mes pleno de actividades al aire libre que predisponen a la participación. El color rosa es un emblema y es, a la vez, una distinción para mostrar durante todo el año la importancia de la sensibilización.
La cooperación entre pares y el intercambio de experiencias sumará para salir adelante y cada una será un agente promotor de salud. Pero siempre estará el espejo para acudir al autocontrol.
Aunque el diagnóstico pese y los pensamientos invadan, la meta está en la prevención, el movimiento y cada hábito saludable que sume en la vida de cada una.
En octubre la comunidad se entrelaza por el lazo rosa. Es el hilo conductor que une en esta causa. A todas.
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