Solicitada

Cuando papá Estado nos suelta la mano

En la edición de Búsqueda correspondiente a la semana del 21 al 28 de junio, se publicó una entrevista realizada al rector de la Universidad de la Republica (UdelaR), Roberto Markarian, así como al presidente de la Comisión Coordinadora del Interior de la Universidad estatal, Marcel Achkar, sobre la emergencia económica que vive en estos tiempos la universidad estatal.
Para poner en contexto las cosas, corresponde hacer dos breves citas de la referida nota: “Achkar explicó que la emergencia es tal que la UdelaR estudia alternativas que van ‘desde recortar programas y cerrar cursos hasta ampliar el sistema de cupos’ para el ingreso estudiantil en el interior”.
Y finalmente el periodista redactor agrega: “La actividad universitaria tuvo un avance importante fuera de Montevideo durante la última década. Actualmente, hay unos 12.000 alumnos de la UdelaR estudiando en el Interior. Desde 2010, pasaron de ser el 3% al 11% del total de la Universidad. En 2017, ingresaron 3.676 alumnos y en 2018 ya se apuntaron otros 4.000. Solo en Salto y Paysandú, ingresan 2.000 estudiantes por año desde 2016, ejemplificó la directora del Centro Universitario (Cenur) Litoral Norte, Graciela Carreño. Toda la región litoral –Paysandú, Salto, Río Negro y Artigas– concentra a unos 7.200 estudiantes activos, 800 docentes radicados y ‘viajeros’, y 45 ofertas de enseñanza”.
Nos imaginamos y queremos suponer que una medida como introducir y universalizar el sistema de cupos no será de aplicación única y exclusivamente a los estudiantes del Interior. Queremos creer que también Montevideo se verá afectada por tal medida. ¿O quizá solo se recorta donde menos molesta?
Esta semana se vota la Rendición de Cuentas en el Parlamento y la Universidad pidió $175,5 millones para el interior –3,47% del total–, a distribuir entre 2019 y 2020, en el marco de la referida Rendición. La cifra significa un aumento del 10% del presupuesto anual para el Interior.
Citando otra vez al semanario: “Si no se alcanzan los números mínimos planteados al Parlamento como ‘propuesta de emergencia’ de la UdelaR, habrá que analizar alternativas no deseadas”, aseguró al semanario el rector de la Universidad. Para el rector, una de esas posibilidades es ampliar el sistema de cupos universitarios. Recordó que ya hay cupos en Educación Física, en las carreras de tecnología médica y que hay otros cupos indirectos en algunos cursos. “Todos esos cupos serán difíciles de levantar”, dijo.
A la UdelaR se le terminó el dinero y la gestión de Mujica es en parte la gran culpable de esta crisis. Durante el anterior gobierno, dilapidamos fortunas en Ancap, organizamos almuerzos de varias decenas de miles de dólares para presidentes amigos, le dimos préstamos millonarios a sola firma a una aerolínea que voló dos veces, subsidiamos Fripur, Cotrapay, Funsa, Fanapel, Envidrio y otras. El Fondes era un expendio de dinero a sola firma, pero eso sí, con la condición indispensable de ser amigo del gobierno y tener una cooperativa. Para poner en perspectiva, el “error técnico” en la administración de Ancap que nos llevó a perder –y nos costó– 900 millones de dólares equivale a tres veces el presupuesto total de la UdelaR para el período 2015-2019.
Ahí está repartido el dinero de la UdelaR. Ahí está la razón de por qué hay que pensar en cupos, en reducción de carreras y programas, en despedir docentes, suprimir investigaciones y demás. Por eso, a mis compañeros estudiantes, que convocan a asambleas y reuniones para buscar soluciones, les digo que el lugar para reunirse y protestar no es en facultad, sino en una chacra perdida en medio del Montevideo rural.
Nos hemos acostumbrado desde siempre como uruguayos a crecer en ese país del Estado presente. Nos levantamos a la mañana y prendemos la luz y ahí está el Estado, abrimos la canilla del agua y ahí está el Estado. El Estado nos brinda telefonía móvil, acceso a Internet, salud, seguridad, educación primaria, secundaria, universitaria y técnica, y decenas de rubros más de forma totalmente gratuita.
Pero un día, hasta al Estado se le termina el dinero. Y ahí empiezan los problemas. Después de 10 años de crecimiento histórico, pésimamente gestionado y administrado, dilapidado por la administración de Mujica, los números no cierran. El actual ministro de Economía, en una nota publicada hace unos meses por el diario El País de Montevideo, bautizó a la política económica del actual período como de “austera y limitada en los gastos”.
La ecuación es simple: o se aumentan los ingresos aumentando la carga tributaria –opción ya desechada por el MEF a sabiendas del impacto negativo que eso genera– o se reducen los gastos. Y reducir gastos en materia educativa impacta directamente en las vidas de esos (nosotros) 12.000 estudiantes del interior del país. Y no reducirlos implica recortes en otras áreas, también vapuleadas económicamente, ya que sabemos hasta el cansancio que es imposible asignar fondos a un área sin tener que suprimirlos de otro lado.
Alguna vez será necesario que nos sentemos a discutir qué modelo de Estado queremos. Y con esto no estoy invocando al neoliberalismo. Pero en algún momento deberíamos hacernos preguntas del tipo: ¿Qué tal si aquellos que pudiendo pagar su educación universitaria lo hicieran y solo se beneficiaran de la gratuidad aquellos que verdaderamente lo necesitan? ¿No sería mejor esto que implantar cupos por falta de presupuesto? ¿Acaso no es más justo que aporten aquellos que más tienen y se garantice de esta forma las oportunidades de los que menos? Y a los que me respondan que no, les pregunto, ¿acaso no funciona así el IRPF?
Pero, por supuesto, las soluciones se tomarán desde Montevideo, mirando a Montevideo, ponderando el interés de Montevideo y tratando de no perjudicar a Montevideo. Otra vez desde atrás de un escritorio escondido en algún despacho de algún ministerio se decidirá el futuro de los estudiantes del Interior. Por la irresponsabilidad en la gestión del gobierno, de nuevo nosotros, los jóvenes, esos que en épocas de campaña electoral somos los mimados de los candidatos de turno, seremos otra vez los que paguemos, hipotecando nuestro futuro la incompetencia de nuestros gobernantes. Agustin Silva Caccia