“Que se jodan”

A comienzos del año, el expresidente José Mujica reiteraba por enésima vez que no se iba a postular a la presidencia en las próximas elecciones porque conspiraría contra la renovación de candidaturas en la fuerza política. “Tiene que venir otra generación. Voy a ayudar en la campaña electoral, pero nada más. Si yo me sigo quedando, estoy trabajando contra la renovación, porque siendo un árbol viejo le hago sombra a los arbolitos nuevos que tienen que venir”, dijo en una rueda de prensa en Soriano.
Ante la consulta sobre lo que ocurriría si no aparecieran los “arbolitos nuevos”, el senador emepepista respondió: “Si no vienen que se jodan”.
La gran cuestión es que nunca se retiró, tal como anunció en octubre de 2015 en su audición radial que dejaría su banca el 1º de abril de 2016. “Tengo que dar ese paso como forma de servir a lo que pienso”, decía en aquel momento, aunque no significaba “dejar el andar político y el compromiso”.
Por esa época, entraba en precalentamiento el exdirector del Instituto Nacional de Colonización, Andrés Berterreche, quien ingresaba a sala varias veces en lugar de Mujica. El compromiso de dejar su lugar a otros se concentraba en los legisladores de mayor edad dentro del MPP, es decir Mujica, seguido por Agazzi y finalmente Topolansky hacia el final del período de gobierno. Pero como ninguna lectura debe ser lineal y menos en la política, no es difícil desglosar quién se ha quedado y quién se ha ido de la cámara alta. Y las razones que esgrimieron. Las de Topolansky son conocidas y en el caso de Agazzi, su objetivo se enfocaba a la formación o adoctrinamiento. Pero Mujica, ¿por qué permanece?
Porque cuando llegó el 1º de abril de 2016, argumentó que su sector le insistía en que se quedara un poco más para dar una mano, en tanto “sería un debilitamiento grande si me voy”. Respondió que seguiría “algún mes más, pero no mucho”. Tal vez dejó de creer que a sus 83 años el “baile” de la postulación no le “queda grande” aún, o al menos, quiere que pese su influencia eterna, en momentos en que reclaman nuevas caras y protagonistas que, paradójicamente, no permiten que se proyecten. Al menos hasta el momento.
En las gateras y disfrutando de esta situación, se encuentra el intendente de Montevideo. Daniel Martínez sabe que aunque “pongan una heladera” –al decir del exvicepresidente Raúl Sendic– corre con la ventaja de repetir en la comuna capitalina y se le notan las nulas ganas de discutir por un asunto que verdaderamente no le preocupa.
Paralelamente, en la búsqueda desesperada de consensos se encuentra el ministro de Economía, Danilo Astori, quien quiere ser candidato y para lograr apoyos, se reunió con Mujica. La cara de desencanto a la salida de la primera reunión era el augurio de lo que vino después. Estaba cantado que el sector que lidera el exvicepresidente no lo quiere y las razones pueden ser variadas. Desde que defenestró a su “elegido”, Raúl Sendic, hasta las críticas al anterior gobierno –del que formó parte como vicepresidente– cuando ocurrió la investigación parlamentaria sobre la gestión de Ancap, entre otros organismos.
Incluso influyó la Rendición de Cuentas, con espacio fiscal cero ante un déficit que se elevó al 4%, y las discusiones que librarán los legisladores de la 609, a fin de hacer pesar nuevas definiciones presupuestales.
Aunque su sector no lo quiera, está claro que el senador tampoco y en la política se demuestra todos los días que además de adversarios, también existen los enemigos, por más que después se extiendan en diatribas y largas explicaciones que intenten aclarar lo contrario.
La práctica de todos los días así lo indica. Y cuando parecía que se había visto casi todo, aparece en escena la dirección del MPP para pedirle a Mujica que considere la posibilidad de ser candidato a la presidencia por el Frente Amplio. El expresidente no dijo que sí, pero tampoco dijo no.
Mientras se desliza el coqueteo, se nombra a otras personas que no tienen la proyección política ni el tiempo necesario para que eso ocurra, tales como la ministra de Industria, Carolina Cosse, o el prosecretario de la Presidencia, Juan Andrés Roballo. Para la ministra de Educación, María Julia Muñoz, puede ser una dupla a proponer hacia las internas partidarias que se perfila con la presentación de múltiples candidaturas. Cosse es la opción “independiente” y, a pesar de no contar con unanimidades, podría presentarse con una lista propia.
Es que otras opciones son el intendente de Canelones, Yamandú Orsi, quien ha buscado –y obtenido– protagonismo en los debates sobre la inseguridad ciudadana, antes las movilizaciones efectuadas en su departamento pero quiere repetir en la comuna canaria, o la senadora socialista Mónica Xavier, o el presidente del Banco Central Mario Bergara o la senadora Constanza Moreira, quien aseguró durante la inauguración de un local de Casa Grande en Salto que “si el Frente Amplio no pone una mujer en la fórmula, no lo vamos a votar”.
Para la politóloga, “la idea es darle a los jóvenes un espacio de entrada en la política, que en Uruguay y en el Frente Amplio también es bastante veterana, bastante masculina, así que precisamos mujeres, precisamos jóvenes”.
Algo que precisamente no se ve sobre el escenario de la izquierda. Porque ni siquiera existen los acuerdos internos, si se toma en cuenta la reunión entre el senador de Asamblea Uruguay, Enrique Pintado, y su líder Astori, a quien le manifestó que una candidatura suya no era lo más conveniente por la falta de apoyo en el resto de la coalición, a pesar de que el Frente Líber Seregni denuncia “operaciones políticas”.
Es que todos van detrás de Martínez y también eso es notorio. Lo que no es bueno en la política y mucho menos en la fuerza que gobierna, es el manoseo de nombres y la falta de códigos que en forma continua y constante aparecen en las entrevistas. Pero lo dicen ellos, así que… lo del título.