Incertidumbre ante guerra comercial

Esta semana hubo un nuevo paso en el diferendo comercial que tiene como protagonistas a las dos más grandes economías mundiales, esto es Estados Unidos y China, y que mal que pese, de una forma o de otra conlleva un fenómeno de arrastre todavía muy difícil de predecir en cuanto a sus consecuencias exactas sobre la economía global, y donde los que serán afectados evalúan por ahora como minimizar daños.
Por lo pronto, en este reciente capítulo, la guerra comercial entre los gigantes ha recrudecido a partir de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, decidió imponer más aranceles sobre productos chinos por 200.000 millones de dólares, como represalia a una medida similar que tomó el gobierno del país asiático.
La semana anterior entraron en vigor aranceles estadounidenses del 25% por 34.000 millones de dólares como parte de un primer paquete de gravámenes de 50.000 millones, a los que China respondió con idénticas medidas. “Como resultado de las represalias de China y por la falta de cambios en sus prácticas, el presidente ha ordenado a la Oficina del Representante de Comercio que inicie el proceso para imponer aranceles del 10% sobre 200.000 millones adicionales de importaciones chinas”, dijo en un comunicado este organismo encargado del comercio exterior.
El listado de productos que tributarán esos aranceles está integrado por frutas y verduras, cereales, productos de origen animal, maderas, embarcaciones o material de construcción. La lista también incluye productos químicos, combustibles, tabaco y alcohol, textiles, contestadores automáticos y material fotográfico y de video, entre otros. Washington acusa a China de hacer uso de prácticas abusivas, incluido el robo cibernético, con el fin de superar el dominio tecnológico de Estados Unidos.
“Durante más de un año, la administración Trump ha instado pacientemente a China a que abandone sus prácticas desleales, abra su mercado y participe de una verdadera competencia de mercado”, señaló en su comunicado el gobierno norteamericano. “Lamentablemente, China no ha cambiado su comportamiento, un comportamiento que pone en riesgo el futuro de la economía de Estados Unidos”, concluyó el reporte oficial.
Las primeras reacciones de los mercados internacionales no fueron buenas, por supuesto, y las bolsas han acusado el impacto, aguardándose igualmente con cautela repercusiones en diferentes ámbitos para evaluar pasos por los operadores.
El punto es que si bien se sabe más o menos como empieza una guerra comercial con prácticas proteccionistas a ultranza, nunca se sabe en qué se va a terminar y como premisa, quien cree que se está “salvando” a través de medidas artificiales, a menudo termina siendo la principal víctima, pero no la única.
Y estas consecuencias incluso ya se vislumbran en el propio Estados Unidos, por cuanto se indica que el estado de California será seriamente impactado si se sigue avanzando en esta guerra comercial.
Se indica que miles de millones de dólares y gran cantidad de puestos de trabajo están en riesgo en el estado más rico y poblado del país, considerado una economía mundial en sí mismo y bastión de la oposición al presidente Donald Trump.
“Si hay una región en Estados Unidos que se verá impactada por esta guerra comercial es Los Angeles”, explicó a la AFP Stephen Cheung, exdirector de Comercio Internacional del Puerto de Los Angeles y presidente de la oenegé World Trade Center Los Angeles. “El año pasado tuvimos (en los puertos de la región) más de 170.000 millones en importaciones y exportaciones directamente con China, es nuestro principal socio comercial”, explicó. “Nuestro temor es que este ciclo siga creciendo a un punto que deprima la economía”, indicó Cheung.
California es la quinta economía del mundo con un PBI (Producto Bruto Interno) de 2.700 billones de dólares, superior al de Gran Bretaña. En este estado de unos 40 millones de habitantes funcionan las poderosísimas empresas de Silicon Valley y los grandes estudios de Hollywood. Se exportan autos eléctricos, motores, autopartes y desechos de papel y aluminio, además de alimentos.
La oenegé California Budget & Policy Center alertó que más de 285.000 puestos de trabajo en el estado están en industrias afectadas por la guerra. Para Cheung, el alza en el precio al consumidor se debe sentir en las próximas semanas, haciendo a los importadores más celosos a la hora de comprar mercadería.
Y además del efecto en las importaciones-exportaciones, destacó, la guerra comercial puede espantar también inversiones chinas en California. “La economía ya se vio impactada” y aunque se supere el conflicto “pasará un tiempo antes de que podamos volver a la normalidad”.
Este planteo de Trump se inscribe en su nostalgioso eslogan de “Make America Great Again” (Hagamos a Estados Unidos grande de nuevo), en que basó su campaña electoral que lo llevó a la Presidencia y que le generó adhesión de millones de votantes con problemas de empleo y a los que les ha costado poco y nada asumir que el problema radica en que los extranjeros les están “robando” trabajo y conspiran contra su país.
A la hora de aterrizar medidas proteccionistas, es imposible que no se “pisen callos” y si bien se puede sacar tajada inicialmente en determinadas áreas, evidentemente por vía directa o indirecta se perderá por otro y lo que es peor, arrastrará a otros en la volteada, como está ocurriendo.
Por ahora, la Unión Europea está más o menos indefinida en este diferendo, porque cualquiera sea la opción por la que eventualmente se vuelque, si es que finalmente lo hace, tiene más para perder que para ganar si interviene en esta conflictiva relación de fuerzas y presiones comerciales.
A su vez el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno, reconoció que hay “preocupación” en Latinoamérica por la potencial escalada de una guerra comercial entre EE. UU. y China, teniendo en cuenta que va a tener impacto en el comercio exterior de la región, altamente dependiente de la relación con China, no solo desde el punto de vista del intercambio comercial, sino también de las inversiones.
Y nos quedamos con reflexiones de la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, en el sentido de que las guerras comerciales no son juegos que se puedan ganar. “Nadie gana. Si hay menos crecimiento, menos innovación y mayor coste de vida, los primeros que perderán serán los pobres, los menos privilegiados”, consideró.
Lamentablemente, la confrontación llega cuando la economía mundial empezaba a dar signos de recuperación, de acuerdo a los analistas internacionales, y los rebrotes proteccionistas con encierros de grandes economías solo pueden traer perjuicios hacia afuera, sobre todo a países pequeños altamente vulnerables que no tienen espalda para hacerles frente a los grandes. Es que por encima de alguna ventaja inicial que pueda generarse por ejemplo para ingresar con materias primas a China pagando menos aranceles que las de Estados Unidos, más temprano que tarde se terminará pagando un alto precio en estas latitudes por el proteccionismo.
En esta guerra que nadie puede ganar, nosotros somos los que de una forma u otra llevamos siempre las de perder, de seguro.