Cumplimos 108 años, listos para celebrar el quinto mundial

En aquella etapa de la consolidación de la democracia política, la reforma social y la prosperidad económica de este país al que nos empeñamos en llamar “paisito”, en el invierno de 1910, en esta ciudad a la que empeñosamente se la denomina por propios y ajenos Heroica, surge EL TELEGRAFO. El 1º de julio de ese año sale el primer número de un diario que como tantas cosas en esta ciudad, pero también este país y el propio mundo, surge con objetivos claros pero impulsado por la ilusión.
Un medio de prensa siempre quiere ser el reflejo de la sociedad. Sabe que escribe la actualidad que generaciones posteriores considerarán historia. Comprende que es responsable de recoger los hechos que ocurren con claridad, objetividad y veracidad. De todo eso está consciente EL TELEGRAFO, que con la presente edición llega a sus ciento ocho años como parte de esta comunidad, como impulsor de sus ideas, como medio de expresión no de unos pocos, ni siquiera de unos cuantos, sino de todos.
No hay en el país otro diario que pueda ostentar esta historia de 108 años. EL TELEGRAFO es el de mayor trayectoria. Esto no nos convierte en mejores, esto habla de la actitud de una comunidad, porque es Paysandú, todos y cada uno de sus habitantes, quien sostiene este medio de prensa, consciente de la importancia de contar con voz propia, sabedora de que una prensa libre es una de las herramientas principales para tener una sociedad plural y democrática.
En las páginas de EL TELEGRAFO está registrada la vida cotidiana, desde anuncios de nacimientos a fallecimientos. La historia comercial a través de los anuncios publicitarios de todas las épocas. El registro deportivo de una diversidad de deportes. La cultura de una comunidad siempre activa en actividades artísticas. Por supuesto, la cobertura noticiosa de cada jornada lo mismo que lo más importante de lo ocurrido en el mundo.
A principios del siglo XX este diario en sus primeros años acompañó la consolidación que la historia delimita hasta 1930. Los años que siguieron fueron –como en el mundo a partir del Martes Negro, la caída de Wall Street en octubre de 1929– los de la Gran Depresión. Ahí estuvo EL TELEGRAFO con su convocatoria a la recuperación, el respeto al sentido heroico y al volver a la prosperidad.
La prédica no cayó en saco roto, porque en los años cuarenta, aprovechando las finanzas ingresadas por la Segunda Guerra Mundial, pero a partir de la iniciativa sanducera y al apoyo de políticas gubernamentales se construyó una época dorada, la de las grandes industrias que marcaron no solamente a Paysandú y repercutieron en todo el departamento, sino que la convirtió en marca de identificación a nivel nacional. Aquellos emprendedores sanduceros, que tantas veces se reunieron en la Dirección de EL TELEGRAFO, mostraron un camino que hoy deberíamos seguir. Porque no dudaron en invertir su propio capital. Tuvieron éxito pero no había certezas. La incertidumbre, empero, no los detuvo.
En nuestras páginas se puede seguir los logros que generaron trabajo y bienestar. Y cuando vino otra vez el estancamiento económico, particularmente por la forma de ver un país donde todo nacía y terminaba en la capital, entonces la lucha en procura de la descentralización fue una bandera que con decisión elevó este medio de prensa, y que aún lo sigue haciendo, porque aún hay demasiadas cosas por corregir, en un siglo XXI que no ha atenuado las iniquidades.
En la época negra, ese quiebre democrático que provocó la división de los uruguayos, y que por ser aún demasiado reciente impide ser considerada con la óptica del historiador, fue EL TELEGRAFO no solo un medio que registró los hechos sino que dio espacio y posibilidades de expresión a personalidades que no encontraban en ningún otro lugar esa oportunidad.
EL TELEGRAFO ha acompasado a la sociedad, tanto en sus épocas de bonanza como en sus tiempos de crisis, desde el lugar que le corresponde y que los propios sanduceros le otorgaron. De tremenda responsabilidad, de enormes desafíos, de corazón abierto.
Entre tantos acontecimientos, este es también el único medio que mantiene su edición diaria como hace 108 años, de los pocos que pudo reflejar en sus páginas los triunfos olímpicos de 1924 y 1928 y los campeonatos mundiales de 1930 y 1950. El fervor uruguayo por su deporte rey siempre estuvo y está en sus páginas. Y aquellos triunfos mundiales fueron informados y comentados en estas páginas. La misma historia se imprimió en muchos otros diarios, pero tristemente no han sobrevivido. Es un diario de Paysandú, de la Heroica, sanducero de cabo a rabo, el único que ha mantenido vigencia durante más de un siglo y tan campante. Y que sigue apostando al futuro en esta ciudad, creciendo e invirtiendo en nuevas tecnologías, en mejor impresión, en una nueva redacción y talleres como Paysandú lo merece. Con las mismas dificultades de la sociedad, pero con el presente legado de aquellos emprendedores que levantaron la ciudad, una y otra vez.
Ahora mismo preparados para imprimir en estas páginas, en pocos días más, una nueva victoria mundial de la Selección Mundial uruguaya, la celeste del alma. Hay camino por recorrer y no será sencillo. Pero nunca nada lo fue. Bien puede ser entonces este año, el de nuestros 108, el que nos de la felicidad de imprimir la noticia de un quinto campeonato mundial uruguayo. Esas noticias y crónicas que en años por venir, historiadores leerán para escribir la historia.
Esta ilusión que vuelve a unir a los uruguayos, debe servirnos además como una inyección de valentía. Porque ya es suficiente con tanto pensar en negativo. Con tanto esperar que el gobierno de más y más cosas. Ese no es el legado de quienes hicieron grande a esta comunidad, ya sea defendiéndola con su sangre, ya sea invirtiendo su dinero, ya sea poniendo sus manos y su intelecto al servicio del trabajo duro que recompensa.
Si nada podemos esperar sino de nosotros mismos, si estamos bajo un cielo de un solo color, dejemos que triunfe la ilusión, la misma que nos lleva a pensar que podemos ser otra vez campeones del mundo en fútbol. Y pongamos manos a la obra para que despierte el corazón aún cuando parece estar quebrado.
EL TELEGRAFO sabe de los sueños, los logros y las decepciones de esta comunidad porque los ha publicado y compartido; los ha aplaudido, las ha combatido. No solo los deportistas tienen que dar lo mejor de cada uno. Que estos logros celestes nos inspiren a todos sin excepciones, porque todos podemos hacer algo más que protestar y pelear entre nosotros por mínimas diferencias. Cielo de un solo color. Los sanduceros podemos volver a impulsar Paysandú. Nos han saludado siempre por ser heroicos. Hay que demostrarlo y no solamente durante 90 minutos. Estas páginas están abiertas para esos objetivos. Como hace ya 108 años.