Y sin embargo, aún se sorprenden

Al intendente de Canelones, Yamandú Orsi, le sorprende el nivel de violencia que se aprecia en los casos de rapiñas ocurridos en la zona metropolitana. El jefe comunal canario concurrió acompañado por los legisladores de su departamento a una reunión con el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, y allí concluyeron que las autoridades se enfrentan a un fenómeno “multicausal”, donde “en algunos casos está en riesgo la seguridad de la gente”.
Particularmente en esa zona del país se han movilizado los residentes en el eje interbalneario en reclamo de mayor seguridad y patrullaje, con el corte de avenidas y un llamado de atención que ha recorrido todo el país. Es que aún queda en la memoria colectiva el caso de Ana Claudia Ferreira, la cajera de 45 años que salía de su trabajo en una estación de servicio ubicada en Neptunia, cuando la asaltaron y murió víctima de una puñalada.
Su caso fue dado a conocer a través de los vecinos que la conocían, sus empleadores y familiares y así pudimos conocer a una mujer que se dedicaba a su familia. Es decir, fue otra situación anulada absolutamente por los colectivos feministas que nunca visibilizaron su caso ni el de otras mujeres trabajadoras agredidas en la calle, porque obviamente pega más fuerte la cuestión ideológica que lleva a las marchas. Una que por cierto tampoco hicieron para Florencia Cabrera, la cajera del súper asaltado, o Edith Vanoly que salía con su bolso todas las mañanas a darle de comer a los perros sin dueño y ese bolso que defendió le costó la muerte. O el caso de Cristina de los Santos, la mujer discapacitada que era ayudada por sus vecinos y amaneció muerta en su casa con 20 puñaladas.
Todos los casos mencionados ocurrieron con pocos meses de diferencia y los medios de comunicación han relatado cada uno de ellos y más, pero se han llevado la cucarda del alarmismo y la manija.
Por lo tanto, ahora hay que aguantar la sorpresa oficial y esperar con estoicismo a que resuelvan, una vez diagnosticado el mal, desde su punto de vista teórico y “multicausal”.
Las razones pueden ser variadas y se hallan en el crecimiento poblacional, la ocupación de predios privados y la necesidad de incrementar el patrullaje solicitado por los residentes desde hace años. También se puede escuchar que cambió el mapa del delito y el perfil de la delincuencia. En las últimas horas se supo que una escuela de Canelones fue destrozada 11 veces y los padres de los niños que concurren a ambos turnos se reunirán para aunar sus reclamos.
Por un carril paralelo transitan las explosiones a los cajeros automáticos, que se planteaban como la solución para que la gente no anduviera por la calle con dinero. Sin embargo, se destrozan dispositivos cada vez con mayor frecuencia y el entintado de billetes tampoco fue una solución, en tanto se dispara a la policía con una carabina M4 –que porta la Infantería del Ejército de Estados Unidos– con 30 cartuchos y el poder de fuego que brinda el calibre 5,56. Ahora no pueden decir que es invención de algún escritor frustrado que se descarga en algún medio, porque las imágenes quedaron registradas en las cámaras de seguridad del Banco República ubicado en Camino Carrasco y Estado de Israel, en el complejo de viviendas de Euskalerría.
Las organización cronometrada de sus acciones y la logística desplegada con la disposición de miguelitos en cada retirada, ya no es patrimonio de Hollywood. Y sin embargo, aún se sorprenden. Las alertas encendidas sobre las armas de alto calibre y precisión en manos de la delincuencia se escuchan desde hace tiempo y la constatación de su preparación nos muestran a delincuentes “veteranos” en estas lides.
La transformación de las calles de algunos barrios capitalinos como el Bronx o Queens, con tiroteos incluidos ya resulta habitual, tal como ocurrió en Euskalerría con al menos 100 tiros entre delincuentes y policías. Como muestra, quedó un audio grabado de la conversación entre los efectivos que muestra el pánico por la circunstancia, la tensión, el miedo y –sobre todo– los riesgos que presenta su función, ante la preparación de los criminales. Más allá del hecho que los vecinos del complejo ubicado en Malvín Norte deberán caminar más de 10 cuadras hasta el cajero más cercano, se observa con mayor asiduidad el enfrentamiento con los efectivos policiales. Y que nadie haya salido herido de esa circunstancia, simplemente resultó una asombrosa casualidad.
A pesar de todo, hay quienes aún insisten en la “sensación térmica” porque “delitos siempre hubo, lo que pasa es que ahora se ven mucho más por la televisión y, además, los repiten todo el día”.
Esas frases escuchadas a fanáticos y camiseteros de todas las edades, se da de bruces con la realidad vivida por generaciones anteriores que no convivían con explosiones de gas, ni fusiles de guerra de largo alcance o el criterio de matar o morir en cada enfrentamiento.
Esa táctica de ser oposición y ser gobierno ya es aburrida.
De última, alguien se dio cuenta que de este tema se hablará en la campaña electoral. Por eso, la fuerza política en el gobierno resolvió ubicar a la seguridad pública y convivencia en debate para presentar acciones a corto y largo plazo.
Es que, por fin, ubicaron esta demanda en la zona de derechos –un aspecto tan reiterado para las miradas sobre algunos temas, no todos– y reconocieron que la demanda es “legítima”. También admitieron que requiere un abordaje integral, en tanto ha sido un asunto largamente cuestionado no solo por la oposición, sino por la ciudadanía en general.
Es que ha llegado el tiempo de abrir las “cabecitas” para comprender que no todo se ve desde el punto de vista ideológico o político partidario, ni todas las protestas se empujan desde el bando opositor para hacer el caer al gobierno. Tantos fantasmas terminan por “asustar al mamado” que acaba por reconocer que el problema existe.