Solicitada

INSTITUTO NO RECOMENDABLE
Tengo 45 años, soy estilista de profesión, con 14 años de experiencia y amo mi trabajo, pero me fascina la cocina, poder crear platos con la infinidad de sabores que existen. Pese a mis muchos compromisos y responsabilidades, el año pasado inicié estudios de gastronomía en un instituto culinario de Concepción del Uruguay, sito en calle San Martín, que cuenta con filiales en varios países latinoamericanos e incluso recientemente Estados Unidos.
Fue mucho sacrificio, no solo económicamente, por el pago de la mensualidad y el costo de los viajes, sino por el tiempo invertido, puesto que partía a las 6 de la mañana de Young y muchísimas veces retornaba a las 23 horas, debido a que la combinación de coches no era la más adecuada.
El curso constaba de cocina teórica y práctica, y diversas materias en las que me esmeré y obtuve notas muy buenas. Sola, sin apoyo de mis compañeros de estudio, participé en el certamen gastronómico internacional Cocinarte, en el que obtuve medalla de oro en categoría amateur, en junio del 2017.
Todo iba aparentemente bien en el instituto hasta que al profesor que teníamos en la clase de cocina no concurrió y lo sustituyó otro docente. La clase fue muy intensa, el profesor estaba pendiente de cada uno de nosotros y fue una clase teórica y práctica (nunca habíamos tenido una clase teórica). Todos los compañeros notamos una gran diferencia.
Como escuché los comentarios y apreciaba al profesor que teníamos, no quise que le llegaran rumores indirectamente. Por eso, en setiembre, en una clase extracurricular, le hablé en privado y le pedí que se esmerara más, que lo apreciábamos como profesor, pero que sabía que podía hacer un mejor trabajo. No mencioné que pasaba continuamente con el celular, así como tampoco que en uno de los exámenes hubo una pregunta que no estaba en el libro ni que él tampoco había enseñado.
Pensé que en la siguiente clase comentaría el hecho para discutir soluciones. Pues no, se lo comunicó a Secretaría y desde ese momento comenzó una vendetta hacia mí. Cambió completamente su actitud, hasta el punto de retirarme el saludo, forma básica de educación de las personas.
Como dije antes, siempre tuve buenas notas porque siempre me esmero en lo que hago, pero luego del incidente, en una evaluación parcial, el profesor me evaluó negativamente en dos cosas totalmente injustas y arbitrarias: me restó puntos porque el calzado no era adecuado (usaba de cuero cerrados, cuando todos los demás compañeros usaban tenis de tela y plástico, totalmente inadecuados para cocina y no les restó puntos por ello) y me dijo que me evaluaba diferente porque había participado en un concurso culinario y había ganado (ese hecho no tenía nada que ver, porque estaba en igualdad de condiciones que mis compañeros; estaba en el instituto para aprender).
Solicité ser evaluada por otro profesor en la parte teórica porque no confiaba en su profesionalidad. A partir de ese momento, mis notas de cocina comenzaron a bajar. A raíz de todo esto, como la relación profesor-alumno había cambiado y yo ya no le tenía confianza ni respeto como tal, pedí en Secretaría cambio de grupo, con otro profesor.
La solución que hallaron fue ir rotando las clases entre dos profesores, lo que creó mucho malestar entre todos los compañeros. Obviamente la brecha de enseñanza entre estos dos docentes y el profesor en cuestión era muy notoria. Nos hacían preguntas que no sabíamos contestar, probaban nuestros platos y nos daban una devolución, buena o mala, pero por lo menos sabíamos cómo lo estábamos haciendo.
En el examen final de cocina, estuvieron presentes el profesor y otro docente. En la teoría, tenía la certeza de que me había ido muy bien, considerando los exámenes de otros compañeros, pero obtuve una nota mínima (la que tuve que solicitar incontables veces a Secretaría). La sorpresa fue en el práctico: 3.
Pensé que era una prueba individual, pero trabajamos en parejas. Mi compañero era bastante inseguro y hubo varios errores con la extra presión y control ejercido sobre nosotros (y debo decir, ensañamiento). Volví a rendir cocina práctica individual; aparentemente lo aprobé, pero no tengo ninguna comunicación escrita de la institución porque, pese a haberles enviado mensajes tanto a la filial Concepción como a casa central, nunca respondieron. Supuestamente entregaban un diploma a fin de año.
Lamentablemente, no tengo cosas buenas para decir del instituto: la filial local no se preocupa por el alumno, que es quien les paga sus salarios, ante una situación no saben resolverla y toman represalias. La plataforma pasaba más tiempo sin funcionar que activa, muchísimas veces carecían de los ingredientes para trabajar y los implementos de trabajo estaban en muy malas condiciones. El profesor no está capacitado como tal y si lo está, no lo demostró en todo el año y debo decir que ocasionó que el amor que sentía por la cocina se enfriara bastante. Siempre creí que eran los profesores quienes acentuaban el amor por la profesión o la materia, es la primera vez que pasa que lo mata.
Si a usted le sobra el dinero, no hace preguntas ni se cuestiona lo que le dicen y únicamente quiere un papel que diga que es algo, es el lugar para ir. Ahora, si es inteligente, se toma las cosas en serio y le cuesta conseguir el dinero, busque otra alternativa.
Pero lo que más me preocupa es que este “chef/docente” en esta institución está moldeando futuros profesionales gastronómicos. Me pregunto, después de lo que me sucedió particularmente y la vendetta que hubo en mi contra, ¿qué pasa si voy al lugar de trabajo de uno de estos profesionales y hago un comentario negativo del plato que prepararon? No quiero pensar en las consecuencias.
Susana Dzuiba Sobeski