Preservación de la sanidad de la riqueza ganadera

En ocasión de desarrollarse recientemente en Paysandú las 46º Jornadas de Buiatría, uno de los temas que ocupó la agenda de trabajo de los asistentes en las exposiciones y debates fue naturalmente la preservación y desarrollo de la ganadería como factor de riqueza y eje de exportación, de forma de mejorar su cotización en los mercados y dar un valor adicional tanto desde el punto de vista de la calidad como de la seguridad sanitaria.
Precisamente el estar en un subcontinente donde Uruguay y otros países vecinos tienen a la carne como un producto preciado de exportación, resulta vital la cooperación e interrelación ente los que comparten el recurso para preservarlo y potenciarlo, porque además al no existir fronteras sanitarias un problema puntual en determinada zona puede llegar a extenderse hasta lugares recónditos, cual reguero de pólvora, como ya ha ocurrido.
Al ser la aftosa endémica, lamentablemente, es imprescindible para los países que comparten el recurso establecer reglas de juego claras y controles adecuados para evitar que se den emergencias como las que arrastraron a Uruguay a una crisis sin precedentes y que dinamitó por determinado tiempo nuestras posibilidades como exportadores de carne, y que en 2001 naturalmente no solo afectaron a nuestro país.
Con estos antecedentes, es justificable y más aún, de orden, que el Centro Médico Veterinario de Paysandú (CMVP) vea con preocupación que en la pasada 45ª reunión de la Cosalfa (Comisión Sudamericana para la Lucha Contra la Fiebre Aftosa) se continuara manejando la posibilidad de dejar de vacunar contra la fiebre aftosa, de acuerdo al Plan Hemisférico de Erradicación de la enfermedad, sin el compromiso de todas las partes, “lo cual entendemos puede ser riesgoso y comprometer el plan”, según manifestó en su discurso de las 46ª Jornadas Uruguayas de Buiatría el doctor Lauro Artía Almirón.
En su alocución, ante el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Enzo Benech, y autoridades de la sanidad animal en el país, dijo que “tenemos el convencimiento de que para que una campaña sanitaria funcione bien, además de los aspectos técnicos, tenemos que tener el compromiso y participación de todas las partes involucradas (productores, veterinarios de ejercicio liberal, industria y autoridades sanitarias)”.
Puntualizó que en el caso de la campaña de fiebre aftosa, tanto a nivel nacional como en países vecinos, “hemos escuchado opiniones muy contrarias a dejar de vacunar, de importantes representantes de distintos sectores”.
El titular del CMVP manifestó que en la actualidad “se está por abrir el mercado de Japón para nuestras carnes, uno de los mercados de mayor valor adquisitivo, gracias a que se ha logrado mantener un estatus sanitario de privilegio, con el esfuerzo de todos los involucrados en la cadena”.
Recordó que dicho estatus “fue recientemente revalidado en la 86ª sesión de la OIE, donde a nuestro país se le ratificó la condición de Riesgo Insignificante para la Encefalopatía Espongiforme Bovina, Libre de Aftosa con vacunación, Libre de peste bovina y equina, declarándose por primera vez el Libre de Peste de los Pequeños Rumiantes. Nos congratulamos por este reconocimiento y reafirmamos una vez más que para mantener dicho estatus, con el compromiso de la profesión liberal no basta, sino que además se debe contar con un Dilave y unos Servicios Veterinarios dotados de personal capacitado y recursos que le permitan cumplir con el intransferible rol de policía sanitaria”.
Y el mantener el estatus es la clave para alcanzar estos mejores precios en la nación nipona, por ejemplo, pero también es un desafío al sentido de responsabilidad de todos los actores involucrados, que incluye productores, autoridades sanitarias y de frontera, de profesionales y de la propias autoridades de cada país, porque cuando se han dado estas situaciones indeseables que todos recordamos, se conjugaron en países de la región omisiones, irresponsabilidades e intereses contrapuestos al interés general.
La observación del centro veterinario sanducero no es casual, sino que incluso a principios de este año la región se vio afectada, aunque felizmente con incidencia que fue conjugada rápidamente, por un brote en Colombia que arrojó sombras sobre el estado sanitario en toda la región, debido a los antecedentes.
En esta oportunidad Colombia no fue al final afectada por medidas restrictivas a sus exportaciones de carne bovina como consecuencia de la aparición de un brote de fiebre aftosa en la frontera con Venezuela –que si bien está suspendida, sigue integrando el Mercosur, junto con Uruguay, Paraguay, Brasil y Uruguay–, luego que aquel país dispusiera la incautación y sacrificio de 15 bovinos que dieron positivo para fiebre aftosa, en el departamento de Arauca, al oriente del país.
Estos animales habían ingresado de manera ilegal a Colombia el pasado 31 de enero, provenientes de Venezuela y dieron positivo en la prueba de fiebre aftosa. Los animales infectados con el virus fueron aislados, sacrificados y quemados como está establecido en los protocolos sanitarios para animales de contrabando.
Esta información podría evaluarse en forma aislada como intrascendente y solo de relativa importancia para Colombia, teniendo en cuenta sobre todo el desenlace feliz en lo que respecta a que no afectó la producción ganadera de ese país, pero los antecedentes y el hecho de que involucra la riqueza ganadera del subcontinente sudamericano, dieron al episodio una proyección mucho mayor, y que da la dimensión del desafío al que nos referimos.
La aftosa es una enfermedad viral altamente contagiosa “cuyas repercusiones económicas son considerables”, según la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE por sus siglas en inglés). Bovinos, suidos, ovinos y caprinos son los animales más afectados por este virus.
Precisamente se había expresado preocupación de que con la aparición de este caso hubiera riesgo de que Colombia perdiera el estatus sanitario otorgado por la OIE, como ocurrió en julio de 2017 después de un brote de aftosa en algunas zonas del país. Perder ese estatus podría significar el cierre de mercados de carnes a otros países.
Este escenario episódico reafirma la necesidad de que las redes de vigilancia en la región sigan en estado de alerta permanente, ante la fragilidad de las fronteras y la forma en que en varios países de la región se maneja la cría de animales, sin los controles y acciones protocolares correspondientes para preservar esta riqueza, con un contagio potencial siempre presente.
Ante este escenario que tantos problemas nos ha traído, el último de los cuales fue la crisis de 2001 en Uruguay por el contagio de la fiebre aftosa desde países vecinos, se ha creado el Plan Hemisférico para la Erradicación De la Fiebre Aftosa (Phefa), que fijó metas y zonas para los países de la región, con el objetivo de que en 2020 se pueda llegar al control de la fiebre aftosa en todo el territorio sudamericano.
Es plausible por lo tanto la inquietud del centro médico veterinario sanducero, para avanzar hacia esas metas, con una estrecha, firme y transparente participación de los sistemas sanitarios de cada país, así como una responsable contribución de los organismos regionales e internacionales en la articulación de dichas acciones, sin ocultar información y asumiendo las responsabilidades en tiempo y forma.