Treinta años de amistad con China

Este año se cumplen treinta años del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre la República Popular de China y nuestro país, un aniversario cuya importancia debe ser asumida por todos los uruguayos. En el marco de ese aniversario, el pasado enero visitó Uruguay el canciller chino Wang Yi, quien fue homenajeado por el gobierno en un evento en el cual quedó de manifiesto el deseo mutuo de lograr una asociación estratégica entre ambos países.
En 1988 Uruguay transitaba el tercer año de su recuperada democracia y fue precisamente en ese momento que los esfuerzos encabezados por el entonces Presidente de la República, Julio María Sanguinetti, y el canciller Enrique Iglesias dieron sus frutos y ambos países establecieron relaciones en un contexto internacional previo a la caída del Muro de Berlín. En palabras del propio exmandatario, “pocos imaginaban en aquel tiempo cuando nos tocó tomar esta decisión, lo estratégico que significaría para nuestro país establecer las relaciones diplomáticas con la que sería una de las mayores economías globales”. En efecto, como ha señalado el especialista Enrique Fanjul, “China ha protagonizado en las últimas décadas la mayor revolución económica de la historia de la humanidad, en el sentido de que nunca una población había cambiado de forma tan intensa sus condiciones materiales de vida en un período de tiempo tan corto”.
Ese crecimiento vertiginoso puede ilustrarse con el caso de la ciudad de Shenzhen, tal vez la más pujante de China. De acuerdo con un artículo publicado por el Foro Económico Mundial y cuyo autor es Guillermo Abril, en el año 1980 Shenzhen se convirtió “en la primera zona económica especial del país. Una puerta abierta al liberalismo, a la iniciativa privada. Un experimento de la China del futuro. La ciudad era un pueblo de pescadores con 30.000 habitantes. Hoy, el censo oficial ronda los 12 millones; el extraoficial alcanza los 20”, “posee 49 edificios que superan los 200 metros de altura, incluido el segundo más elevado del país, de casi 600 metros; y hay otros 48 en camino”.
En esa ciudad “han nacido gigantes como Huawei, segundo productor mundial de teléfonos inteligentes y líder en redes de telecomunicaciones, y Tencent, una de las mayores empresas de Internet del planeta, creadora de WeChat, el WhatsApp chino, con 1.000 millones de usuarios. Pero hay otras 8.000 empresas de alta tecnología. El sector aporta un 40% a la economía de la ciudad. Y ese PBI es monstruoso: el de Shenzhen se codea con el de Irlanda; el de la región, conocida como el Delta del Río de la Perla, que incluye otras ocho urbes de China y las regiones especiales de Hong Kong y Macao, es equiparable al de toda Rusia”.
El peso de China en el comercio internacional muestra frases que hablan por sí solas, ya que se trata de la mayor economía de exportación en el mundo. En 2016, por ejemplo, exportó 2,06 billones de dólares e importó $ 1,32 billones, con lo cual obtuvo un saldo comercial positivo de $ 736 miles de millones de esa moneda. Las principales exportaciones de China son computadoras, equipos de radiodifusión, teléfonos, circuitos integrados e instalaciones de luz mientras que las principales importaciones se concentran en circuitos integrados, petróleo crudo, mineral de hierro y oro. Los países más importantes tanto para exportaciones como importaciones son Estados Unidos, Hong Kong, Corea del Sur, Japón y Alemania.
En los últimos treinta años ese país asiático ha logrado, además, un lugar de privilegio en la comunidad de países y su presidente, Xi Jinping, es sin lugar a dudas uno de los tres líderes más importantes del mundo, junto con Vladimir Putin y Donald Trump. La política exterior de Xi Jinping está marcada por la presencia cada vez más destacada de China en el escenario internacional, esfuerzo que incluye una defensa de la globalización económica (frente al actual aislacionismo norteamericano) y la lucha contra el cambio climático. Como lo ha expresado el propio Xi Jinping, “debemos mantener nuestro compromiso con el desarrollo del libre mercado y de las inversiones, promoviendo la liberalización y facilitación del comercio con la apertura y con el rechazo al proteccionismo”.
La posible visita a Uruguay del jerarca chino en noviembre de este año (aprovechando su presencia en la cumbre del grupo G20 que se desarrollará en Buenos Aires) significaría un hecho histórico de enormes proporciones políticas y económicas, que serviría para profundizar las excelentes relaciones entre ambos países. Es importante recordar que Xi Jinping es un líder político de gran importancia en la historia reciente de China. A modo de ejemplo podemos mencionar que el año pasado el XIX congreso del Partido Comunista Chino aprobó que el pensamiento del actual mandatario se incluya en la constitución de esa fuerza política citando expresamente su nombre, lo que le otorga la misma relevancia que el ideario del histórico líder Mao Zedong. De esta forma su filosofía política será citada como “Pensamiento Xi Jinping sobre Socialismo con características chinas para una nueva era”, dándole un indudable sitial de preferencia en la historia de ese país.
Asimismo, el Comité Central del Partido Chino ha presentado una propuesta para eliminar el límite de dos mandatos de cinco años que la constitución impone al presidente, entre otras medidas que reforzarían su legado como primera figura pública de ese país.
En la actualidad, y tal como ha destacado el director del Instituto Uruguay XXI, Antonio Carámbula, “las relaciones entre Uruguay y China pasan por su mejor momento”, todo lo que se traduce en una intensa actividad comercial y de cooperación internacional en diversos ámbitos. En materia comercial, China es el principal comprador de productos uruguayos con una participación que en el año 2017 superó los 2.500 millones de dólares. Productos como lana, soja, carne o pulpa de celulosa constituyen los principales productos de las ventas uruguayas a ese país. Asimismo, y de acuerdo con lo informado por la directora ejecutiva de la Agencia Uruguaya de Cooperación Internacional (AUCI), Andrea Vignolo, al diario El Observador, China es el primer país cooperante de Uruguay en áreas tan diversas como educación, ciencia y tecnología, asistencia militar, cámaras de seguridad, equipamiento para bomberos, capacitación de técnicos en diversas áreas, entrenamiento a deportistas y enseñanza del idioma chino, entre otros.
Todo este panorama debe alentar y hacer posible la profundización de las relaciones comerciales, políticas, deportivas y culturales con China, más allá de los obstáculos que el Mercosur o alguno de sus miembros quieren ponerle a nuestro país en esa materia.
Con todos estos antecedentes, Uruguay debe prepararse adecuadamente para que las celebraciones de este importante aniversario de las relaciones con China cuenten con el brillo que se merecen. La sólida, sincera y leal relación que ambos países han construido durante tres décadas lo justifican plenamente.