Sin autocrítica y con mucha soberbia

Casi en forma simultánea con el reconocimiento por el ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, en el foro de ACDE, de que la baja del déficit de las cuentas del Estado –déficit fiscal– viene con “lentitud” porque “no es fácil reducir el gasto público”, se divulgaron cifras que indican que el guarismo trepó al 3,7% del Producto Bruto Interno (PBI) en enero, cifra que representa un aumento del 0,1% respecto al mes anterior.
Según informó el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), los ingresos del Sector Público No Financiero se ubicaron en el 30,2% del PBI, registro que supone un aumento de un punto porcentual respecto a diciembre y se indica que las inversiones crecieron 0,2% del PBI, “fundamentalmente” debido a “mayores inversiones de las empresas públicas”.
Astori expuso en el foro de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas y manejó sus argumentos ante las críticas al gobierno sobre la pérdida de competitividad y el elevado gasto público. “No tenemos miedo de hablar del tema” competitividad porque hay nueva institucionalidad como el Sistema Nacional de Transformación Productiva y Competitividad, que “no existía hasta el momento”, dijo Astori en respuesta a las críticas de empresarios y productores.
A pesar de la entrada en vigencia de ajustes en tributos y las tarifas públicas incrementadas, las cifras en enero indican que no se ha logrado cumplir con los anuncios del equipo económico de abatir el déficit, porque hay un gasto rígido y Astori afirmó que “tanto las exportaciones como el consumo privado han jugado un papel muy importante en la recuperación del crecimiento desde junio de 2016” y “cuando se habla y discute de competitividad” hay que “tener en cuenta que exportaciones crecen a un ritmo importante”.
El ministro lamentó la falta de acuerdos comerciales y planteó que “Uruguay ha tenido una diversificación similar de exportaciones” a la de Chile, pero sin el acceso preferencial a mayoría de destinos. “Lamentablemente”, Uruguay tiene solo 31% de las exportaciones bajo algún acuerdo comercial, dijo Astori quien añadió: “Tenemos esta dificultad” que hay que cambiar, con “acceso preferencial” a mercados como “tienen nuestros competidores”.
Lo que el secretario de Estado ha omitido señalar es que esta falta de acuerdos comerciales responde a contradicciones y serias diferencias dentro de la fuerza de gobierno, por cuanto varios sectores y grupos de la coalición de izquierdas se han opuesto tenazmente a suscribir acuerdos con el “imperio” cuando se planteó la firma del tratado de libre comercio con Estados Unidos, y lo mismo está sucediendo con Chile y la perspectiva de acordar acuerdos preferenciales con los países de la Alianza del Pacífico y otras oportunidades, para seguir apostando a un Mercosur que continúa postrado. A la vez de señalar que en este período Uruguay ha crecido mucho más que sus grandes vecinos Argentina y Brasil, consideró que el “consumo también crece en forma relevante” como las exportaciones, “pero no podemos decir lo mismo de la inversión” y es lo que “tenemos que atender”, dijo Astori. Pero aclaró que “los planteos relativamente dramáticos acerca de estos aspectos, ignoran olímpicamente cómo nos ven de afuera”.
El punto es que una cosa es como nos vean de afuera y otra como nos afecta a los propios uruguayos la situación, porque en este país es cada vez menos atractivo invertir debido al alto costo del Estado, que limita la rentabilidad de las empresas al punto de apenas sobrevivir, aún produciendo o exportando más que nunca. Y por más que Astori reconozca las serias dificultades en abatir el gasto estatal exacerbado, el gobierno sigue manifestando una ostensible autocomplacencia al evaluar el escenario del país. Es que este gasto fue incrementado y consolidado por los sucesivos gobiernos del Frente Amplio apostando a que la recaudación seguiría aumentando en base a una bonanza insuflada desde el exterior que cualquiera podía suponer que no iba a durar para siempre, como efectivamente ha sucedido.
Lamentablemente, ha tardado mucho el gobierno darse cuenta –y mucho más en hacer algo al respecto– y solo hace pocos días anunció medidas que en teoría propenden a mejorar la inversión y la consecuente creación de fuentes de empleo genuino, pero todo indica que además de tardía, esta corrección no moverá la aguja en un escenario tan complicado.
Es que hay una absoluta falta de autocrítica en el gobierno respecto a los grandes problemas del país, y una muestra clara de ello es el tono de la reciente cadena nacional en la que el comunicador Fernando Vilar leyó un comunicado de Presidencia con datos que supuestamente iban a responder a los planteos del grupo de productores rurales autoconvocados.
Lo que se hizo fue enumerar cifras y medidas, muchas de ellas adoptadas incluso por gobiernos anteriores a los del Frente Amplio, que han tendido a contemplar al agro, cuando se cae por su propio peso que por ser el Uruguay un país de base netamente agropecuaria y depender de ella en sus exportaciones, este apoyo ha sido una cuestión de supervivencia y de autoprotección, a la vez que una fuente de recaudación para el Estado.
Pero al mismo tiempo se han omitido en la cadena aspectos clave que hacen que este y otros sectores de actividad estén hoy con graves dificultades. Estos aspectos tienen mucho que ver con lo que señalábamos respecto al gasto público, porque el eje es la falta de competitividad, los altos costos internos conjugados con un dólar planchado –que es consecuencia de un intento de mantener controlada la inflación– y que se ve reflejado en que por regla general hay una diversidad de productos que son más caros en las góndolas de los comercios uruguayos que en ciudades europeas, con la diferencia de que en esas latitudes los ingresos triplican y cuadruplican los de los uruguayos en cualquier área de actividad.
Esto se traduce por lo tanto en los costos de lo que intentamos vender al exterior, a lo que sin embargo no se hizo ninguna mención en la cadena, como si el tema no existiera.
Las medidas puntuales de escasa monta para algunos sectores de los autoconvocados, pero a la vez ignorando exprofeso que la problemática es mucho más vasta y comprende a la industria, al comercio, al mundo empresarial en general por los elevados costos de funcionamiento y baja rentabilidad, se explican parcialmente en el reconocimiento de Astori en el foro de ACDE sobre las serias dificultades de caja, que ni siquiera serán rozadas por el anuncio del gobierno de un paquete para incentivar la inversión y el empleo la semana pasada.
Y ojalá el tiempo dé la razón al secretario de Estado –es un deseo mucho más que un análisis racional de la situación– cuando optimistamente enunció en el foro que el “rumbo” de la política económica es el de “crecimiento inclusivo, apertura y diversificación y la apuesta a la calidad. Trabajar más que nunca para que Uruguay siga creciendo” y a un ritmo mayor.