Productores regantes obtienen rindes en soja por encima de 5.500 kilos y en maíz, de 14.000

El ingeniero agrónomo Luis Giménez destacó el trabajo que hace cinco años realiza la Asociación de Productores Regantes del Uruguay. A través de la utilización de pivots para el riego, obtienen –los de punta en la utilización de tecnología y conocimientos del riego– rendimientos que en soja están por encima de los 5.500 kilos por hectárea y en maíz, de 14.000 kilos.
Llevado a la cotización actual de la soja en el entorno de los U$S 380 por tonelada, estos productores obtienen poco más de U$S 2.000 por hectárea, mientras que en maíz logra por encima de los U$S 2.500 por hectárea, con el grano a U$S 185.
“Estos productores, que riegan desde hace unos cuatro o cinco años, ya están en los rendimientos potenciales que se obtienen acá en la Eemac, entre 5.000 y 6.000 kilos de soja y en el entorno de 14 toneladas de maíz”, aclaró Giménez. “El resto, el pelotón, todavía está ajustando las medidas de manejo, cómo manejar el agua, cuándo y cuánto riego”.
De todas maneras, comentó que estos productores, “cuando hablan con los vecinos, les dicen ‘tener un pivot de determinada cantidad de metros no es para mí y no la puedo controlar’ y por eso no riegan”. Los productores del litoral oeste son agricultores “históricamente” de secano y el agua venía de la lluvia. “Romper esa cultura de riesgo y no riego es difícil. Transformarse en productor regante no es fácil”, dijo Giménez.
En relación a los números, que es un factor que frena el riego, “las inversiones que se deben hacer en riego respecto a las máquinas, no son más allá de las inversiones que se hacen en otros equipos que utiliza en la agricultura”, acota. “No va más allá de lo que implica una cosechadora o una sembradora de última generación. Esas inversiones se hacen sin miedo y por eso digo que es un problema cultural”, subraya el profesional.
Se debe tener en cuenta que los equipos de riego “cuentan con plazos importantes para pagarlo, de acuerdo con lo que ha venido haciendo el MGAP con el BROU, que apoya a plazos extendidos”. Más allá del aspecto económico, “el cultural pesa muchísimo”, según Giménez. “El productor de secano que ve un pivot de 400 metros no le gusta mucho”. Consideró que el riego “es una tecnología cara, porque necesita inversiones y tiene costos directos elevados, como el costo de prender la bomba cada vez que se va a regar”.
Sostiene que en las inversiones “hay poco por hacer, porque las máquinas son fabricadas en el exterior. En los costos directos, hay responsabilidad de la investigación, en generar estrategias de riego que no utilicen toda el agua necesaria, pero que si incrementen los rendimientos también hay responsabilidad del Estado. Las tarifas de UTE son enormes, porque prender una bomba hoy sale mucho dinero”, sostuvo.
“Bajar el costo de la energía para realizar riego debería ser una política central, básicamente porque el Estado –por este período de falta de lluvia– va a perder muchísimo dinero en la recaudación”, enfatizó el docente e investigador de la Eemac. “Si el Estado no recauda porque hay deficiencia hídrica, porque cae la producción, evidentemente es un problema de todo el país”, dijo. Aclaró que “tampoco hay fuentes de agua en el litoral del país, que es otra de las limitantes centrales, porque hay productores que quieren regar, pero sin fuentes de agua no pueden hacerlo”.