Más problemas que soluciones en la industria

El estancamiento de la producción manufacturera en el Uruguay durante el año pasado pone de manifiesto problemas estructurales y de coyuntura que determinan los elevados costos de producir en Uruguay. Esto a su vez es la razón de la persistente pérdida de competitividad en nuestro país, con la consecuente erosión en la ecuación económica de las empresas, prácticamente en todas las áreas.
Entre otras manifestaciones, ocurre la pérdida de puestos de empleo tanto en cantidad como en calidad, precisamente donde se necesita mano de obra calificada, donde se pagan –o se deberían pagar– los mejores salarios, mientras el empresario apuesta a la tecnificación para ganar algo competitividad en base a menor empleo de mano de obra.
A propósito del escenario en este sector de actividad, un estudio de los consultores Horacio Bafico y Gustavo Michelin para el suplemento Economía y Mercado del diario El País, respecto al comportamiento de la industria manufacturera durante el pasado año, confirma que dentro del entramado industrial, todas las ramas en mayor o menor medida se vieron impactadas por los problemas de competitividad de la economía, la disponibilidad de materia prima, el crecimiento del consumo interno y la recuperación de las economías vecinas.
Es decir que no todos los factores han jugado en contra, pero su influencia conjunta, en algunos aspectos de origen coyuntural y en otros más estructurales, determinó que la producción manufacturera, excluida la refinería, prácticamente no varió si se la compara respecto a 2016.
En base a datos recientes publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el índice de volumen físico (IVF) de la industria manufacturera se contrajo 11% en el último año. Pero ese dato está afectado por el cierre durante ocho meses de la refinería. Si se la excluye, la producción no tuvo variación.
Para Bafico y Michelin, el descenso experimentado por la actividad industrial en el segundo semestre de 2017 se debe fundamentalmente al comportamiento de las ramas exportadoras, que han disminuido según sean de base primaria, industrial o las que están radicadas en zona franca.
En el caso de las exportadores de base primaria, estas actividades en su conjunto crecieron entre el segundo semestre de 2016 y el primero de 2017, contrayéndose en la segunda mitad del pasado año. Menor actividad en los frigoríficos, los molinos arroceros, las curtiembres y enlentecimiento en la industria láctea explican el desempeño, asociado a menor disponibilidad de materia prima. Los problemas de rentabilidad que soporta el sector primario unido a las dificultades asociadas a un clima que se presenta adverso, revelan perspectivas poco alentadoras para este conjunto de ramas.
A su vez el nivel de actividad de las empresas instaladas en zona franca se contrajo 4% en el último año, fundamentalmente debido al comportamiento del segundo semestre en el que la producción cayó casi 8%. Se trata de dos ramas industriales que ponderan con el 9% del IVF, la producción de pulpa de papel y la fabricación de concentrados para las bebidas cola. Esta última es la que explica la caída, ya que la producción de celulosa fue similar a la del año anterior.
Distinta es la evolución de las ramas exportadoras de base industrial, cuyo nivel de actividad muestra una tendencia al alza a partir del segundo semestre de 2016. En ese comportamiento incidió de manera contundente la mayor demanda desde la región. En particular la industria automotriz, que tras un freno retomó las exportaciones hacia los países vecinos, como así también la industria del plástico y los químicos básicos. Ese crecimiento está apuntalado por la recuperación en el nivel de actividad tanto en Argentina como en Brasil.
En cambio, las ramas que vuelcan su producción mayoritariamente al mercado interno sufrieron las consecuencias de una relación de precios relativos que no les resultó favorable y enfrentaron una competencia creciente de productos importados.
Se trata fundamentalmente de alimentos elaborados, vestimenta y calzado, que son actividades relativamente intensivas en mano de obra que enfrentan serias dificultades para competir con similares provenientes desde el exterior. Debe tenerse presente que en el último año las importaciones de alimentos y bebidas para los hogares aumentaron 7,2% en volumen físico y las de otros bienes de consumo que incluye vestimenta y accesorios para el hogar, lo hicieron en un 13,7%.
Otros datos importantes en el análisis refieren a que el IVF tiene como base al año 2006, cuando la producción de pulpa era el 0,8% del total de la industria. Desde entonces la producción manufacturera se incrementó 20%, pero la producción de pulpa y celulosa se multiplicó por 22.
A su vez, en el período, otras ramas disminuyeron su actividad. Ello revela que la industria experimentó un cambio estructural muy significativo, y ese cambio estructural se suma al hecho de que la mano de obra se encareció significativamente, al tiempo que el costo del capital se mantiene en niveles históricamente muy bajos. Esto último ocurre porque las tasas de interés son bajas y porque el costo de la tecnología es cada vez más bajo, incluso sin tener en cuenta que año a año hay mejoras sustanciales en productividad.
El descenso de la ocupación en el sector alcanza al 15% en los tres últimos años, lo que entre otros aspectos es consecuencia que los salarios siguen subiendo medidos en dólares. Esta tendencia arroja pronósticos diferentes: las empresas que puedan sustituir trabajo manual por automatismos seguirán produciendo, y las que no lo puedan hacer enfrentarán dificultades cada vez mayores por los altos costos que impone el país.
Es decir que las empresas que compiten en el mercado interno con similares del exterior y las exportadoras tienen un camino marcado por la realidad, que es el de apostar en el corto y mediano plazo a sustituir brazos por máquinas y mejorar su tecnología en áreas de una mayor productividad.
Esta dicotomía no es exclusiva del Uruguay, sino que se da prácticamente en todo el mundo, lo que no es un consuelo.
Pero en nuestro país el escenario es mucho más complejo, porque el tamaño de las empresas y el volumen de producción conspira a la hora de los costos, ni qué decir la incidencia que tienen los precios de insumos y los tributos, y el dólar planchado hace que no solo influyan los salarios medidos en dólares, sino toda la escala de costo país y la ausencia de beneficios arancelarios para ingresar a los mercados.
No es extraño entonces que el empleo que anda a la vuelta por regla general es de baja calidad, a la vez que tampoco hay personal calificado para contratar cuando se necesita, y ello da la pauta de que proliferen los “curros” laborales en el Estado, haciendo que éste se potencie cada vez más como el gran problema a resolver, en lugar de aportar a las soluciones.