El “apriete” del presidente Vázquez a la “Expoactiva”

La reciente decisión de retirar la declaración de interés turístico a la muestra denominada “Expoactiva” que se llevará a cabo en los próximos días en el departamento de Soriano deja en evidencia la molestia que la existencia del movimiento de los “Autoconvocados” le causa al Gobierno Nacional, y al Presidente Tabaré Vázquez en particular. Es importante mencionar que tal declaración fue solicitada por la Asociación Rural de Soriano en setiembre de 2017 y fue otorgada por el Ministerio de Turismo y Deporte para ser luego revocada en las últimas horas.
Como lo señala en su página web, la “Expoactiva Nacional es una iniciativa de la Asociación Rural de Soriano, asociación de productores rurales del departamento, con más de 120 años de trabajo en equipo”. Su primera edición se remonta al año 1992 y “en la actualidad está consolidada como la mayor muestra de agro negocios del país. Durante los cuatro días que dura el evento, participan más de 300 expositores y se presentan más de 750 marcas generando un impacto positivo en la región en áreas de conocimiento y tecnología”. En el pasado tanto el presidente Vázquez como el exministro de Ganadería Agricultura y Pesca, Tabaré Aguerre, visitaron la Expoactiva y elogiaron una iniciativa que es un motivo de legítimo orgullo no sólo para sus organizadores y participantes, sino también para el Uruguay en su conjunto.
Teniendo en cuenta estos antecedentes, un lector distraído se preguntaría por los motivos por los cuales el Gobierno le retiró un apoyo tan importante como la declaratoria de interés turístico a un evento de proyección nacional y regional que genera un movimiento comercial y productivo de indudable importancia, que se traduce no sólo con el montaje y funcionamiento del predio donde se desarrolla la muestra, sino también con la gastronomía, la hotelería, el movimiento carretero y tantos otras actividades colaterales que se traducen en trabajo genuino e ingresos para el departamento y el país. La respuesta es clara pero no por ello deja de ser dolorosa y alarmante, ya que la reacción gubernamental se debió a la presencia del movimiento “Un solo Uruguay” en dicho evento. Al parecer, el presidente Vázquez sólo quiere escuchar que vivimos en un país color de rosa donde todo funciona perfecto, pero eso súnicamente existe en su mundo imaginario.
Como un buen soldado, la ministra Kechichián trató de diluir la responsabilidad del presidente Vázquez por este nuevo ataque contra el sector agropecuario y rápidamente aclaró que era ella quien había revocado la decisión original que declaró de interés turístico a la Expoactiva. El intento de la ministra para asumir culpas ajenas es loable pero inútil teniendo en cuenta que el mandatario se ha tomado como un ataque personal cualquier opinión que difiera con las suyas. Preso de su propia ira, el presidente arroja puñetazos al vacío en una pieza a oscuras donde únicamente sus allegados más cercanos (muchos de ellos gozando de suculentos contratos, autos oficiales y viajes al exterior) lo vitorean y alientan en un combate contra todo y contra todos aquellos que no obedezcan la voluntad presidencial. En lugar de luchar contra los problemas reales que padecen diariamente los uruguayos en materia de educación, seguridad, desempleo o seguridad, Vázquez prefiere luchar contra enemigos imaginarios, tal como lo hacía Don Quijote, quien creía estar luchando contra míticos gigantes cuando en realidad arremetía contra los viejos molinos de viento que poblaban la tierra manchega.
Así las cosas, cualquier simple mortal, institución o grupo de personas que contradiga “el relato vazquista” quedará “en la mira” de un presidente cuya escalada contra las opiniones diferentes viene en franco aumento, fruto tal vez de los recientes escándalos en Ancap, ASSE o Ducsa por nombrar tan solo tres perlas de un largo y costoso collar. Una muestra de esa obsesión presidencial por controlar las opiniones de sus conciudadanos es el reciente llamado a licitación abreviada para contratar “servicios de monitoreo de medios y relacionamiento estratégico con medios de prensa relacionados con las acciones e iniciativas que lleva adelante la Presidencia de la República” en cuyos pliegos se requería informar a esa dependencia pública el “tono” de las noticias. A ello se sumó el “escrache” que desde las páginas de Presidencia de la República se realizó a Gabriel Arrieta, la persona que enfrentó recientemente a Tabaré Vázquez en la puerta del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca y sobre la cual se divulgaron datos de su situación patrimonial, información que de acuerdo con abogados especializados en derecho administrativo está protegida por la Ley de Protección de Datos Personales.
La práctica del presidente guarda mucha similitud con la llevada adelante durante los gobiernos de los expresidentes Néstor Kirchner y su esposa Cristina Fernández, quienes recurrieron a todo tipo de acciones (los famosos “aprietes”) para intimidar cualquier voz disidente, ya sea en lo político o en lo social. A esto se suma una constante y planificada acción del Gobierno para instalar una “grieta” en Uruguay que nos separe y clasifique en base a criterios funcionales a sus intereses, permitiéndole así distraer a la población en enfrentamientos estériles que únicamente generan división y debilitamiento de la sociedad civil. Al parecer el presidente Vázquez no logra comprender que está abriendo una “caja de Pandora” cuyo contenido ni él mismo conoce y cuyas consecuencias de enfrentamiento, inacción y dolor van a afectar a muchos uruguayos. La convivencia democrática, aquella que supone el respeto de quienes piensan diferente es un valor frágil, que debe conquistarse todos los días y que se pone en peligro por actitudes como las que viene mostrando el Gobierno Nacional en las últimas semanas.
Queda claro entonces que todos, sin importar nuestra orientación política, ideológica, religiosa o filosófica estamos bajo la atenta mirada de ese “Gran Hermano” en el cual se ha transformado el presidente Tabaré Vázquez. Todos podemos ser objeto de un “apriete” si a las autoridades nacionales no le caemos en gracia y es precisamente esa terrible posibilidad la que el poeta y dramaturgo alemán Bertolt Brecht ha resumido en uno de sus brillantes textos: “Primero se llevaron a los comunistas, pero a mí no me importó porque yo no lo era; enseguida se llevaron a unos obreros, pero a mí no me importó porque yo tampoco lo era, después detuvieron a los sindicalistas, pero a mí no me importó porque yo no soy sindicalista; luego apresaron a unos curas, pero como yo no soy religioso, tampoco me importó; ahora me llevan a mí, pero ya es demasiado tarde”.