Si quiere seguridad… consuma menos…

¿Dónde piensa estar el 15 de junio a las 9 de la mañana? Probablemente, la gran mayoría de los uruguayos digamos algo así como “frente al televisor más grande que me pueda comprar, tomando mate con bizcochitos” y palpitando el debut de Uruguay en el Campeonato de Fútbol Rusia 2018. Vamos, nosotros, a ganarle a Egipto. Quizás también se planifique utilizar el aguinaldo de medio año para al menos pagar buena parte del televisor más grande que encontremos.
Pero atenti, no es tan sencillo estimado consumidor uruguayo. Porque por andar exagerando y comprando de todo un poco estamos como estamos, con un notable aumento en la cantidad de delitos contra la propiedad. Y ¡claro! Si resulta que al uruguayo se le ocurre aumentar el consumo. No es sencillo para los delincuentes resistir la tentación cuando pasan por la ventana de su dormitorio y lo ven gozando con un televisor “así” de grande.
Serán todo lo “amigos de lo ajeno” que se quiera, pero son humanos y sensibles. No puede ser que se ande haciendo alarde de lo mucho que podemos comprar y disfrutar frente a sus narices.
Esto pasa en Uruguay, no en alguna estrella lejana. Pasa aquí, no es obra de la imaginación de Sabrina Vourvoulias, Emily St. John Mandel, Gary Shteyngart, Charles Yu o algún otro de los grandes escritores de ciencia ficción de este siglo XXI.
Aunque claro, a esta lista falta agregar otro que de ciencia ficción parece saber mucho, el ministro del Interior, Eduardo Bonomi. Para él, “el aumento del consumo de los uruguayos” es la clave del aumento de los homicidios y otros delitos. No es la única causa, no señor. Bonomi dice que también hacen lo suyo la puesta en marcha del nuevo Código del Proceso Penal (CPP) y la liberación de “una cantidad de personas privadas de libertad” que sucedió en octubre de 2017.
Gobernante que nos tiene acostumbrados a las explicaciones menos pensadas. No es el primero que sostiene que como los uruguayos compramos más, estamos más en peligro ante el delito. Ya el intendente de Montevideo, Daniel Martínez, había dicho cuando su ciudad estaba sitiada por la basura no levantada que los capitalinos podían consumir más y eso generaba más residuos urbanos.
En el caso de Bonomi, concretamente, dijo que el mayor consumo incidió en el aumento de la delincuencia, porque una buena parte de estos –45%– nace en “el conflicto entre delincuentes”, es decir, que los asesinatos se producen en el marco de los “ajustes de cuentas”. Entonces, esto dejaría en evidencia que las bandas de narcotraficantes, que tradicionalmente operaban en el mercado de la pasta base, ahora deben disputarse el de la cocaína, una droga de mayor precio. “Y eso es consecuencia –sostuvo–, quiéranlo o no, del aumento de la capacidad de consumo de los uruguayos, que pasan de la pasta base a la cocaína de nuevo. Eso lleva a un enfrentamiento (entre las bandas) y eso produce estas cosas”.
Ahí está la clave. Esos desaprensivos que tranquilamente estaban arruinando sus vidas con pasta base, resulta que ahora quieren el polvito blanco, que pone más dinero en la calle y que hace que los malos muy malos anden a los tiros para quedarse con el negocio.
Le faltó decir que el Estado, si dispara una bala, les compite de igual a igual con la venta de marihuana. Eso si, para la envidia, legal, porque es estatal. Nada de lo que hace un gobierno puede ser ilegal. Tampoco dijo nada que este asunto del cannabis como factor clave para combatir el narcotráfico (según el gobierno), lo que ha logrado es simple y sencillamente la llegada de la mafia rusa además de los carteles de Colombia y México.
Además Bonomi apunta al nuevo CCP porque “se redujeron las personas privadas de libertad y los procesamientos cayeron”. Además, la Justicia se dedicó a dar libertad a cuanto preso andaba en la vuelta, siempre según Bonomi.
Todo esto obligó a la Suprema Corte de Justicia a indicarle a Bonomi que “se otorgaron en el acto de Visita de cárceles realizado en Montevideo e interior, 224 libertades, lo que representa aproximadamente un 2%” de los 11.000 reclusos. Pero además, sobre el efecto el CCP, hay información estadística “disponible para cualquier interesado, entre los cuales obviamente se encuentra el señor ministro del Interior” y todos sus parientes, ya que estamos.
Si todo lo anterior fuera meramente el argumento de una novela de ficción, no sería tan preocupante. El problema es que es cruelmente real. Bonomi sí dijo estas frases y sí piensa así. Esto es, en lugar de cumplir con la tarea que le fuera asignada, esto es hacer todo lo posible (y un poquito de lo imposible también) para reducir el delito en general, para atrapar malvivientes de todo tipo y calaña, resulta que mueve el foco e ilumina al uruguayo promedio, que por tener dinero en el bolsillo –o capacidad de crédito– anda comprando y comprando cosas.
Droga “de la buena” para empezar, pero la lista puede ser infinita. Bonomi, en vez de hablar ante la prensa –esa entrevista se la dio al semanario Búsqueda– debería estar reunido con sus principales colaboradores día y noche hasta dar con la solución que la sociedad le demanda con insistencia en cuanto a la mejora en la seguridad pública.
Bien debe reconocerse la labor de la Policía en el reciente atraco multimillonario a la joyería del Conrad Enjoy en Punta del Este. Porque cuando se hacen las cosas bien, la sociedad aplaude.
Pero si cuando el ciudadano corriente camina por la calle tiene que andarse cuidado de quien viene detrás (o adelante), de tener siempre control de sus pertenencias porque de otra manera puede ser víctima de un delito, eso bueno, muy bueno o excelente incluso, se desmorona.
Uruguay es hoy el país de la región con mayor número de policías por habitante (809 cada 100.000), en tanto el promedio en América Latina es de 368, en Estados Unidos cae a 223 y en Canadá a 202. Pero si no hay patrullaje ni presencia disuasoria en la calle, y no hay una cabeza que planifique y capacite a sus efectivos, la prevención y el combate exitoso contra el delito no existe. Bonomi lleva cinco años en la cartera de Interior y parece que aún no ha asumido que la seguridad de los ciudadanos es su función primera y ese debe ser el fruto de sus desvelos.
En cambio, busca razones en la sinrazón. Se queja que los uruguayos pueden consumir alguna cosa. No muchas, aunque el ministro lo piense y lo diga. Pero nada podrá ocultar que el país vive en un estado de inseguridad muy importante y preocupante. Hace años que Bonomi está en el cargo, pero nada mejora. Algunas cosas empeoran. Y en eso no tiene nada que ver el televisor familiar, ni el nuevo CCP ni las libertades anticipadas. Falta cabeza, aunque parezca chiste tratándose de Bonomi. Falta planificación que lleve a una ejecución concreta y efectiva. Porque tenemos todo el derecho de tener el televisor más grande que haya, si lo podemos pagar. Mal que le pese a Bonomi. Que seguramente no tiene en su casa un 14 pulgadas.