Seamos la puerta al Atlántico Sur

El encuentro que mantuvo sobre fines de enero el gobierno uruguayo encabezado por el presidente Tabaré Vázquez con el canciller chino se enmarca en un proceso considerado como de creciente penetración del gigante asiático en América Latina. Esto ha dado lugar hasta a expresiones preocupantes del mismísimo Donald Trump, abanderado del nacionalismo proteccionista en su país, y que sigue considerando al subcontinente como el patio trasero de sus políticas comerciales y visión ideológica.
El acercamiento de China es de carácter esencialmente comercial pero tiene notorias implicancias políticas y genera compromisos recíprocos, sobre todo cuando se genera ingreso de capitales y por lo tanto de oportunidades de crear fuentes de trabajo genuinas, que tanto escasean en América Latina.
Como saldo de estos contactos, se ha reafirmado la visión de que en la próxima cumbre del Mercosur en Asunción del Paraguay —a celebrarse en junio— el presidente Vázquez volverá a recibir la presidencia pro tempore del bloque, y que entre sus prioridades figurará el trabajar por un Tratado de Libre Comercio (TLC) entre el Mercosur y China.
Esta concepción surgió en octubre de 2016 cuando el mandatario viajó a China para reunirse con el presidente de ese país, donde además se entablaron relaciones para iniciar negociaciones por acuerdos comerciales, en tanto a nivel de Mercosur las expectativas uruguayas estaban depositadas en gran medida en alcanzar el largamente postergado acuerdo entre la Unión Europea y el bloque sudamericano.
Tras veinte años de negociaciones, sobre fines del año pasado se divulgó que las dudas europeas en firmar un acuerdo de estas características son crecientes, y que por lo tanto la intención de concretar el primer acuerdo entre bloques del Mercosur desde su creación sigue en agua de borrajas en el corto y hasta mediano plazo.
Esta nueva dilación ha calado hondo en el gobierno de Vázquez, al parecer, y ello explica que se haya robustecido la alternativa de China, un país con el que se han construido buenas relaciones comerciales y diplomáticas a partir de la decisión del gobierno de Julio María Sanguinetti de acercarse al gigante de Asia.
Hace pocos días arribó a Montevideo un emisario del presidente chino para avanzar en las conversaciones en busca de acuerdos concretos en lo comercial, y el canciller chino Wang Yi, junto con el ministro de Relaciones Exteriores Rodolfo Nin Novoa, anunció el interés por estudiar la firma de un TLC entre el Mercosur y el país asiático. Precisamente Nin Novoa dijo que si bien la negociación puede ser bilateral, hay interés de Uruguay de tratar de ampliarlo a todo el Mercosur, pero paralelamente el gobierno uruguayo es consciente de que hay diversas posiciones sobre este tipo de tratados comerciales. Nin aclaró así que se puede avanzar a dos velocidades diferentes.
El interés uruguayo es avanzar fuertemente ahora, y que si Argentina, Brasil y Paraguay necesitan más tiempo para estudiar el tema, lo hagan, pero sin afectar los avances que logre nuestro país en los contactos bilaterales, lo que naturalmente es una idea a partir de la concepción e intereses del gobierno uruguayo, pero no necesariamente compartida por sus colegas del Mercosur, sobre todo Argentina y Brasil.
En este ínterin, la visita del canciller chino ya permitió avances en la profundización del mercado de carnes en Asia para Uruguay, lo que se enmarca en los objetivos del gobierno y que venían negociando desde hace meses, aunque restan todavía detalles para un acuerdo.
En este contexto, el gobierno uruguayo le propuso al canciller de China, Wang Yi, ser un país “hub” —de conexión— para la denominada ruta de la seda en Sudamérica. La iniciativa, que ha recibido un amplio reconocimiento y apoyo de muchos países, está destinada a “promover la complementación recíproca, el desarrollo y la prosperidad conjunta, así como a despertar el mayor potencial de desarrollo de todos los países”, señaló en rueda de prensa el representante chino junto al canciller Rodolfo Nin Novoa.
La ruta de la seda fue un recorrido organizado a partir del negocio de la seda china desde hace ya más de dos mil años, y el concepto fue retomado por el presidente chino en la actualidad como sistema de negociación y comercialización de las economías globalizadas que comprenden el recorrido que es básicamente gran parte del sur de Asia. Según Wang Yi, Uruguay ha planteado su deseo de ser en el Atlántico Sur, de cara a Asia, un hub regional para la Ruta de la Seda, “a lo que quisiéramos expresar nuestro alto aprecio”
La administración de los gobiernos de izquierda en nuestro país es presa de una contradicción en la propia fuerza de gobierno entre sectores radicales y moderados. Los primeros, aún siendo minoría, han logrado trancar todo intento de efectivizar estos tratados porque los consideran un “instrumento” del capitalismo para sojuzgar a los pueblos.
En los últimos doce años, esta postura ha venido liderando la política comercial y diplomática del país, con particular énfasis en la gestión de la cancillería que en su momento encabezó Reinaldo Gargano, y es así que por esta ceguera ideológica ya se perdió “el tren” del tratado de libre comercio con Estados Unidos años atrás. Ahora, se corre serio peligro de que suceda lo mismo con el firmado con Chile como puerta a los mercados del Pacífico, cuya ratificación parlamentaria sigue demorada por la oposición del Frente Amplio.
La fuerza de estos grupos es también manifiesta respecto al ingreso a la Alianza del Pacífico, que integran Chile, Perú, Colombia y México, pese a que todo indica que sería de gran conveniencia para un país que necesita abrirse para crecer. China tiene un mercado de 1.300 millones de personas, y ya representa la cuarta parte de las exportaciones uruguayas totales, centradas mayoritariamente en carnes y soja.
Es momento para revertir este proceso y tener presente las oportunidades que significa que el canciller chino, luego de reunirse con el presidente Tabaré Vázquez y el canciller Rodolfo Nin Novoa, señalara que su país considera a Uruguay como su puerta de entrada regional al Atlántico sur, lo que es estratégicamente de un potencial enorme.