Inteligencia y sostenibilidad

La calidad del agua es un grave problema en nuestros ríos y arroyos, y suele incrementarse durante el verano debido a la presencia de cianobacterias, la sequía y la disminución del oxígeno en el vital elemento.
Sin embargo, hasta hace relativamente poco tiempo inconvenientes como las floraciones algales, muy conocidas por las comunidades litoraleñas del río Uruguay, no estaban en la agenda pública ni aparecían casi en los medios de comunicación nacionales. Esa situación tuvo un cambio hace un par de años luego que una concentración de algas provocara mal olor y sabor en el agua que OSE suministra a Montevideo, y también han sido noticia en otros momentos por la inhabilitación de playas para baños recreativos o provocando problemas más complejos como por ejemplo la afectación de la calidad de agua del río Santa Lucía.
Más allá de las playas, la recreación y los efectos sobre el turismo y la diversidad biológica, es importante señalar que las floraciones de las denominadas comúnmente algas verde azuladas o “verdín” tienen efectos sobre la salud de las personas y los animales, ya que son tóxicas en más del 50% de los casos.
Las cianobacterias están en casi todos los ambientes acuáticos urbanos y suburbanos, así como cuencas productivas, donde proliferan con éxito. Una de las razones principales de su expansión y supervivencia es la eutrofización del agua debido a la actividad humana: el aumento de nutrientes (fósforo y nitrógeno) en las aguas se asocia históricamente con las prácticas agrícolas y los aportes de aguas residuales domésticas, industriales o ganaderas no tratadas, que llegan directa o indirectamente a los sistemas acuáticos.
En 2016 una investigación de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (UdelaR) y la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) concluyó que era “muy preocupante” la situación de más de la mitad de 60 ambientes acuáticos monitoreados en el departamento de Montevideo, los cuales se encontraban por encima de la normativa, fundamentalmente en lo referido a los valores de fósforo.
Aunque la situación de la totalidad de los cursos de agua se desconoce bastante, el director nacional de Medio Ambiente, Alejandro Nario, reconoció que los sistemas naturales uruguayos están bajo presión y hay problemas de deterioro de la calidad de agua, erosión de suelos y pérdida de biodiversidad.
El exceso de nutrientes se presenta como un problema generalizado que provoca la aparición de cianobacterias en diferentes cursos de agua del país, entre ellos en las cuencas productivas.
En nuestra región, si bien la Comisión Administradora del Río Uruguay y la Comisión Técnico Mixta de Salto Grande realizan seguimiento de las floraciones algales en este curso de agua fronterizo, es necesario contar con más información sobre la situación real de otros cursos de agua debido a su importancia para uso productivo y humano.
En estos días, la Dirección Nacional de Medio Ambiente y la Facultad de Ciencias confirmaron que las medidas aplicadas en la cuenca del río Santa Lucía detuvieron el aumento de la concentración de fósforo.
Es una gran noticia después de la preocupación por el deterioro ecológico sufrido en este curso de agua, que es el principal recurso de abastecimiento de agua potable de más de la mitad de los uruguayos, que residen en Montevideo.
Desde la Dinama se destacó el gran porcentaje de cumplimiento entre las 21 industrias ubicadas en la zona, que se comprometieron con la propuesta de reducir el fósforo e invirtieron más de 30 millones de dólares para el logro de este objetivo a través de la instalación de reactores biológicos de última generación que eliminan nutrientes. También se puede citar como ejemplo el caso del frigorífico Las Piedras, que en 2012 vertía 160 kilogramos diarios de nitrógeno y 22 kilogramos diarios de fósforo, en 2017 no registro esos vertidos debido a la instalación de un sistema de riego que utiliza las propiedades fertilizantes de sus efluentes. Los tambos de la zona también debieron reorganizar su actividad en términos de mayor sustentabilidad ambiental por la simple razón del inicio de controles de la Dirección Nacional de Medio Ambiente, que deberá controlar unos 10 mil en el 2020.
Hasta el momento son auspiciosos los resultados de este trabajo con tambos, habiéndose constatado entre 2015 y 2017 una significativa disminución del aporte diario de nutrientes debido a la implementación de los sistemas de gestión de efluentes: 2.000 kilogramos menos de materia orgánica, lo que representa 450 kilogramos menos de nitrógeno y 160 kilogramos menos de fósforo.
El caso del río Santa Lucía y su contaminación, así como las buenas nuevas de mejora son un ejemplo claro que es posible gestionar el desarrollo y que con buenas prácticas y tecnología también es posible prevenir desastres ambientales que pueden causar mucho daño, impidiendo por ejemplo el uso de un recurso fundamental como el agua, además de evitar comprometer su sostenibilidad en el largo plazo.
Sin ninguna duda sale más barato prevenir y evitar el agravamiento de la situación ambiental que descontaminar, pero también es necesario mitigar y, a veces, descontaminar. No podemos darnos el lujo de no hacerlo porque hay mucho en juego.
Tenemos ganado con trazabilidad pero ¿acaso nuestros principales cursos de agua no deberían tenerla también como garantía de calidad para la producción y la salud de los ciudadanos, sin olvidar que estamos en un país que desde hace varios años utiliza la marca Uruguay Natural?
El campo está utilizando las últimas novedades tecnológicas para ser más eficiente. La agricultura, por ejemplo, es cada vez más inteligente y utiliza más tecnología.
En una época de uso cada vez más incipiente del denominado agrotech existen, por ejemplo, sensores que aportan información sobre el suelo y ayudan a predecir respuestas de las semillas, los cuales también colaboran con la preservación de suelos, un tema que adquiere cada vez más importancia en el país.
La protección de los recursos naturales finitos debería gestionarse de manera similar, con inteligencia, tecnología y visión de largo plazo. Se nos va mucho de nuestra riqueza en ello.
Bienvenidas las buenas nuevas sobre las condiciones del río Santa Lucía, pero también se requiere un estudio profundo de las condiciones de otros cursos de agua del territorio nacional y la adopción de medidas de prevención para asegurar que no se contaminen por usos agrícolas, industriales, el saneamiento u otros tipos de actividades humanas. La sostenibilidad requiere actuar con inteligencia y tomar las decisiones legales, políticas y económicas que sean necesarias.