De la tracción a sangre al tuning

Del antiquísimo carruaje (1840) al moderno automóvil preparado en la modalidad del tuning, han pasado indudablemente muchos años. Este carruaje, propiedad de Marcelo Laurencena, conservado impecable, con su asiento perfectamente tapizado, grandes guardabarros, hermosos faros y el asiento delantero reservado para quien llevaba las riendas de los caballos que tiraban de él.
Cerca del final del siglo XIX, los carruajes tracción a sangre comenzaron a sufrir la competencia cada vez más fuerte de los primeros automóviles –incluso en algunos casos eléctricos, que luego desaparecieron y hoy parecen volver– y el motor a explosión fue entonces el que pasó a dominar entre los medios de transporte hasta llegar a nuestros días.
En los últimos años y en materia de automóviles, fue surgiendo una tendencia impulsada sobre todo por los jóvenes: el tuning. Es una modalidad que se centra en el rediseño de los autos, la pintura, el sonido, las bocinas, las mediciones y las luces. Por cierto, pegó y hoy los concursos, desfiles, muestreos que se llevan a cabo en distintos lugares, Paysandú incluido, determinan la concurrencia de muchos cultores y del público que sigue dichas actividades. Tanto la antigua carroza, símbolo de un tiempo que ya se fue en materia de transporte, como todo lo moderno que entraña y representa el tuning tuvieron su espacio en la jornada donde también los autos clásicos y antiguos fueron vistos y admirados en la Fiesta de la Prensa de EL TELEGRAFO.