A mantenerlo

En el mundo solo hay 19 países con democracia plena. Y en América Latina y el Caribe, únicamente Uruguay puede considerarse como tal, mientras que en esa región hay 16 democracias defectuosas, cinco regímenes híbridos y dos autoritarios. Esta es la calificación de The Economist Intelligence Unit, en un análisis de la democracia en 2017, que incluye a 167 países.
Es un dato no menor y a tener en cuenta cada vez que despotricamos contra nuestro sistema. En el global, Uruguay se ubica en el puesto 18. Si bien hay muchas cosas para mejorar –en especial desde el punto de vista de gestión del gobierno y de sus empresas públicas–, podemos tener la satisfacción de que, por el momento, las instituciones están firmes y sólidas. Será deber de todos mantenerlas y no ingresar en caminos peligrosos como, por ejemplo, el venezolano en cuya tierra se erige una dictadura.
El informe de The Economist evalúa a los países según cinco categorías: proceso electoral y pluralismo, libertades civiles, funcionamiento del gobierno, participación política y cultura política. Basado en esto, clasifica a los países en cuatro tipos de régimen: democracia completa, democracia falsa, régimen híbrido y régimen autoritario.
Uruguay obtuvo la máxima calificación en proceso electoral y pluralismo (10) y libertades civiles (9,72). En tanto, alcanzó un puntaje de 8,93 en funcionamiento del gobierno, 7,50 en cultura política y 4,44 en participación política, con un puntaje global de 8,12, aunque cayó con respecto a 2016, cuando había sumado 8,17. La diferencia es mínima, pero a prestar atención: la escasa puntuación en participación política puede marcar una pauta, ahora que estamos próximos a una campaña electoral.
América Latina también disminuyó su puntaje (6,26) con respecto al año anterior (6,33). La región se encuentra muy por encima del promedio mundial de proceso electoral y pluralismo, pero debajo en cuanto a funcionamiento del gobierno o participación política, debido a los problemas de corrupción, crimen organizado y bajos niveles de compromiso político. A nivel mundial, el top 10 se conforma de esta manera: Noruega, Islandia, Suecia, Nueva Zelanda, Dinamarca, Irlanda, Canadá, Australia, Finlandia y Suiza, mientras que Corea del Norte se ubica al final, acompañado de Siria, Chad, República Central Africana y el Congo.
Las democracias defectuosas y los autoritarios suman 57 países. Estas representan el 44,8% de la población mundial y, entre ellas, se encuentran países como Corea del Sur, Francia y Estados Unidos. Sí, Estados Unidos, seguramente gracias al inefable presidente Donald Trump. La amenaza a la libertad de expresión es la causa que los coloca en esa categoría.
Joan Hoey, editora del informe de The Economist, señala que la libertad de expresión enfrenta una triple amenaza: “El pilar democrático más amenazado está en los países democráticos y autoritarios, en los cuales se observa el aumento de difamación, prevención del terrorismo, blasfemia y otras leyes para frenar la libertad de expresión”.
Es que esta edición del índice analiza con detenimiento la libertad de prensa. De allí, surge que 89 países disminuyeron su puntaje al respecto y solo 27 mejoraron. Uruguay presenta un puntaje de 9 en un máximo de 10, que lo ubica entre los países completamente libres. De los países latinoamericanos, lo acompaña solamente Chile.
Al reporte de The Economist le siguió el de la Heritage Foundation de Estados Unidos –ambos divulgados a principios de este mes– con el Índice de Libertad Económica, uno de los más importantes a nivel internacional, utilizado ampliamente en ámbitos académicos y empresariales. En ese listado, Uruguay alcanza otro puesto preponderante al mantenerse en la colocación número 38 a nivel mundial entre 180 evaluados y cuarto en la región de las Américas, pese a que cayó medio punto en su calificación. Los tres primeros son Hong Kong, Singapur y Nueva Zelanda. Los peores, Cuba, Venezuela y Corea del Norte.
Este índice se divide en cuatro áreas, que integran 12 componentes: Estado de Derecho (derecho de propiedad, efectividad judicial e integridad del gobierno); tamaño del Estado (carga tributaria, gasto público y salud fiscal); eficiencia regulatoria (libertad empresarial, libertad de trabajo y libertad monetaria) y apertura de los mercados (libertad de comercio, libertad de inversión y libertad financiera).
Uruguay obtuvo un puntaje de 69,2 sobre 100. “A pesar de que el crecimiento económico se recuperó en Uruguay en 2017, el gobierno enfrenta la necesidad de una consolidación fiscal debido al deterioro de las cuentas fiscales de 2014-2016, que provocan un mercado de trabajo inflexible y altos impuestos”, dice el informe.
“La economía uruguaya se destaca en la región debido a su relativa apertura, basada en un fuerte compromiso para sostener el Estado de Derecho. Uruguay es considerado el país menos corrupto de América Latina, incluso por encima de Chile”, añade. En general, son buenas noticias, pero con puntos de encuentro con un llamado a no dormirse. A mantener esas buenas notas.