A estos señoritos, no se les puede decir nada

Con cinco agrupaciones de carnaval actuando en la noche del domingo, era previsible que se terminara de madrugada. No obstante, rápidamente, se culminó el conteo de votos y se conocieron los nombres de los clasificados. Con una sola excepción, todas las agrupaciones clasificaron.

Luego vino el sorteo o el acuerdo de programación, tomando en cuenta que hay algunos grupos que aún siguen participando fuera del departamento en campeonatos regionales. Como siempre, como desde hace años, nos dirigimos al lugar donde se iba a realizar el sorteo. Pero un guardia de seguridad impidió el acceso. “¡Prensa, no!”, aulló alguien desde dentro del área de camerinos y ambulatorio del Anfiteatro.

A ver. Se iba a sortear o a acordar el orden de actuación de la Ronda Final del concurso. ¿Cuál puede ser el fin de la prensa de estar presente? Tan sencillo como obtener la información por vía directa y difundirla tan rápida y acertadamente como fuera posible. El orden de la última presentación de las agrupaciones no tiene nada de secreto. Salvo que se quisiera hacer algo ilegal. ¿Tantos recaudos para impedir el acceso a algo tan sencillo?

Tal vez a los carnavaleros –los mismos que cantan y demandan libertad, pluralidad, oportunidades, lucha contra la corrupción– no les gustan las opiniones que difieren de su “espejito, espejito”. O tal vez sean las autoridades municipales las que no quieran que nadie les rompa su mundo de “transparencia eterna”.

Lo que sea, no fue un acto contra la prensa, fue claramente un ataque a la población. Quizás por ahí habrá que empezar a entender por qué tan poco público concurre al concurso oficial, que hasta –parece– tiene más repercusión en los medios que en la propia comunidad.

Ediciones atrás, opinamos sobre lo que desde esta visión fue un “desbarajuste” en la programación de la Segunda Rueda. Lo fue. Un desastre de verdad, porque no le dio importancia al concurso de Paysandú y porque no se pensó en la necesidad de atraer público. ¿Tanto los molestó?

Los funcionarios directamente involucrados en este asunto que derivó en que la prensa fuera detenida con patovicas (no sea cosa de que se revolucionaran y atacaran con grabadores y micrófonos) fueron Gastón Giles –titular de Diálogo con los Vecinos, lo que no deja de sorprender, porque cortó el diálogo con los vecinos, con quienes dice querer conversar– y Rosina Giamberini, coordinadora de Cultura (¡vaya!).

También estaban presentes la presidenta del jurado, Alexandra Guariglia, y los representantes de los grupos clasificados. No queda clara su participación en esta sin precedentes decisión. El security no dejó preguntar.

Desde este lugar, parece evidente que no fue una decisión del intendente Guillermo Caraballo. Pero su administración tiene, desde la madrugada del lunes, el “privilegio” de ser la primera en prohibir expresamente la presencia de medios de prensa en un simple, sencillo y no tan importante sorteo de orden de actuación. Nunca antes había pasado. ¿Pasará en el futuro? ¿Dejará que siga pasando el intendente Guillermo Caraballo? E.J.S.