El sector agropecuario y la indiferencia del presidente Vázquez

La movilización que llevan a cabo productores rurales en distintos puntos del país ha dejado en claro la indiferencia del Presidente Vázquez por ese sector productivo, motor de nuestra economía nacional. A pesar de que al gobierno nacional le gusta mostrar internacionalmente la calidad de nuestra producción agropecuaria, su actitud cambia radicalmente cuando se reclaman algunas mejoras para el mismo.
Como si se tratara de un reflejo condicionado, la sola mención de la palabra “agro” pone en funcionamiento tanto a nivel de gobierno como de sus defensores en las redes sociales una artillería de lugares comunes (encabezada por las tan mentadas camionetas “4×4”) que buscan desprestigiar a los manifestantes, a quienes se les trata de explotadores, terratenientes, agentes desestabilizadores de la democracia u operadores políticos de la oposición, entre otros calificativos. Es probable que falte muy poco tiempo para que alguno de los integrantes del gobierno nacional o del PIT-CNT diga que las manifestaciones del agro son planificadas e impulsadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) o el famoso “Plan Atlanta” que fue invocado cuando surgieron las irregularidades de Raúl Sendic en Ancap y que es definido por alguno de los partidos políticos que integran la fuerza política de gobierno como “una coordinación continental de la derecha para desestabilizar a los gobiernos de izquierda.” Mal que les pese a quienes atacan estas movilizaciones, las personas que participan de ellas están amparadas por los derechos de pensamiento, expresión, reunión y asociación que están expresamente reconocidos a nivel constitucional y por la propia Organización de Naciones Unidas. El Presidente no debe olvidar que los productores rurales también son ciudadanos uruguayos y como tales tienen derecho a ser protegidos en el goce de su vida, honor, libertad, seguridad, trabajo y propiedad, tal como lo establece el artículo 8 de nuestra Carta Magna. No son delincuentes como afirman muchos operadores políticos del oficialismo, son ciudadanos ejerciendo un legítimo derecho que posee la máxima protección jurídica.
Es importante destacar que la actitud indiferente del presidente Vázquez no se aplica a otros sectores, tal como sucede con el sindicalismo, que siempre ha obtenido en forma rápida y adecuada a sus intereses todo aquello por lo cual ha reclamado. Tal vez ello se deba a que en Uruguay los sindicalistas forman parte de una clase dirigente, una casta, a la cual no pertenecen el resto de los uruguayos “de a pie”. Así pues, hay una vara para medir a estos reclamos del sector agropecuario y una muy diferente para medir las medidas sindicales que dejan al país sin transporte, sin entrega de combustibles, sin servicios de salud, sin gas o sin recolección de basura. Se trata de un sistema de varas que se fundamenta en la convicción de que existen ciudadanos de primera (los sindicalistas) y de segunda (el resto de los uruguayos). A pesar de ese tratamiento tan dispar, Tabaré Vázquez y el Frente Amplio han sabido utilizar y explotar, cuando les ha convenido, los reclamos del sector agropecuario, tal como sucedió en el año 2002 con el campamento instalado en las inmediaciones del Palacio Legislativo o la incorporación a filas frenteamplistas de ex dirigentes agropecuarios como Gonzalo Gaggero (quien pasó de Presidente de la Federación Rural a Presidente del Instituto Nacional de Colonización) o Humberto Fratti (ex Vicepresidente de la Federación Rural, luego Presidente del Instituto Nacional de Carnes y actualmente diputado del MPP) quienes, de acuerdo con lo informado por la prensa, han invertido en tierras en Paraguay. Esta conducta previa del Frente Amplio, impulsando en plena crisis conflictos y movilizaciones bajo la regla “cuanto peor, mejor” hace que resulten ridículas las acusaciones de que las movilizaciones del agro están siendo arengadas por la oposición. Atacar un reclamo social diciendo que tiene móviles políticos es una estratégica política más vieja que el agujero del mate, pero en este caso el Frente Amplio no tiene autoridad para efectuar ese señalamiento, teniendo en cuenta su actitud de apoyo al paro nacional parcial y las movilizaciones en Punta del Este en enero del 2002 (cuando el país necesitaba imperiosamente recursos para paliar una crisis profunda) o a la marcha del Hospital Filtro en el año 1994.
El actual gobierno y los anteriores desde el año 2005 han sucumbido a la llamada “Maldición de Malinche”, otorgando beneficios varias veces millonarios en dólares a empresas multinacionales, pero ignorando, despreciando y ridiculizando los reclamos de los comerciantes, productores rurales e industriales uruguayos que todos los días tratan de mantener abiertos sus emprendimientos sin más respaldo que su propio esfuerzo y patrimonio, quienes además no acceden directa y fácilmente a los cómodos sillones de la Torre Ejecutiva como hacen muchas multinacionales; tal vez esa diferencia en el trato explique porqué no hemos visto manifestaciones de empresas extranjeras en las rutas nacionales.
Lo cierto es que las multinacionales no necesitan movilizarse, ya que los gobiernos del Frente amplio han sido sus mejores defensores permitiendo, entre otras cosas, la extranjerización de la tierra y que muchas áreas vitales de nuestra economía se encuentren en manos de empresas extranjeras, tal como sucede con los frigoríficos, la forestación o la plantación de soja. También en este caso queda expuesta la contradicción del mal llamado credo “progresista”: se impide la importación de combustibles refinados (lo que abarataría sus precios al público y evitaría el uso de una refinería cuyo costoso mantenimiento es, curiosamente, defendido por los jerarcas frenteamplistas) invocando razones de soberanía, pero se permite que sean extranjeros quienes determinan cómo se manejan sectores económicamente vitales para Uruguay.
El poeta español Antonio Machado expresó en uno de sus poemas una frase que se aplica a la actitud de Tabaré Vázquez ante la actividad agropecuaria: “Desprecia cuando ignora”.
Sería deseable que el Presidente abandone momentáneamente sus ocupaciones montevideanas para conocer de primer mano los padecimientos de una escuela rural aislada, de un tambero arrinconado por los altos costos productivos o de los jóvenes que se deben radicar en la ciudad para buscar un futuro mejor. Conocer más su propio país le permitiría al Presidente entender sus problemas reales y buscar la forma de representar a todos los uruguayos, tratando de conciliar sus justos intereses y aspiraciones.
Lamentablemente, Tabaré Vázquez apuesta a importar desde Argentina la famosa “grieta” para instalarla en nuestro país y debilitar a los productores agropecuarios nacionales, aunque para lograrlo tenga que recurrir a la división entre los ciudadanos, quienes deberían estar unidos, tirando juntos y parejo de este sufrido pero hermoso carro llamado Uruguay.