Contra el calentamiento global, paso a paso y todos coordinados

La reciente cumbre del clima de Bonn, llamada COP23, concluyó con avances en aspectos técnicos, pero con asuntos importantes aún por resolver, sobre todo en lo que respecta a la financiación de las bien intencionadas acciones en esta dirección, pese a que el cierre se dio con una emotiva canción de despedida y un deseo de paz y un buen viaje de vuelta a casa a los delegados de casi 200 países.
Nuestro país, que incluso ha puesto énfasis en su condición de país natural para llegar a mercados con exigencias específicas sobre prácticas amigables con el medio ambiente, tiene un lugar en este intento de armonizar acciones a nivel global. Así, en una nueva etapa que dará inicio al programa agropecuario creado durante la COP23, se buscarán consensos para implementar medidas que reduzcan el impacto en la producción agrícola del aumento de la temperatura global.
En entrevista con la agencia EFE, Walter Oyhantçabal, quien representó al Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca de nuestro país en las negociaciones sobre temas del sector de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Cmnucc) en la COP23, hizo énfasis en esta búsqueda de consenso para mitigar el impacto del calentamiento global en la producción agrícola.
El profesional, quien se desempeña además como director de la Unidad de Sostenibilidad y Cambio Climático del Ministerio, señaló que Uruguay –elegido coordinador de los países en desarrollo de la Cmnucc– ya comenzó a trabajar con miras a los talleres y reuniones que mantendrán las delegaciones este año.
“Ahora mismo estamos coordinando posiciones que vamos a llevar al taller de FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) en marzo y luego seguiremos trabajando en qué posición vamos a llevar a la reunión de los órganos subsidiarios de la Convención este mayo en Bonn”, expuso, para añadir que si bien en la COP23 lograron crear este programa, aún resta definirse cómo se llevará a la práctica, por lo que, en la primera reunión del año de los órganos de la Cmnucc comenzarán a negociar la instrumentación del programa y la hoja de ruta. Para Oyhantçabal este año se abre una nueva etapa que será promisoria para el programa, porque implicará poner en funcionamiento la fusión del equipo que aborda el plano científico-técnico con el que planea la implementación de las medidas necesarias para mitigar el cambio climático en el sector agropecuario.
“Logramos salir del mero trabajo de presentación de propuestas que no tenían un vínculo directo con los programas de implementación de la Convención a atar las dos cosas”, apuntó el ingeniero agrónomo, y consideró que es un desafío para Uruguay, ya que debe generar consensos para lograr el apoyo financiero de los países desarrollados, responsables históricos del cambio climático.
“Tenemos desafíos importantes como promover y facilitar una posición única de los países en desarrollo que exprese claramente las necesidades de estos países y tenga fuerza, porque eso le da un peso específico muy grande en la negociación”, valoró.
Trajo a colación que cuando Uruguay debutó como coordinador en la COP23, lo hizo “con un estilo muy participativo y muy facilitador” en el que escuchó “a todo el mundo” y evaluó que en la etapa que comienza el programa dará “un cambio cualitativo muy grande” en la planificación de las medidas para que el sector agropecuario se adapte a la creciente problemática del calentamiento global.
En cuanto a las principales medidas que se deben tomar en este escenario, subrayó la importancia de mejorar la capacidad de los países para dar buenos análisis de vulnerabilidad, ya que esto cambia de acuerdo al rubro y el país y es necesario desarrollar sistemas de alerta que anticipen fenómenos climáticos extremos y promuevan buenas prácticas sobre el manejo de cultivos.
Sostuvo incluso que el cambio climático aumentará “cada vez más” la presión de las plagas y enfermedades en la producción de alimentos, por lo que será clave incentivar y concienciar a los productores agropecuarios a que adopten buenas prácticas que reduzcan la vulnerabilidad, ya que el calentamiento global “es inequívoco”.
Debe tenerse en cuenta que en este contexto de supuesta armonía internacional, donde igualmente cada país defiende sus intereses y se pisan callos que luego dan lugar a pases de facturas, hay situaciones muy diferentes en cuanto a quién contamina y cómo. Además, hay que considerar el papel que cada uno debe asumir en este esquema de revisión de prácticas que durante siglos han ido afectando el clima, al punto que ni siquiera los científicos se han puesto de acuerdo sobre el grado en que realmente se va hacia el calentamiento global, y mucho menos en la forma de evitarlo.
La COP23 concluyó con algunos avances en cuestiones técnicas, sí, pero aún por resolver sobre las reducciones de las emisiones, que se aplaza hasta finales de 2018, en Katowice, la ciudad polaca que acogerá la próxima cumbre del clima.
La cumbre precisamente ha estado marcada por los desacuerdos sobre la financiación de los países más ricos y los menos desarrollados. Estos últimos consideran insuficientes las ayudas económicas de los países más industrializados para abordar el cambio de modelo energético.
Como puntos a favor, la última cumbre ha demostrado que pese a los pasos hacia atrás del Gobierno de los EE.UU. con Donald Trump a la cabeza, cada vez es más claro entre los países, ciudades, empresas y comunidades de todo el mundo que la transición a la reducción de emisiones de carbono ofrece la única posibilidad seria de crecimiento y desarrollo económico sostenible.
Los delegados de los casi 200 países presentes en la cumbre expresaron la preocupación de que la lucha contra el cambio climático va demasiado lenta, y continúa sin ser suficiente para cumplir con el Acuerdo de París. Todos en los discursos de Bonn reconocieron que las naciones aún estaban lejos de ese objetivo y las escasas promesas de limitar los gases de efecto invernadero resultan en acelerar el calentamiento, por lo que más allá de los discursos hay materias pendientes cuya dilucidación se va dilatando.
Lo cierto es que aún con elementos disonantes –como el nuevo escenario político en Estados Unidos– gradualmente va in crescendo a nivel mundial la concepción de que es preciso encarar acciones para detener y en lo posible revertir la tendencia del cambio climático.
Por encima de intereses que hasta ahora han predominado, es preciso reafirmar y profundizar líneas de trabajo, asumiendo responsabilidades y a la vez plasmar en los hechos nuevos estímulos para el pasaje a energías amigables con el medio ambiente.