Cada vez más virtuales

El auge del bitcoin, la principal moneda virtual, marca una tendencia en este mundo cada vez más digitalizado y a lo que habrá que acostumbrados, en todo sentido. No hay vuelta atrás. Pero al mismo tiempo, por las caídas que ha experimentado recientemente el bitcoin, ha quedado en evidencia que hace falta una mayor regulación en el sector.
El bitcoin descendió ayer por debajo de los 10.000 dólares por primera vez desde principios de diciembre. El precio de la criptomoneda cotizaba a unos 9.807,56 dólares, una caída de cerca del 50% desde que alcanzó su máximo histórico el 18 de diciembre, según datos de la agencia de prensa financiera Bloomberg.
El bitcoin no valía más que unos pocos centavos cuando fue creado en febrero de 2009 por varios informáticos que se escondían bajo el pseudónimo de Satoshi Nakamoto y alcanzó el mes pasado su máximo de 19.511 dólares. No alcanzó los 100 dólares hasta 2013 y no fue hasta principio de este año que superó los 1.000.
Esta caída del bitcoin afectó a todas las criptomonedas. Analistas explicaron que esto sucedió entre otras cosas por una mayor voluntad de regular el sector. La semana pasada el gobierno surcoreano anunció que se estaba preparando para prohibir el uso e intercambio de criptomonedas, pero poco después se ratificó. Corea del Sur es uno de los países del mundo con más plataformas de intercambio de bitcoins. A esto se le agregaron los rumores de que China también se plantea la posibilidad de prohibir el proceso informático que emite la moneda.
Los especialistas aseguran que el bitcoin se explica en buena medida por el ascenso de los precios. El bitcoin es una moneda descentralizada, o sea, no es emitida por ningún Banco Central. “Ningún país o institución tiene el control de su oferta. Nadie puede generar un nuevo bitcoin por su propia voluntad. No hay un individuo o entidad a quien consultar si fulano tiene el saldo suficiente para pagarle a mengano. No hay cuentas almacenadas en tablas de ningún servidor superseguro en el subsuelo de un banco. El bitcoin es el paradigma de la ubicuidad llevado al terreno financiero. Quizás por eso genera tanta fascinación en el mundo tecnológico y tanta resistencia entre economistas y expertos en finanzas”, señaló un análisis de El Observador.
El mismo informe continuaba detallando que cada usuario de bictoins posee una llave de seguridad encriptada, que le brinda acceso al sistema y le permite acometer operaciones. “Los mineros son los encargados de validar las transacciones que se realizan. La operación de un usuario envía a un número importante de mineros una orden. Para validar la operación, los mineros deben resolver una serie de problemas matemáticos simples, pero que exigen importante fuerza bruta de cálculo. El primero en lograrlo, es el que anota en sus registros la operación y la distribuye al resto de los mineros. Por ese logro se lleva una recompensa, que es ni más ni menos que un premio en bitcoins”, añadió.
Los mineros de bitcoin son la figura clave del blockchain que sustenta esta criptomoneda, y de las aproximadamente 800 criptomonedas existentes. No son personas, sino máquinas. El blockchain es la tecnología de base de datos transaccional replicada que permite sostener un sistema de esas características. Sin ellas y sin los mineros, nada funcionará en este mundo virtual.
Los fundamentos detrás del bitcoin son difíciles de determinar. Nadie sabe cuál es el precio justo a pagar por una unidad. Por más que se trata de una tecnología con un alto potencial disruptivo –la aplicación del blockchain va mucho más allá del bitcoin y puede llegar a transformar por completo las dinámicas burocráticas de la administración pública y el sistema financiero, entre tantos otros usos en fase de estudio–, no es fácil determinar un precio objetivo para las criptomonedas, prosiguió el análisis de El Observador. “No estamos ante el triunfo de la tecnología sobre el sistema financiero. Al final del día, la apuesta por el bitcoin no es otra cosa que un salto de fe”, concluyó. Como decíamos, un factor que históricamente ha dado grandes golpes al bitcoin ha sido la agitación reglamentaria. El anuncio de China de que estaría prohibiendo las criptomonedas y luego las criptobolsas, hizo estremecer al mercado, como quedó claro con la baja de ayer. Otro tanto sucedió cuando el Ministerio de Justicia de Corea del Sur anunció de manera independiente que prohibirían el comercio de criptomonedas. Esto se hizo sin el consentimiento del Ministerio de Estrategia y Justicia y otras agencias gubernamentales involucradas en el grupo de trabajo de regulación de criptomonedas de Corea del Sur. De acuerdo con un vocero del grupo de trabajo de criptomonedas surcoreano, no hay planes para prohibirlas.
En Estados Unidos, la Comisión de Bolsa y Valores, que tiene un poco de historia en el espacio de criptomonedas, está empezando a hacer mucho más ruido en su intento de regular por temores al lavado de dinero y el uso de criptomonedas para usos fraudulentos. Es que la regulación siempre es una tentación para los gobiernos y los organismos de contralor, que tiene su lado positivo para no evitar las burbujas pero que también existen para tener todo bajo su égida. Lo cierto es que el bitcoin, las criptomonedas, llegaron para quedarse.