Una cancha marcada

El proyecto enviado por el Poder Ejecutivo para solucionar el reclamo de los autodenominados “cincuentones” beneficia a quienes cumplieron 50 años al 1º de abril de 2016, pero no abarca a unas dos mil personas que ya se jubilaron. La iniciativa propuesta por el presidente Tabaré Vázquez, establece que “el dinero transferido desde las AFAP sea administrado a través de un fideicomiso del BPS que será destinado a atender los requisitos económicos, es decir el dinero que haya que pagar por jubilaciones”. Este fideicomiso evitaría que los fondos de las cuentas individuales se utilicen para otros fines y la AFAP realizaría la transferencia de activos al BPS para que lo administre en favor de los damnificados.
Uno de los cálculos efectuados por República AFAP estimaba que si casi 30.000 personas decidieran pasar al régimen de transición, son U$S 1.400 millones que pasarían al BPS y cubrirían prestaciones por un lapso de 10 años. A partir de allí se haría cargo el BPS, con una erogación de U$S 200 millones anuales y un costo acumulado de U$S 2.600 millones.
Desde un comienzo, el ministro de Economía, Danilo Astori y su sector Asamblea Uruguay manifestaron sus reparos y anunciaron que no votarán el proyecto de ley del gobierno.
El conductor de la economía uruguaya considera que esta solución es una pesada carga fiscal, que pone en riesgo el grado inversor logrado por Uruguay, cuyo costo se aproxima a U$S 3.700 millones. Pero la interna se caldea conforme pasan los días y Astori siente la falta de apoyo del mandatario, quien mantiene vigente el proyecto a estudio del Parlamento. Y en medio de la polémica pública, distintos sectores –como Ir, de Macarena Gelman– se desviven por presentar una alternativa que descomprima una de las principales crisis de la fuerza política.
En todo caso resulta difícil de creer que Astori amenaza con su renuncia sólo por el tema de los cincuentones y nada más, no obstante, todos coinciden en que el partido de gobierno se encuentra en un momento complejo, donde se torna difícil la adopción de una decisión política de esta envergadura.
Lo cierto es que ha transformado la cara del gobierno y algunas resoluciones, tales como la ausencia de Astori en el foro que realizará la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa el próximo jueves por “acumulación imprevista de tareas”. Mientras tanto, el astorismo presentó una solución que resultó rechazada por la propia fuerza política y se enmarca en un tope de las jubilaciones para que se cobre un 20% menos. Aunque existe voluntad de continuar las negociaciones, Astori ha manifestado que continuará hasta el final y es así que está dispuesto a abandonar su cargo en el ministerio, asumir como senador, votar en contra del proyecto del Ejecutivo y enfrentar la disciplina partidaria que tanto efecto mediático ha causado en los últimos años dentro del Frente Amplio.
Como si todo esto fuera poco, el presidente de la fuerza política, Javier Miranda, no se guardó nada y sus declaraciones a Búsqueda, también generaron reacciones porque calificó el debate interno como una “burrada política” y posiblemente tenga razón, aunque su liderazgo ha sido cuestionado desde la renuncia de Raúl Sendic.
La agrupación fundada por Astori realizó su reunión habitual de fin de año y allí nuevamente el dirigente explicó el costo que generará a las finanzas estatales con un mensaje más hacia dentro que hacia fuera: “con las reformas que estamos impulsando, como la de la Caja Militar y la de las AFAP, entre otras, estamos pensando en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”. Pero no todos piensan igual, claro.
Y si en algo se diferencia el astorismo es en la cautela de los planteos y sus declaraciones, al menos hacia la opinión pública, porque en la interna su último documento –redactado el sábado– recoge que “entre los problemas hay que incluir la lentitud que muestran los avances en materia educativa, las insuficiencias en cuanto a la capacidad infraestructural, la vulnerabilidad fiscal y la subsistencia de fallas de gestión en el campo del Sistema Nacional Integrado de Salud”.
O más duro aún: “el FA vive una etapa crítica de su trayectoria política”, sumido en el desgaste habitual de quienes gobiernan por tres períodos, van por un cuarto y a la mayoría no se les escucha la autocrítica, al menos en temas relevantes. Por eso, es bueno volver al cuestionamiento de si Astori amenaza con su renuncia sólo por la supuesta decisión para los “cincuentones” o existen otros aspectos que han endurecido el relacionamiento entre el espacio político y el número uno de la economía uruguaya. Porque, a pesar de las diferencias existentes entre los diversos sectores –que es inherente a la formación del Frente Amplio– conviven otras visiones cuasi divorciadas entre si y tal vez se refiera a eso cuando mencionan que “nos cuesta abordar materias fundamentales con actitud de Estado y visión de futuro”, en tanto “frecuentemente nos encerramos en un inmediatismo sectario”, dice el documento de la Mesa Nacional de Asamblea Uruguay. Sin dudas que el ministro marcó la cancha con este tema y lo transformó en un problema que deberán resolver las bancadas a pura negociación, a contrarreloj y con la necesidad de dejar una lectura políticamente correcta, tal como ha ocurrido con los asuntos considerados en los últimos tiempos, porque se trata de un segmento de trabajadores sobre quienes se decidió ante una frágil coyuntura del BPS, que atravesó décadas de desidia y descontrol.
Y en todo caso es justo decirlo también que por años hubo jubilados que, sin hacer aportes y solo con unos testigos, terminaban sus vidas percibiendo haberes que no se relacionaban con una vida laboral. Entonces “alguien” debió hacerse cargo del descalabro de las finanzas del organismo previsional y hoy existe otro “alguien” que lo deberá solucionar porque los “veinte años siguientes” al problema de la ley, son ahora y aunque hay personas que no serán contempladas por la solución porque ya se jubilaron o van a jubilarse antes de los próximos seis años, se deberá pensar en una salida flexible y que deje margen para elecciones personales sin cortapisas. De lo contrario, las próximas generaciones deberán cargar con nuestras malas decisiones.