Sanducero deportado vivió un infierno en cárceles de EE. UU.

Rodrigo Fabián González Mattiauda tiene 29 años, de ellos ha pasado diez en reclusión en varias cárceles de Estados Unidos, incluso en penales de máxima seguridad, y en nuestro país, donde continúa cumpliendo una pena por un delito que en Uruguay no está tipificado como tal. Todavía le quedarían 22 años para cumplir con la sentencia impuesta en California. En 2016, por un acuerdo entre gobiernos, regresó al país y se encuentra en la cárcel de Campanero, en Minas. El delito imputado en Norteamérica: mantener relaciones con su novia, menor de edad, con consentimiento. En ese momento él tenía sólo 18 años.
Mientras cumplió reclusión en Estados Unidos –donde se encontraba en condición de ilegal– tuvo que adaptarse a las reglas de juego para sobrevivir y conoció el infierno por dentro al compartir espacios con personas que estaban sentenciadas a cadena perpetua, sin posibilidades de recuperación.
“Me dieron 32 años de sentencia en Estados Unidos y acá no hay absolutamente nadie que tenga esa sentencia, ni por los peores delitos. ¿Cómo, si yo tenía un noviazgo consentido, tengo que estar 32 años preso, y acá en Uruguay un padre o cualquiera viola a un menor y sale a los dos años máximo, más siendo primario?”, se pregunta.
“Yo no cometí ningún delito. Perdí mi juventud, mi vida, mi familia. Solo pido mi libertad. No nací para estar en una celda ni tras las rejas. He trabajado, he estudiado y me otorgaron la salida transitoria porque nadie puede creer que todavía esté preso”, dijo a EL TELEGRAFO.

(Más información en edición impresa)