SOLICITADA

RUBENS WALTER FRANCOLINO
¡Murió un gran nacionalista! Que fue también un gran blanco. Y por tanto un gran federal. Conocedor de la historia del partido. Cultor de la gesta oribista.
Del gobierno del Cerrito y su prosecución resucitada en el gobierno de Bernardo Berro.
Extendió en cuanto pudo el conocimiento popular de lo que fue la gloriosa defensa de Paysandú en la gesta que culminó con los asesinatos por fusilamiento de los héroes de la Defensa de la plaza sitiada de Paysandú.
La última espada federal, la de Leandro Gómez y su mil doscientos, contra la “trenza unitaria” del mitrismo y el imperio del Brasil con la ayuda infame del florismo con “Goyo Geta” y “Pancho” Belén.
Esa historia no enseñada en las aulas de la primaria y secundaria oficial, llegó al pueblo de Paysandú mediante el libro “los 33 días”, que Rubens Walter Francolino difundió cuanto pudo.
Y también fue impulsor de la publicación en revista para niños de esa historia, ayudando a difundir la revista de Juan Carlos Colla que la llevó al nivel infantil.
Mil doscientos contra quince mil y una escuadra en el río bombardeando la ciudad. Hasta sucumbir.
Esa raigambre fue consolidando lo que supo ser un joven que revolucionó en su momento, el Partido Nacional en Paysandú. Supo seducirlo para traerlo de las cúpulas al pueblo.
A ese pueblo que como decía el Dr. Luis Alberto de Herrera, “anda y arde en las calles”.
Funcionario de la vieja caja de jubilaciones civiles y escolares. ¿A quién que llegó a él, no le dio el concejo legal que lo ayudara a conseguir una merecida jubilación o una pensión?
Lo vimos emocionarse hasta las lágrimas cuando en alguna visita de barrio, una anciana lo reconoció como el gestor de su pasividad.
Periodista en esa escuela de la libertad que fue y es el diario EL TELEGRAFO, compañero y amigo de los hermanos Baccaro.
Varias veces edil del partido distinguiéndose por su espíritu batallador y la galanura de su discurso, a veces persuasivo y otras veces frontal punzante y demoledor. Tanto con el partido victorioso o en el llano. Supo forjar una nueva mayoría nacionalista.
Su “magia” hizo que lo rodeara una cantidad de gente joven, otra no tanto y algunos ya maduros que, en su mayoría, se distinguía por no ambicionar puestos públicos.
Ambicionaba tan solo servir para la victoria del partido.
En la vieja esquina de 18 de Julio y Varela, consolidó un bastión nacionalista, donde asistimos a memorables actos públicos en la campaña electoral de 1971.
Contó entonces con el respaldo del escribano Dardo Ortiz, que luego de haber formado la fórmula presidencial del Herrerismo junto al Dr. Martin Echegoyen para le elección de 1966, militaba junto a Wilson Ferreira Aldunate en el movimiento “Por la Patria”.
Con el respaldo de Ortiz y ese movimiento “Por la Patria”, llevó adelante la cruzada de 1971 consiguiendo con su Lista 8, “Joven, popular y blanca”, una banca de diputado por el departamento en nombre del partido nacional. No terminó su mandato.
La agresión criminal que los tupamaros llevaron adelante para derrocar a los gobiernos constitucionales, llevó al estado de guerra interna, que desembocó en el advenimiento de la dictadura.
Pasado ese tiempo, retornó al ruedo político y en la elección de 1985, volvió a salir diputado llevado por el voto de su lista 8.
Integró en la administración siguiente, la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande.
En la elección de 2000, colaboró con el triunfo departamental del partido y la llegada al gobierno del Esc. Lamas.
Con su lista 8 y su agrupación “Gral. Leandro Gómez”, consiguió tres bancas en la junta departamental que fueron ocupadas por gente joven.
En lo que me es personal, en esa elección de 2000, luego de una larga actuación profesional, docente y técnica-administrativa, por primera accedí a una banca en la junta departamental integrando las listas herreristas 21 y 40 junto al compañero Fabricio Bica. Exedil, exintegrante de CARU y exintendente.
Recién en la elección departamental del 2005 coincidí con Francolino en su lista 8, en el herrerismo, siendo su primer suplente a la Junta.
Esa elección del 2005, la perdimos nosotros.
La banca obtenida, integrante de la minoría, la desempeñé casi de corrido siempre en sintonía con Francolino.
Las elecciones no se ganan en la Junta, se ganan en la calle juntando votos. Pero nuestra bancada fue importante para volver a obtener el triunfo en el 2010 llevando a Bentos a la Intendencia.
Con la lista 2004, volví a la Junta. Y allí nuevamente fui compañero de bancada con Francolino.
El partido, tan madrastra con sus mejores hijos, no supo valorar entonces los quilates de aquel viejo servidor, que volvía a la posición política de sus primeros años, para luchar por la preeminencia de las soluciones populares que podía aportar el partido en el gobierno local.
Visiones minúsculas que más de una vez soportó el partido para provocar sus derrotas y con eso el irremediable perjuicio para los destinos departamentales y de la república.
Hoy ante la exaltación y despedida fúnebre de este luchador surgido de las entrañas del pueblo sanducero, nos debemos jurar mantener la unidad del partido para poder acceder al honor de vencer en las urnas a nuestros enemigos políticos.
Hacer posible la caída de este régimen de raíz unitaria y centralista, estatista, contrario a la autonomía de los departamentos y que anula los mejores intentos de los que asumen riesgos.
Tomemos el compromiso de estar unidos y abrir el partido a todos los que ansían el cambio.
Hasta aquí la evocación partidaria.
Pero no podemos dejar de recordar a la familia de este luchador.
Su esposa, “chelita” y sus hijos y luego su descendencia fueron “el horcón del medio” y “el trafoguero del hogar”. Ellos pusieron después de las batallas políticas, en el decir de un poeta, “unto de luna sobre las quemaduras del cabresto”.
Aquella unión, “hasta que la muerte nos separe”, a la vieja usanza, se ha dado tristemente ahora. Y todos nosotros, inclinamos nuestro espíritu en homenaje al republicano que dios ha llamado al buen retiro.
Haya paz en su tumba y que de esas piedras de su sepultura, se levanten nuevos nacionalistas que hagan honor a la vieja y noble tradición de una colectividad, que ha nacido con el orgullo de tener como destino, ser servidora de la libertad, de la paz, del trabajo y del progreso, como dice nuestro escudo departamental.
Hasta siempre, Rubens Walter Francolino.
¡Que haya paz en tu tumba!
Ramón Appratto Lorenzo