Paso en la buena dirección, con muchos desafíos

Mucha agua ha corrido bajo los puentes desde aquellos días en que la educación terciaria y hasta la secundaria eran privilegio de una élite en Uruguay. Felizmente la gradual extensión de la educación a todos los sectores de la sociedad ha sido piedra angular no solo de una revolución social y cultural, sino que ha sido eje para la democratización y la generación de oportunidades en todos los estratos sociales.
Con todo, con el paso de los años, y luego de un período significativo en que Uruguay fue considerado como la Suiza de América, cuando tuvo una calidad educativa situada en los primeros lugares en el subcontinente, en el último cuarto de siglo nos hemos encontrado con que este escenario ha cambiado, y no para bien, porque los nuevos desafíos se fueron instalando y no fueron acompañados.
Es decir, no se trata solo de educar y capacitar porque sí, casi por inercia, sino con objetivos claros y asumir que la gratuidad por sí sola no permite igualar oportunidades, sino que es preciso intentar dotar al estudiante de instrumentos para insertarse en el mundo real.
Han quedado atrás los tiempos en los que la educación era concebida para formar fundamentalmente profesionales en el mundo del derecho, la medicina y otras disciplinas tradicionales, y corresponde situarla en la realidad para tener, además de las carreras históricas, cursos para formar técnicos y mano de obra calificada a efectos de incorporarla a sectores que han contado con un gran desarrollo en las últimas décadas.
Ergo, más allá de la cultura de “m’hijo el dotor” todavía arraigada en algún reducto social, este mundo cambiante, el nuevo milenio, plantea retos que requieren una revisión profunda del esquema educativo tal como había sido concebido hasta ahora, y deben buscarse alternativas para que puedan conjugarse la demanda y la oferta, en lugar de seguir formando generaciones que en el mejor de los casos logran terminar Secundaria sin adquirir instrumentos reales para desenvolverse en el actual mundo de trabajo.
Y cuando hablamos de oportunidades y capacitación, sin dudas que el postergado en este esquema ha sido siempre el Interior, desde que los gobernantes han pensado todo el país en función de la realidad de Montevideo.
En este contexto han asomado realizaciones que aún con dificultades, conllevan un intento de acompasarse a los cambios que mencionábamos, como es el caso de la creación de la Universidad Tecnológica (UTEC), donde cursan actualmente carreras más de 850 estudiantes. Un aspecto a destacar es que gran parte de estas carreras se imparten en institutos regionales propios con tecnología considerada de punta.
La UTEC funciona desde hace cuatro años y cuenta con dos institutos tecnológicos regionales en el Interior, uno de los cuales fue inaugurado en agosto de 2016 y en funcionamiento, el de Fray Bentos (Instituto Tecnológico Regional Suroeste), y otro que está en actividad, pero se inaugurará en pocos días, en Durazno (ITR Centrosur).
A la vez, un tercer centro, cuya obra comenzó hace poco y se prevé finalice a mediados de 2018, en Rivera (ITR Norte), estará ubicado en el predio del primer Polo de Educación Superior instalado en el país. Los locales donde se dictan las carreras en Colonia y Paysandú no son de la institución.
Según se da cuenta desde el Poder Ejecutivo, las inversiones en infraestructura realizadas al 31 de diciembre de 2016 superan los 390 millones de pesos, mientras paralelamente se concretaron obras adicionales en Fray Bentos y Durazno y en el centro de Rivera, las que suponen unos 170 millones de pesos más. Además, la UTEC destinó 200 millones de pesos a equipamiento científico, informático y de telecomunicaciones.
La consejera de esta universidad, Graciela Mato, evaluó que “estamos en un franco proceso de crecimiento dirigido al Interior, pero al que pueden asistir estudiantes de todo el país”, y consideró que “una universidad tecnológica acá y en el mundo es muy cara. Un perfil tecnológico implica infraestructura de última generación. Las obras que estamos culminando cuentan con laboratorios de avanzada tecnología en todas las disciplinas para realizar docencia, vinculación con el medio e investigación del más alto nivel. Aún no se realiza investigación porque, por su corta existencia, la UTEC tiene estudiantes que aún están cursando sus primeros años”.
“No obstante, los estudiantes realizan desde el inicio proyectos dentro de su modelo de aprendizaje, sobre todo vinculados a las necesidades de la comunidad. En breve comenzaremos a generar conocimiento e investigación”, agregó Do Mato.
Actualmente, la mayoría de los estudiantes opta por la Tecnicatura en Tecnologías de la Información, que se imparte en Durazno y Fray Bentos (en un futuro también en Rivera), dura dos años y su modalidad es en un 70% virtual y en un 30% presencial. Otras de las propuestas más demandadas son Ingeniería en Energías Renovables (Durazno) e Ingeniería en Mecatrónica (Fray Bentos), que se cursan de manera presencial. En los tres casos hay una sobredemanda, es decir que hubo más preinscripciones que cupos disponibles. La carrera de Ingeniería en Logística, que comenzó a impartirse en marzo de 2017 en Rivera (ITR Norte), se replicará en Fray Bentos (ITR Suroeste) en 2018 con 50 cupos. Esto responde a una demanda de capital humano especializado en esa área en la región.
La perspectiva es que a 2020 la UTEC alcance los 3.000 estudiantes, unos 1.000 por ITR. El promedio de edad de los alumnos ronda los 25 años, sobre todo el de las primeras generaciones. En muchos casos, se trata de jóvenes que intentaron radicarse en Montevideo para cursar sus estudios universitarios y no lograron mantenerse.
A medida que la existencia de las carreras data de más años, la edad promedio comienza a descender, lo que evidencia el acceso a oportunidades que generó la instalación de la UTEC en el Interior. La consejera aseguró que cada vez ingresan más estudiantes directamente de Secundaria, lo que, consideró, demuestra que se está dando respuesta a personas que no tenían posibilidades de estudiar fuera de Montevideo.
Es de celebrar, por lo tanto, y corresponde redoblar esfuerzos e imaginación, para que esta iniciativa se consolide y desarrolle en aras de que las nuevas generaciones cuenten con las herramientas que necesitarán para asomar con mejor perfil a las exigencias de estos tiempos.