Ciudad universitaria

Una de las transformaciones más importantes que ha tenido el sistema educativo en América Latina y el Caribe es el gran aumento en el acceso a educación superior. Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entre 1996 y 2014, la cobertura aumentó en más del doble (del 18% al 44%) como resultado de un esfuerzo en el gasto público y en la inversión privada.
Los gobiernos aumentaron el gasto en educación superior hasta alcanzar un promedio de 1% del PBI, poniendo la región a la par con los países de la OCDE.
En muchos países esta transformación trajo consigo un crecimiento en el acceso a la población de menores ingresos, que tradicionalmente había sido excluida del sistema. En este sentido, la educación superior está dejando de ser un privilegio de las élites para convertirse en una aspiración legítima de todos.
Este avance de la cobertura universitaria implica no solo la asignación de presupuestos públicos sino también familiares. En este sentido, el hogar promedio de América Latina destina alrededor del 7% de su presupuesto a gastos relacionados con el desarrollo de habilidades –entre ellas educación–, una cifra superior a la de Estados Unidos (6%).
¿Por qué las familias gastan sumas importantes en esto? La respuesta es sencilla: saben que vale la pena ya que los retornos de la educación son altos.
Según un estudio del BID denominado “Políticas públicas para el desarrollo de habilidades”, cada año adicional de educación en la región se traduce en un aumento promedio del 9,6% del salario real, por lo que la educación representa una inversión sumamente inteligente. Uruguay no se queda atrás en estas tendencias y no solo hay más carreras universitarias sino también más personas estudiándolas. También hay grandes desafíos.
En este sentido, un aspecto importante que aborda el citado documento del BID en relación a la democratización del acceso, es la formación previa de quienes ingresan a la Universidad, dado que en algunos países se ha reducido el nivel promedio de preparación académica de quienes ingresan, con repercusiones tales como el abandono y rezago estudiantil. Otra luz de advertencia refiere a la necesidad de mayores esfuerzos en materia de control de la calidad, así como la necesidad de acompasar las propuestas educativas con las necesidades del sector productivo en un contexto de rápidos cambios tecnológicos con impacto directo en las demandas laborales.
Uruguay posee 185 carreras de grado universitarias, a lo que se suma un amplio número de carreras terciarias que ofrece nuestro sistema educativo. Solo en la Universidad de la República ofreció este año un total de 97 carreras de grado, 45 tecnológicas y 169 diplomas o especializaciones además de maestrías y doctorados.
De acuerdo a lo informado, el año próximo habrá casi una media decena de nuevas opciones, entre las que se incluyen una nueva ingeniería físico matemática que apunta a las ciencias básicas en los procesos productivos (Facultad de Ingeniería), una licenciatura en ingeniería de medios (Facultad de Ingeniería – Facultad de Información y Comunicación), licenciatura en administración de sistemas de información (Facultad de ingeniería – Facultad de Ciencias Económicas), un tecnólogo en gestión universitaria y el nuevo Ciclo Inicial del área Social que sirve como primer año de distintas carreras y se dictará en el Interior.
Esta expansión en la cantidad de carreras ha sido acompasada en los últimos años en una descentralización territorial de los lugares donde se imparten, lo que implica también una descentralización académica y el inicio de la formación de núcleos de enseñanza e investigación –en muchos casos con radicación de docentes– en el Interior, lo que contribuye a la conformación de masa crítica a nivel local.
Si bien muchas carreras se continúan impartiendo únicamente en Montevideo, hay otras que se han comenzado a impartir solamente en el Interior y otras que pueden ser comenzadas en una sede universitaria y continuadas en otras ubicadas en otros lugares del país.
Esto tiene dos consecuencias inmediatas: una es que muchos estudiantes del Interior pueden estudiar en sus propias ciudades y otra es que aquellas ciudades donde se ha instalado la Universidad se transforman en polos de atracción para departamentos cercanos, con la consecuente dinamización económica y educativa de las ciudades receptoras.
Un dato revelador es que están ingresando a la Universidad más estudiantes que cursaron el Bachillerato en el Interior que en Montevideo: las estadísticas indican que el 53,8% cursó el último año del nivel preuniversitario en el Interior y el 45,1% en Montevideo.
En Paysandú la Universidad de la República ha estado en los últimos años, en constante crecimiento y a esto se ha sumado también el hecho de ser sede de la Universidad Tecnológica (UTEC).
Se han abierto nuevas opciones de carreras completas y tramos de carreras, lo que ha sido acompasado en aspectos académicos, administrativos y funcionales internos –en el marco de un proceso que aún continúa— y está demandando nuevos servicios vinculados a las actividades de los estudiantes. Por ejemplo, aunque la sede Paysandú del Cenur Litoral Norte cuenta con un moderno aulario inaugurado en 2013, hoy ya requiere de mayor infraestructura edilicia para su adecuado funcionamiento y es por eso que se refaccionará como aulario la antigua terminal de ómnibus.
En aspectos extra curriculares, contar con servicios de alojamiento y alimentación para estudiantes son dos necesidades importantes, ya que si bien la Universidad brinda acceso a diferentes becas, no presta estos servicios directamente en esta ciudad.
Es necesario crecer también en ese aspecto de la infraestructura, dado que son necesarias condiciones que faciliten la posibilidad de desarrollo pleno y calidad de vida para los estudiantes. Podrían desarrollarse, por ejemplo, planes de alojamiento para los estudiantes, lo que podría incluir desde las conexiones urbanas e interurbanas a becas de alojamiento, adaptación y recuperación de edificios para alojamiento estudiantil o la construcción de nuevas residencias.
Que haya más uruguayos que acceden a niveles superiores de educación es algo para celebrar ya que ello redundará en mayores beneficios sociales y económicos para las familias y el país. Paralelamente, ciudades como la nuestra, que cuenta con 3.000 estudiantes universitarios y es junto con Salto la sede más importante de la UdelaR en el litoral uruguayo, debería planificar seriamente la mejora de su posicionamiento y oferta como ciudad universitaria. Para lograrlo se necesitan sinergias público-privadas así como estrategias y definiciones que van más allá de lo académico y en la que los diferentes actores sociales y políticos del Departamento deberían estar pensando a los efectos de concretar acciones que nos fortalezcan rápidamente para no perder oportunidades de desarrollo.