Menos ataduras y más intercambio comercial

En principio parece tener un desenlace positivo el entredicho surgido con Brasil por las trabas a la importación de lácteos desde nuestro país, en este caso por intervención directa del presidente Michel Temer con un llamado telefónico a su colega uruguayo Tabaré Vázquez.
En este caso cuando parecía que la suspensión temporal a la leche uruguaya –que había anunciado por su cuenta el ministro de Agricultura de Brasil, Blairo Maggi– se volvía un punto neurálgico para el gobierno y un tema que tenía en jaque a la cadena láctea, una inesperada llamada del presidente brasileño a Vázquez, terminó por descomprimir la tensión.
El presidente de la República dijo que Temer lo telefoneó personalmente para pedirle “disculpas” y le indicó que fue una “desinteligencia” la decisión de su ministro de Agricultura –expresada el pasado miércoles– de suspender la liberación de nuevas licencias de importación de leche uruguaya.
“Temer me pidió disculpas y me prometió que la situación se normalizará en breve”, dijo el mandatario a El Observador. Según transmitió Vázquez, el presidente de Brasil le indicó que la solución puede demorar unos días y que optó por llamarlo personalmente porque de lo contrario “se iba a seguir agrandando un circo mediático”.
Una buena noticia como corolario de una mala nueva, pero que pone de manifiesto la forma en que se maneja el Mercosur donde por encima de la norma está la diplomacia de los presidentes “amigos” (o más o menos, en este caso), los golpes de efecto y las decisiones intempestivas. En tanto los órganos consultivos del bloque regional y los protocolos se pasan por alto con total impunidad.
Pero claro, si hay algo que ha caracterizado al Mercosur a lo largo de todos estos años es su imprevisibilidad, sobre todo porque los dos grandes países vecinos tienen economías muy poderosas al lado de la de Uruguay, y se mueven en base a decisiones unilaterales o entre ellos, presiones y conveniencias internas que no tienen en cuenta los acuerdos del bloque regional.
Y con un Mercosur que no genera expectativas de que pueda existir un cambio en este (des) orden, y sin siquiera haber llegado a firmar acuerdos con otros bloques, es impostergable para Uruguay tratar de desprenderse de este corsé para nuestros productos de exportación y suscribir acuerdos para el ingreso preferencial a otros mercados, tanto en el subcontinente como en el mundo. Es que mientras tanto nuestros competidores siguen avanzando y nos van desalojando de los mercados por la diferencia de precios, al conjugarse fuertes aranceles con nuestros elevados costos internos.
Un paso en esta dirección está a punto de dilucidarse en el Parlamento, teniendo en cuenta que este martes se tiene previsto considerar en el Senado el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Chile que fuera suscripto hace un año. Los gobiernos de Uruguay y Chile firmaron un acuerdo de Libre Comercio de “última generación” en octubre del año pasado y por diferencias ideológicas dentro del oficialismo aún no ha sido puesto a consideración en el legislativo.
Estas diferencias han sido expuestas por la oposición, y en las últimas horas el líder del sector Todos del Partido Nacional, Luis Lacalle Pou, sostuvo que “si el presidente quiere cumplir con lo acordado con Chile por la firma de TLC, el martes tiene nuestros votos en el Senado (…) Una vez más, nuestro sector Todos y el Partido Nacional quiere decirle al gobierno que estamos a la orden del país”.
En octubre del año pasado Chile y Uruguay firmaron un protocolo que complementaba un Acuerdo de Complementación Económica previo que había liberado de aranceles virtualmente todo el comercio bilateral de bienes. En esa oportunidad el canciller Heraldo Muñoz, que vino a Montevideo a suscribir el acuerdo con el presidente Tabaré Vázquez, dijo a El País que era “una señal potente de integración” que “tiene elementos verdaderamente inéditos” como cláusulas de género.
Lo cierto es que el asunto había pasado a la comisión de Política y Asuntos Internacionales del Frente Amplio que preside José Bayardi, exlegislador y ministro, quien explicó en su momento que se estaba elaborando un cronograma “para invitar a compañeros o a quienes entiendan los distintos sectores para expresarse y elevar un informe a la Mesa Política”.
Pero en una fuerza política tan heterogénea como es el partido de gobierno, donde conviven sectores de extrema izquierda sesentista con grupos de perfil socialdemócrata, con visiones contrapropuestas sobre la economía, los reparos han estado a la orden del día. El Comité Ejecutivo Nacional del Partido Comunista del Uruguay emitió un comunicado en el que señalaba “nuestra preocupación y nuestras reservas” respecto al acuerdo, y en igual sentido se manifestaron diputados socialistas y del Movimiento de Participación Popular (MPP).
El acuerdo con Chile abarca capítulos que refieren a Comercio de Bienes, Facilitación de comercio, PYME, Medidas Sanitarias y Fitosanitarias, Obstáculos Técnicos al Comercio, Comercio Transfronterizo de Servicios, Comercio Electrónico, Políticas de Competencia, Propiedad Intelectual, Laboral, Medio Ambiente, Cooperación, Género y Comercio, Coherencia Regulatoria, Transparencia y Anticorrupción, Administración del Acuerdo, Solución de Diferencias, Excepciones y Disposiciones Generales.
Los productos que Uruguay vende a Chile están bastante concentrados, dado que el 29% del total de los bienes exportados al país trasandino se explica por las exportaciones de carne bovina, de acuerdo con un informe del Instituto Uruguay XXI. El resto se divide entre placas y láminas de plástico no celular, arroz, preparaciones de limpieza, quesos y requesón, trigo, leche y madera. Todos esos productos tienen participaciones en el total que oscilan entre el 5% y el 3%.
Las importaciones uruguayas desde el mercado chileno están más diversificadas en cuanto a productos y son lideradas por los abonos minerales o químicos con el 9% del total. Les siguen las preparaciones alimenticias y los filetes de pescado con el 6% y el 5%, respectivamente. Otros productos de relevancia adquiridos por Uruguay en Chile son los tomates, el papel y el cartón, la sal, los pañales y tampones higiénicos, así como las placas de plástico no celular.
En algunos círculos se maneja que el Tratado de Libre Comercio con Chile va a permitir una inserción comercial de trascendencia, habida cuenta de que se podría pasar de 180 millones de dólares de intercambio comercial de exportaciones con Chile a un 40 o 50% más y eso se lograría en poco tiempo en caso de aprobarse el TLC.
Y si bien un TLC con Chile no es la panacea ni mucho menos, sería una buena señal poder concretar este paso a cuenta de muchos más que necesitamos, con países y con bloques, para comerciar hasta “con quien se descuide”, como dijera en su momento en ejercicio del cargo el expresidente José Mujica, quien sin embargo siguió de manos atadas por las diferencias de entonces y que aún se mantienen dentro de su fuerza de gobierno.