La mejor actitud ante la dinámica de los tiempos

Aunque tal vez no consiga captar más que unos minutos o marginalmente la atención del ciudadano común, más allá de determinados círculos o de quienes estén directa o indirectamente vinculados, es un aporte de gran potencial y proyección para el departamento y hasta la región la reciente firma de un convenio cuatripartito que apunta a generar condiciones para la formación y capacitación en Paysandú de técnicos y mano de obra vinculada con las energías renovables.
Como dio cuenta EL TELEGRAFO, con la necesidad de diseñar nuevas currículas de formación y capacitación que contemplen las exigencias generadas por los cambios que se registran en el mundo del trabajo, el Consejo de Educación Técnico Profesional (CETP-UTU), la empresa sanducera Tecnova Renovables, el sindicato de los trabajadores metalúrgicos, y el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) firmaron un convenio que es considerado el primero de este tipo a nivel nacional.
El acuerdo contempla que estudiantes del Polo Educativo Tecnológico de Paysandú recibirán conocimientos generales y específicos para trabajar en el área de energías renovables, particularmente en paneles solares, cumpliendo pasantías en la empresa.
Asimismo, este evento fue precedido por un encuentro temático “Educación y trabajo. Desafíos para la educación técnica”, que abordó lo relativo a las energías renovables en el marco del cambio de la matriz energética, compartido por estudiantes y docentes de las tecnicaturas que se dictan en el viejo edificio de Ancap, junto a la planta de combustibles.
Es particularmente destacable que la capacitación se promueva para atender un área en expansión en el país y en la región. Eso, con el agregado de que es objeto de inversiones que tienden a maximizar la utilidad y proyección de estas tecnologías, apoyada en ventajas naturales comparativas, como la mayor disponibilidad de horas de sol e intensidad en esta parte del territorio nacional, que es doblemente positivo en cuanto a la esencia del recurso como su repercusión desde el punto de vista laboral.
Lo que se da específicamente en este caso de las energías renovables es solo la punta del iceberg en torno a la actualización en tecnología y una consecuente fuerza laboral a utilizar.
En este sentido, el maestro técnico Miguel Venturiello, integrante del Consejo de Educación Técnico Profesional, señala que el convenio refiere a una “innovación total” y conlleva “un modelo educativo distinto, pero es el que se necesita hoy para abordar lo que se está discutiendo, que es el cambio en el trabajo y cómo impacta el cambio tecnológico brutal que estamos viviendo”.
Asimismo, tiene razón en términos generales cuando considera que “el trabajador, los estudiantes y la población en general tienden a aislarse porque entienden que no dominan las innovaciones y quedarán sin trabajo. Pero nosotros decimos que no es así, que tienen herramientas, un alto nivel de conectividad, que permiten abordar en cualquier lugar el estudio de tecnologías, incluso con simuladores”.
En realidad, los cambios tecnológicos han llegado para quedarse y seguir avanzando a un ritmo que se acelera de manera vertiginosa a medida que pasan los años. Esto pone a prueba la capacidad de adaptación de todo el que trate de aferrarse a concepciones culturales de décadas atrás y sobre todo si considera que los cambios ponen en peligro la estabilidad laboral y situación personal o familiar, cualquiera sea su dirección.
Esta concepción se da no solo en el plano individual, sino en corporaciones que definen sus intereses a ultranza, caso de los sindicatos, sobre todo los del Estado.
Un caso que nos viene a la memoria, como ejemplo contundente –entre otros que se han sucedido–, fue la resistencia y movilizaciones que llevó adelante el sindicato de Antel por la instalación, hace más de 20 años, de las centrales telefónicas digitales, con el argumento de que peligraban las fuentes de trabajo ¡en el Estado!
Por supuesto, si hubiera primado esta concepción seguiríamos utilizando las centrales a clavijas de la época de Graham Bell, y obviamente no tendríamos Internet ni telefonía celular, entre un sinfín de otras cosas. Los hechos dan la pauta de que oponerse a los avances es hacer la del avestruz: meter la cabeza en un agujero, mientras la topadora nos pasa por encima.
Por lo tanto, enfrentar y adaptarnos a la realidad asumiendo los riesgos, pero también los beneficios posibles, es estar a tono con las circunstancias.
En este contexto, debemos ubicar temáticas como la que comentamos, como parte de una actitud y acciones que nos pongan en mejores condiciones de cara al futuro en el plano de la formación, de la educación y el aspecto cultural.
Corresponde compartir además apreciaciones del dirigente de la Unión Nacional de Trabajadores del Metal y Ramas Afines (Untmra) Álvaro Guigou, en el sentido de que acciones conjuntas entre el Estado, empresas y trabajadores están a la altura del desafío y considerar que “más allá de que cada uno defiende sus intereses, tiene que haber una mirada conjunta que genere mano de obra especializada, cada vez más capacitada y a la altura de las circunstancias, sobre todo en un mundo del trabajo que cambia continuamente, donde la industria del momento tiene una perspectiva, pero todo es tan dinámico que mañana cambia”.
Y precisamente de eso se trata: de asumir que todos los actores estamos en el mismo barco y que es un delirio asumir que si entra agua por un agujero en el casco, los que estén en la cubierta se van a salvar.
Solo es cuestión de tiempo que todos nos vayamos al fondo con barco y todo. El mundo globalizado es un mar de desafíos y oportunidades, y no hay otra alternativa que navegarlo con la mejor actitud y capacidad posible.