Joven no vidente fue víctima de hurto en el kiosco solidario

Ernesto Tagliani, de 24 años, es un joven no vidente que está al frente del kiosco solidario ubicado sobre la esquina suroeste de la plaza Constitución. Allí llega a trabajar cada mañana y atiende a quienes necesitan algún snack, golosina o bebida. Conocido entre sus compañeros y amigos como una persona que siempre ayuda, a Ernesto le tocó vivir la otra cara de la sociedad.
En la mañana de la víspera, un sujeto (que podría ser un joven menor de 30 años) concurrió como cliente y aprovechó la limitación visual de Ernesto para hurtarle el celular Samsung S6 que tenía sobre el mostrador. La particularidad del hecho, más allá de que se tratase de un robo, es que el dispositivo móvil tenía instalada una aplicación llamada TalkBack que permite la lectura de pantalla para personas no videntes, brindándoles así la necesaria accesibilidad en la telefonía móvil.
En diálogo con EL TELEGRAFO, Ernesto contó que se dio cuenta del hecho a media mañana cuando quiso consultar la hora. “Yo había dejado el celular en un tipo estante al lado del mostrador, del lado de adentro. Vino un cliente no habitual, porque a la gente de la vuelta la conozco toda y siempre conversamos, y compró un cigarro. Yo no digo que haya sido esa persona sino que fue en ese momento, y una vendedora de la plaza me dijo que lo vio metiéndose medio con el cuerpo como para adentro del kiosco”, comentó.
Más allá del perjuicio económico, el joven lamentó que el hecho “es más una pérdida emocional porque tenía todos mis contactos ahí, compañeros de la facultad, amigos y hasta cosas guardadas”. Además, “me había acostumbrado a manejarlo sin problemas”, dijo Tagliani que recientemente, en procura de alentar a personas no videntes, corrió la maratón de Medicenter.
Al no tener con qué comunicarse, Ernesto fue directo hacia la Comisaría Primera. “Me paré en la puerta y pregunté si era ahí. Me preguntaron si me había pasado algo y cuando les dije lo del celular, me hicieron pasar y me tomaron la denuncia. Me atendieron muy bien”, indicó.
En tanto, así como la vida quita algo, también luego lo da. Minutos antes del arribo de EL TELEGRAFO al kiosco solidario, un señor –que no quiso dar su nombre– concurrió hasta allí y le obsequió un celular a Ernesto. “No quiso darme su nombre porque me dijo que eso no interesaba, que el celular era usado pero que si no tenía con qué comunicarme me iba a servir. Lo trajo con estuche y todo”, dijo emocionado.
“Me enteré que hubo una campaña por Facebook de gente que me conoce y otros que no para poder conseguirme un celular y a mí la verdad que no me gusta pedir porque considero que hay gente con más necesidades que uno. Pero el gesto de este señor me dejó muy feliz. No lo esperaba. Ya estaba por cerrar el kiosco e irme cuando él vino a traerme el celular”, comentó.