Un gran problema

Los resultados de la Encuesta Nacional de Comportamientos Reproductivos confirman algo ya sabido por todos y es que la población uruguaya crece escasamente y presenta, según las autoridades, algunas “luces” de advertencia en cuanto al embarazo no intencional en la adolescencia, la insatisfacción en el patrón reproductivo por sector socioeconómico y las brechas de cuidado.
Para quienes hicieron público el estudio, “el país no presenta una alarma demográfica”, aunque en los últimos años la fecundidad experimentó un importante descenso y se mantiene por debajo de la tasa de reemplazo.
Los resultados de la investigación –realizada sobre una muestra de 1.583 varones y 1.904 mujeres de entre 15 y 44 años, a quienes se consultó sobre distintos aspectos de las intenciones, preferencias y decisiones reproductivas– indican que en Uruguay cada mujer tiene, en promedio, casi dos hijos (1,88). Las edades que más contribuyeron con ese fenómeno se ubican entre los 20 y 29 años, pero en las últimas dos décadas también comenzó a detectarse un incremento moderado en nacimientos de madres mayores de 29 años.
En este sentido, las mujeres con menor educación continúan teniendo sus hijos a edades más jóvenes y las de mayor nivel educativo experimentaron una creciente postergación. No obstante, la fecundidad adolescente también ha tenido un descenso moderado, aunque menor al deseado, e inclusive se observa una tendencia al estancamiento.
Según otro estudio reciente realizado por la Oficina de Planeamiento y Presupuesto sobre las tendencias demográficas de la población uruguaya y su impacto en el desarrollo, también hay cambios de las estructuras familiares que inciden en este panorama. Lo más destacable es el aumento de los hogares unipersonales, de parejas sin hijos y monoparentales, y la reducción de los hogares conformados por parejas con hijos.
“Las razones que explican estos cambios deben entenderse a partir del incremento de la esperanza de vida, los cambios en la nupcialidad, del retraso a la edad del primer hijo y de la formación de la pareja. El aumento de los hogares de parejas sin hijos puede explicarse por efecto del envejecimiento poblacional (aumento de los hogares en que los hijos ya salieron) y por el retraso de la edad al primer hijo. Por su parte, el aumento en las rupturas conyugales tiene consecuencias en la preeminencia de los distintos tipos de hogares. Los hogares de pareja e hijos se reducen, aumentan los monoparentales, donde las mujeres son las únicas adultas y se incrementan aquellos denominados ‘reconstituidos’, en donde uno de los hijos proviene de una relación anterior”, señala el estudio.
Evidentemente, el envejecimiento de la población aumentará la demanda de recursos para satisfacer las crecientes necesidades de un grupo cada vez más grande de adultos mayores.
Se trata de una transición demográfica que se observa en toda la región y que exige poner manos a la obra para tomar las previsiones necesarias. Actualmente, en América Latina y el Caribe hay un adulto mayor de 65 años por cada ocho personas en edad de trabajar, pero según las previsiones en 2050 esta cifra se reducirá a solo tres personas.
Las previsiones indican que, en unas pocas décadas, la fuerza laboral disminuirá drásticamente en comparación con el número de dependientes que no trabajan.
Según la Cepal, está previsto que entre 2020 y 2100, el número de dependientes aumente en un 35,5% en nuestros países. En 2085, América Latina y el Caribe superará a Europa como la región con la proporción más alta de personas de edad avanzada en relación con la población en edad de trabajar.
Deberíamos preguntarnos cómo afectará a nuestro sistema previsional este progresivo y aparentemente irreversible envejecimiento de la población, pero lo primero que cabe esperar es que ejerza más presión sobre unos fondos de por sí escasos para financiar el desarrollo.
Numerosos estudios y documentos que han analizado este problema y recomendado realizar reformas urgentes para asegurar la cobertura y sostenibilidad de las jubilaciones y pensiones.
Se trata de un tema de especial interés para los uruguayos, cuya primera generación de jubilados por el nuevo sistema previsional, los denominados “cincuentones”, reclamó y logró mejorar sus condiciones de acceso a la jubilación mediante un proyecto de ley que el Poder Ejecutivo envió al Parlamento y los habilita a dejar las Administradoras de Fondos de Ahorros Previsionales (AFAP).
En la actualidad, el 15% de la población supera los 60 años y nuestro país destina el 8,2% de su Producto Bruto Interno (PBI) al gasto público jubilatorio. También destina a pensiones más del doble que el promedio regional en relación con su PBI y duplica el porcentaje regional de población mayor a 65 años en relación con las personas en edad laboral.
Esto será un problema grave en las próximas décadas –quizá en un máximo de 80 años– cuando el porcentaje de adultos mayores se duplique.
El cambio de la estructura etaria, con mayor porcentaje de jubilados y menor cantidad de nacimientos seguramente provocará un mayor gasto en salud y el aumento de las presiones fiscales, que deberá sostener principalmente la población económicamente activa. El ahorro tampoco parece ser una solución, puesto que la tasa de ahorro de los uruguayos en relación con el PBI ha sido y es muy baja.
Algunos países desarrollados con similares problemas han apostado a una participación más activa y equitativa de la mujer en el mercado laboral, así como a la mejora de la calidad de la enseñanza en el entendido que son factores que redundan en una mayor productividad.
En este sentido, quienes han estudiado el tema sostienen que para tener una economía dinámica que continúe generando bienestar en las próximas décadas, hace falta que haya un desarrollo importante de la productividad, es decir, encontrar una senda de crecimiento sostenido porque la fuerza de trabajo se va a reducir.
A Uruguay se le está acabando su bono demográfico, pero, paradójicamente poco se habla de esto y de las acciones que en forma inmediata sería necesario tomar. No es un tema que esté en la calle ni en el discurso de los líderes políticos. ¿Falta de información o interés? ¿O será que, más allá de los “cincuentones”, a nadie le preocupa la jubilación que tendrá en su vejez?