“Que no deje de salir”

Esta frase, más un deseo que una orden, más un sentimiento que una decisión, es la sustancia y el propósito del escrito póstumo que nos legó uno de nuestros fundadores, Ángel L. Carotini, y nos viene a la memoria porque precisamente ayer celebramos nuestros 107 años de aparición ininterrumpida.
Miguel Arturo Baccaro, Fernando José Baccaro y Fernando Miguel Baccaro han sido las figuras que han conducido este permanente proceso que lleva ahora a establecer que, en poco tiempo más, EL TELEGRAFO será el diario más longevo del Uruguay, siendo que ya es el decano a nivel nacional.
Hoy, la ocasión es más que oportuna para recordar que nuestro periódico no es el fruto de una persona, o un pequeño grupo de intelectuales sino que tiene una raigambre realmente poderosa y compleja pero sumamente unida en beneficio de aquella idea.
Quizás por un día deberíamos hablar de nosotros y mostrar muy esquemáticamente el proceso que culmina con la llegada del ejemplar a los hogares de los sanduceros.
Hay dos vertientes fundamentales que alimentan nuestras páginas. Por un lado Administración en cuanto a recibir del público desde anuncios hasta planteos. Por otra parte Redacción, la sección que no puede cerrar nunca, ausculta, consulta, busca y redacta la información cotidiana, en consecuencia es la responsable de que el alma del diario conquiste a los lectores.
Luego, diseñadores gráficos comienzan a diagramar las páginas, destacar artículos y a utilizar las imágenes que captaron los fotógrafos del equipo.
Vienen luego procesos técnicos para elaborar las chapas con que se imprimirá en la enorme rotativa que, lógicamente, comandan especialistas que culminarán su tarea cotidiana cuando entreguen los paquetes de diario a distribuidores y canillitas.
Ahora, ¿es un atrevimiento decir que todos los sanduceros lo leen? No, no lo es porque muchos, muchísimos, tienen su ejemplar bajo el brazo, otros la versión digital en la pantalla de su computadora o smartphone, y los restantes siempre se enteran a través de lo que le comentan quienes leyeron el ejemplar del día. Es por esta enorme difusión, por esta gran llegada que tiene EL TELEGRAFO es que consideramos oportuno celebrar este aniversario mostrando nuestra “intimidad”, explicando que el ejemplar de cada día no es un capricho sino una creación de un grupo de gente que hace las cosas con seriedad, responsabilidad, pero fundamentalmente poniendo en la tarea esa alma colectiva que nació el día que Carotini y Baccaro decidieron crear nuestro “Diario de la mañana” de Paysandú y que siempre ha estado presente desde el primer ejemplar, del 1º de julio de 1910.
Nos gustaría recordar nombres y somos plenamente conscientes que vamos a cometer injusticias porque hay varios que faltarán y muchos que ni siquiera conocimos.
Ya hemos nombrado nuestros anteriores directores pero, no podemos omitir, el aporte inapreciable, en los primeros tiempos, de las esposas de los fundadores Julia y Josefa Adámoli, redactores como Alfredo Pignat, Luis Alberto Güinasso, Manuel Benavente, Francisco Laurenzo, Alejo Talamás, Carlos Solari, Doclomiro Benitez, Luis M. Pirieveis, Sara Pesce, Juan José Pesce, Carlos Artía. Impresores como Mario Coutiño, linotipistas, armadores, administrativos como Argentina Pesce, María Angélica Castaño o Rita Irisarri. Breve, brevísima nómina pero nombres que sin dudas representan a todos los que cumplieron labores en este diario. Porque todos, los nombrados y los omitidos, supieron compenetrase de la misión que les legaron sus fundadores.
Y es así que esta relación, tan incompleta la nómina precedente, es un reflejo de lo que ha sido EL TELEGRAFO en estos 107 años.
Al poco tiempo de aparecer registró, en una cuidadosa crónica el primer vuelo completo de un avión en territorio uruguayo.
Y así se sucedieron las noticias publicadas, las trascendentes, las importantes para todos los sanduceros y las pequeñas cosas de mucho valor para familias, para amigos o simplemente para cada uno de nosotros.
Ese diario, nuestro diario, fue creciendo junto a Paysandú. Fue decidido impulsor de la actividad portuaria de enorme trascendencia local en el siglo pasado. Supo tomar partido por la democracia cuando la dictadura de los años ’30 y registró en exclusividad la afirmación de la nacionalidad oriental de Carlos Gardel.
Fue protagonista directo del “milagro industrial” de Paysandú al extremo que hubo proyectos que se elaboraron en el despacho de su director.
Luchó por mil y un proyectos industriales, urbanísticos, logísticos, para el Paysandú de todos.
Fue EL TELEGRAFO un bastión de resistencia de la democracia perdida con el golpe de Estado y un paladín en la lucha por recuperarla y son blasones honoríficos todas las oportunidades en que su director y varios trabajadores de la empresa debieron soportar citaciones, plantones y detenciones.
En definitiva creemos haber cumplido no sólo con el “que no deje de salir” sino que generación tras generación, el “alma” del diario se ha agrandado y enriquecido con el aporte de cientos y cientos de colaboradores.