Productor cierra su tambo por falta de recambio generacional y convencido de hacer buen trabajo

No es sencillo encontrar casos como el del productor Roberto Baladao. Después de 43 años de trabajar en su tambo de la zona de pueblo Porvenir, departamento de Paysandú, decidió dar un paso al costado, dejar de producir ante la falta de recambio generacional, pero satisfecho de haber hecho lo que le gusta y con las expectativas de disfrutar en el futuro de lo invertido en estos años.
“La decisión viene desde hace tiempo, pero una gripe me hizo ver que somos mortales”, dijo el productor en el diálogo con EL TELEGRAFO. “Tengo casi 43 años de tambero y en setiembre o en octubre largo y cierro el tambo. Creo que cumplí con el trabajo, la crianza de los hijos y tengo que vivir estos últimos años de otra manera. De poder disfrutar más y no estar directamente ligado al trabajo.”
De todas maneras, “me fue bien; entiendo que el tambo es una de las tareas en predios chicos en donde uno ve lo que hace y se puede administrar muy bien en la parte económica. Porque si los números apretan, uno debe apretar un poco el cinturón”.
Y aclaró que, como todo productor, “si nos va un poco mejor, no salimos a pasear, sino que apuntalamos a crecer y todo eso trae más carga laboral, más presión en el trabajo y todo tiene un ciclo”, enfatizó el productor sanducero.
“Creo que cumplí con mi ciclo de trabajo y me gustaría comenzar otra vida, mientras sigo con algunos animales en el predio, porque tengo claro que mis hijos no van a seguir en la producción agropecuaria. Están los dos viviendo en Montevideo y no van a seguir en esta tarea”, agregó.
Indudablemente, la ausencia de recambio generacional es uno de los factores que incide en el cierre de varios tambos a lo largo de estos años. “La decisión momentánea es seguir con el Dicose y algunos animales en el predio”, aclaró.
Dejando en claro que no es una decisión tomada a las apuradas, indicó: “tras jubilarme, pienso hacer algún paseo y disfrutar de lo que ha sido la lucha de toda la vida y vivir la vida más light respecto al trabajo y las obligaciones”. El tambo “es una carga muy grande, ya que nos hemos visto obligado a ser intensivo por tener un predio chico, aunque sé que lo mismo les sucede a quienes tienen predios grandes y medianos, ya que si se producen pocos litros, no se ve el resultado”.
Reiteró que la decisión “ya está tomada”, y que la idea de vender las vacas y demás categorías del tambo en la próxima primavera es para no regalar “lo que son más de 40 años de selección”.
COMIENZOS
“Uno recuerda que los comienzos fueron cuando yo era muy chico, con solo 8 hectáreas y sin luz eléctrica, en momentos complicados y menores exigencias a las actuales en cuanto a calidad de leche y una cantidad de cosas, porque además se ordeñaba a mano”, recordó Roberto Baladao.
“Heredé esas hectáreas, que durante más de 120 años estuvieron en poder de mi familia. Luego compré 22 hectáreas de mi abuela, en donde la utilización del campo natural fertilizado me dio muchos resultados”, contó.
Y acotó que en aquellos tiempos “se vivía con 4 reales. Hoy la situación está más fácil, pero se necesita más plata. Se llega más fácil a las comodidades, porque no se puede ordeñar a mano, se debe obtener más calidad, tanques de frío y circuito cerrado”. Además, Baladao explicó: “trabajé toda mi vida sin peón y ahora hace cuatro años que tengo un funcionario, porque el físico no me da para trabajar de tal manera, pero igual sigo al firme en el tambo”.
Al respecto, indicó por ejemplo que entre la energía eléctrica y el funcionario, debe disponer de $50.000 al mes. “Pero a eso se le debe agregar lo que sale alimentar al ganado, los impuestos obligatorios que vienen de las liquidaciones y realmente lo que queda es muy poco”, sostuvo.
Para el productor, “lo bueno de esto es que uno pudiéndose mantener sin endeudarse, como lo he hecho, mantiene la empresa. Explicó que no insemina y prácticamente su inversión está en ir a buenos tambos “y encargo sin apuro algún ternero o torito de muy buena calidad”.
PARA ADELANTE
Más allá de la decisión de vender el tambo, Baladao continuará viviendo en su predio, en donde viene aplicando desde hace varios años un sistema de fertilización ejemplar, que ha generado diversas consultas de productores de otros departamentos, atraídos por el trabajo que realiza.
Eso quedó en evidencia en una jornada efectuada hace pocos meses, organizada por el Instituto Plan Agropecuario, en donde exhibió que solo fertilizando su campo y con pasturas naturales logra muy buenos resultados en la producción lechera.
“No tendré problemas de acá a algunos años sin echarle fertilizante, porque el campo natural seguirá produciendo, como aconteció el año pasado, que con los animales adentro saqué 180 fardos redondos”, comentó.
Se puede producir muy bien y conservar las tierras muy bien, afirma como máxima Baladao. “A mi establecimiento han venido muchos tamberos de la zona y de otros departamentos, para ver el trabajo que he realizado”, manifiesta con el orgullo de hacer bien las cosas.
Ese orgullo y ver que sus hijos se encaminaron en sus respectivas vidas y trabajos es lo que lo lleva a dar el paso al costado. Pero sin ocultar su sonrisa de saber que trabajó en lo que le gusta y que, a pesar de vender el tambo, seguirá viviendo en su predio.