Tristeza parasitaria continúa siendo una de las principales causas de muerte de ganado

La tristeza parasitaria es una de las principales causas de muerte de bovinos en el país. Las pérdidas económicas causadas por este complejo de enfermedades no solamente se deben a la muerte de los animales, sino a la disminución d la producción de carne y leche, abortos y costos agregados de manejo como tratamientos y mano de obra. A partir del año pasado, una Comisión interinstitucional, integrada por el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA); Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP); Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA); Instituto Plan Agropecuario (IPA); Facultad de Veterinaria (FVET) y la Sociedad de Medicina Veterinaria del Uruguay (SMVU), concibió y comenzó a ejecutar un plan de difusión y extensión, que tiene como objetivo el control de la garrapata y de la tristeza parasitaria.
La tristeza parasitaria es un complejo de enfermedades que puede ser causado por alguno de los tres agentes: Babesia bovis, Babesia bigemina y Anaplasma marginale. Estos son parásitos microscópicos que se encuentran dentro de los glóbulos rojos de la sangre (hemoparásitos).
En el caso de Babesia bovis y Babesia bigemina se trasmiten únicamente por la garrapata común del ganado (Rhipicephalus microplus). Anaplasma marginale, además de ser trasmitido por la garrapata, puede ser trasmitido por tábanos y por el uso de agujas e instrumentos (cuchillos de castración y descornadores) sin la correcta desinfección, que pueden llevar sangre de un animal a otro.
Los brotes de estas enfermedades están relacionados con la cantidad de garrapatas presentes. Por esto, en otoño, cuando hay mayor número de garrapatas en los bovinos (tercera generación de garrapatas), se presentan la mayoría de casos de tristeza parasitaria. La sola presencia de garrapatas no determina la ocurrencia de la enfermedad, porque pueden estar o no infectados por Babesia o Anaplasma. Las muertes y los animales enfermos se repiten cada año en muchos establecimientos. “Sin embargo, son pocos los productores que toman medidas integrales para prevenir estos brotes. Es muy frecuente constatar que, ante la aparición de un animal con síntomas o muertes sospechosas, el encargado del ganado aplica rápidamente el tratamiento específico a los animales enfermos y sospechosos”, sostiene el médico veterinario Rafael Carraiquiry, técnico del Plan Agropecuario. Los síntomas y los tratamientos, son bastante conocidos por los productores y trabajadores rurales, “sin que haya mejoras sustanciales en la baja de la prevalencia de la enfermedad”. El conocimiento de los productores de cómo se desarrolla esta parasitosis, así como de las correctas estrategias de control, “son elementos clave a la hora de evitar las pérdidas económicas ocasionadas por la tristeza”.
Entiende que es importante tener presente que, “como en muchas de las enfermedades del ganado, la pérdida más evidente que es la muerte y el costo del tratamiento de los enfermos, no es la principal fuente de pérdidas. Cuando un animal muere de tristeza, seguramente ya hay muchos otros que están afectados, pero sin sintomatología aparente. La disminución de las ganancias de peso aun sin síntomas es una importante fuente de pérdidas y muy poco evidente para las condiciones de explotaciones extensivas” de Uruguay.
ENSAYO REALIZADO
En Uruguay, un ensayo realizado constató que la ganancia de peso de terneras Hereford, inoculados con cepa de campo de Babesia spp, fue casi la mitad de aquellas no expuestas. Más precisamente 13,7 kilos frente a 25,3 kilos durante 180 días de pastoreo a 1,8 animales por hectárea, para los inoculados y no inoculados, respectivamente.
Esto se agrava cuando se observa que solo el 53,9% de las vaquillonas inoculadas llegaron a peso de entore, frente al 75% del grupo control. Estas pérdidas son similares a reportes de otros países que informan pérdidas de 34 kilos de peso vivo por animal infectado.
Las mermas en la producción de leche también son importantes, aun cuando son pocos los tambos que se desarrollan en zonas de garrapata. Debido a que el principal vector de estos parásitos de la sangre es la garrapata Boophilus microplus, en el país existe una campaña sanitaria que determina su control obligatorio, independientemente de la presencia de estos hemoparásitos. De hecho, el cambio en la presión de control sobre la garrapata es uno de los factores predisponentes para los brotes de esta enfermedad. “La tristeza parasitaria se presenta entonces en los predios donde hay garrapata infectada con hemoparásitos”.
DESDE ETAPAS MUY TEMPRANAS
La trasmisión de esta enfermedad se produce desde etapas muy tempranas de la vida parasitaria de la garrapata, prácticamente enseguida de que sube al vacuno. No todas las categorías del rodeo son igualmente susceptibles y este es un elemento central para comprender y establecer las medidas de prevención. Cuando el bovino contrae hemoparásitos en su etapa juvenil –es decir, el ternero hasta los ocho o nueve meses– no se enferma y desarrolla una muy fuerte inmunidad.
Esto se debe que el bovino tiene una glándula llamada timo, en la entrada del pecho (conocida como “molleja de corazón”), que a medida que crece el animal disminuye hasta desaparecer (se atrofia). Si todos los terneros fueran expuestos a los tres hemoparásitos antes de la atrofia del timo, quedarían inmunizados, sin enfermar. Pero en las condiciones de explotación uruguayas, eso es casi imposible, ya que requiere una enorme infestación de garrapatas que, a su vez, estén infectadas con los tres hemoparásitos antes de que los terneros lleguen a los nueve meses.
Este concepto se conoce como inestabilidad enzoótica. Es decir, el agente etiológico (Babesias y Anaplasma) está presente en el predio y genera un riesgo cierto de la enfermedad, pero su difusión en el rodeo no es la suficiente para que los animales hayan sido expuestos en el período en que desarrollan inmunidad sin enfermar.
Para conocer la situación de nuestro rodeo, contamos con una herramienta eficaz y económica. Se realiza un análisis de sangre (serología) a una muestra de animales de diferentes categorías, que indica la situación de riesgo para cada uno de los agentes.