El caballero de la pobre figura

“Que ni se te cruce la idea por la cabeza”, le contestó el presidente Tabaré Vázquez al vicepresidente Raúl Sendic, quien estuvo dispuesto a renunciar a su cargo a comienzos de 2016, cuando surgió el episodio de su inexistente título de licenciado en genética humana, el revuelo político y mediático provocado entre tirios y troyanos y un apoyo que cada vez se muestra menos firme, incluso con alejamientos de su lista, la 711, de fuertes operadores como el senador Marcos Otheguy.
En aquella oportunidad, describió el 2016 como el “peor año” de su vida política y reconoció que manejó “mal el tema del título; podía haber obviado ese tema, porque no me quitaba ni sumaba nada”. Aseguró que estaba tranquilo, “no mentí, lo dije porque lo hice. Me perjudica, pero tengo la tranquilidad de la verdad”. Además de la oposición, sintió la crítica de “muchos frentistas” que “nunca dieron la cara y sé que están detrás de mucho de lo que pasó”. Seguidamente, debió responder ante la Justicia por una denuncia que presentó el abogado Gustavo Salle por usurpación de título universitario y reiteró la frase: “Si alguien es corrupto, no puede ser de izquierda”.
Entre los apoyos recibidos, se destacó la afirmación de la senadora del MPP Lucía Topolansky, quien milagrosamente “vio el título”, o el senador Leonardo de León, quien asegura que a Sendic “le tienen miedo” y por eso lo siguen “atacando”, además de las denuncias ante la existencia de “una estrategia de la derecha” para socavar la imagen del vicepresidente.
A pocos meses de la polémica por el título universitario, en el escenario político se presentaron las actuaciones judiciales tras la labor parlamentaria de la comisión investigadora sobre la gestión de Ancap, instalada en el Senado en 2015. Las citaciones involucraron a exdirectores, gerentes y empresarios vinculados con el ente petrolero, en una causa que ha sumado denuncias y se enfoca en la gestión de Sendic al frente del directorio, pero apunta a otros exjerarcas que en algunos casos adjudicaron obras millonarias en dólares, sin pasar por la decisión del directorio que integran otros partidos políticos.
Finalmente, surgió una documentación a la que llegó el semanario Búsqueda, a través de un pedido de acceso a la información, para conseguir los estados de cuenta de las tarjetas corporativas otorgadas por Ancap y que Sendic utilizó para comprar ropa, productos electrónicos, libros, y en supermercados y locales de Uruguay, entre otros países. De acuerdo con la investigación, el modo de uso del entonces presidente del directorio difiere en cantidad y destino, en comparación con los demás jerarcas que ocupaban cargos entre 2005 y 2016, al tiempo que en ocasiones se apartó del protocolo de uso limitado a “gastos imprevistos que surjan en las misiones de trabajo”.
El nuevo frente abierto, en este caso por un medio de prensa, resultó otro golpe a la desgastada imagen del hijo de uno de los líderes intocables que tiene la fuerza política en el gobierno y su defensa demuestra, una vez más, los flancos débiles de argumentos y el tibio apoyo dentro del Frente Amplio, que una vez más asiste pasivamente al escarnio público de la segunda figura con mayor relevancia en el esquema del Ejecutivo.
De hecho en su propia lista, la insostenibilidad de las justificaciones de su líder junto a las aspiraciones políticas de algunos referentes que sienten la permanencia como un “hierro caliente”, demuestran que la edificación no era sólida sino el resultado del apoyo de otros referentes históricos que hicieron lo imposible por su promoción, con la idea de la renovación ante el escenario electoral de 2019. Pero el “mientras tanto” fue cruel y demostró que no hay peor astilla que la del mismo palo, porque el diputado de Liga Federal Darío Pérez sostiene que “Sendic debería renunciar y no preguntarle al presidente si le parece”, en tanto “su gestión en Ancap y sus decisiones personales” pueden “poner en riesgo las próximas elecciones para el Frente Amplio”. Además, realizó un reclamo no menor en momentos de fuertes figuras promotoras de una imagen ligada a lo popular y de izquierda: “Nadie dice que (Sendic) se vaya de la política, pero debe arrancar de nuevo de vaquero y zapatillas a recorrer el Uruguay”.
Sin embargo, en las últimas horas, Sendic se afirmó en el apoyo de Vázquez –hasta ahora la única figura fuerte dentro de la izquierda– y aseguró, nuevamente, que es víctima de un “ensañamiento”, con una “marcación personal muy fuerte” de “gente que no quiere que esté en política”.
Y otra vez se refirió a la oposición, pero también a las “voces desde adentro mismo del gobierno que cuestionan lo que hicimos en Ancap” o “le echan la culpa” a su gestión sobre consecuencias dentro del ente “que están pasando en el día de hoy”. Es así que demarca la línea divisoria existente con el astorismo, cuyo líder fue uno de los últimos en cuestionar la administración en Ancap y sentenció que “triunfar es ser capaz de levantarse cada vez que uno está en el piso”.
En medio de estas controversias, se encuentra el presidente Vázquez, quien no desconoce el escenario aún más favorable para la oposición que se plantearía si se aceptase la renuncia del vicepresidente y tampoco sería de extrañar que nuevas investigaciones aparecieran sobre un horizonte complejo para su figura gastada y vacía de poder. Sendic no aquilató su pérdida de popularidad que, sumada al pobre convencimiento y escasa argumentación dentro del Frente Amplio, aportaron el caldo de cultivo que no es resultado de una campaña de “la derecha”, sino la suya. En todo caso, sirvió para aportar a la cantidad de “desencantados”, por una suma de malas gestiones con nula autocrítica, fruto de la soberbia y desidia de todo un equipo, donde él simplemente es una figura débil.
O habrá que esperar a mañana martes, cuando las periodistas Patricia Madrid y Viviana Ruggiero presenten “Sendic, la carrera del hijo pródigo”, por editorial Planeta, para saber si permanece con bajas defensas, o al resultado del análisis que hará el tribunal de conducta política del Frente Amplio sobre las compras efectuadas con las tarjetas de Ancap. Lo demás es solo el cotillón de una fiesta que aún estamos pagando.